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- 18/11/2025 00:00
Panamá reafirmó su apuesta por la preservación cultural con la graduación de 40 nuevos “Técnicos Superiores en Folklore”, un hecho que no solo celebra el esfuerzo académico de los estudiantes, sino que evidencia el crecimiento sostenido de la educación artística en el país. El acto, realizado el 17 de noviembre en el Teatro Herbert de Castro de la Ciudad de las Artes, reunió a autoridades, docentes y familiares en una jornada dedicada a valorar el patrimonio como un elemento central en la construcción de identidad.
Estos 40 egresados culminaron sus estudios en la Escuela Nacional de Folklore Dora Pérez de Zárate, ubicada en Las Tablas, una institución que desde su fundación se ha convertido en uno de los ejes institucionales para la enseñanza y profesionalización de las tradiciones panameñas. Su existencia ha permitido que manifestaciones que antes se enseñaban de manera empírica —dependiendo únicamente de la transmisión oral o del trabajo comunitario— hoy cuenten con una estructura académica formal que garantiza su continuidad.
El profesor Arístides Burgos, director nacional de Educación Artística y fundador de la escuela, presidió el acto en representación de la ministra de Cultura, María Eugenia Herrera. En sus palabras dirigidas a los graduandos, Burgos resaltó la responsabilidad que ahora asumirá cada uno de ellos al convertirse en guardianes de conocimientos que forman parte del tejido cultural del país. Su llamado a seguir fortaleciendo sus capacidades subrayó el papel transformador de la educación artística dentro de las comunidades. “Ustedes enriquecen nuestra cultura. La cultura une pueblos: gracias por llevar nuestra identidad a sus lugares y traer la suya al nuestro”, manifestó.
Para el sector cultural, este logro adquiere mayor relevancia al considerar que entre los graduandos hubo cuatro estudiantes extranjeros, cuya presencia evidencia el interés internacional por el folklore panameño. La diversidad de procedencias aporta miradas nuevas, enriquece los espacios de intercambio y reafirma que las tradiciones panameñas mantienen un atractivo que trasciende el ámbito local.
Durante la ceremonia, Burgos también repasó el camino recorrido desde finales de la década de 1980, cuando la idea de contar con una formación especializada en folklore parecía limitada por la falta de apoyo institucional y de reconocimiento académico. Hoy, más de tres décadas después, la escuela cuenta con un programa consolidado que abarca entre dos y tres años de estudio, con materias enfocadas en investigación, práctica escénica, teoría cultural, documentación de tradiciones, análisis del patrimonio oral y participación activa en eventos regionales.
La mesa principal estuvo integrada, además, por la profesora Lesbia Samaniego, directora encargada de la Escuela Nacional de Folklore Dora Pérez de Zárate, y por Dayra Santana, representante del Ministerio de Educación. Ambas destacaron el impacto que la educación artística tiene en regiones donde las tradiciones se mantienen como pilares de cohesión social, especialmente en provincias donde los festivales, danzas, vestuarios y expresiones orales forman parte cotidiana de la vida comunitaria.
La escuela opera también con sedes regionales en Chiriquí, Colón y Panamá Oeste, un esfuerzo de descentralización que busca acercar el acceso a la formación artística a comunidades que históricamente han sido guardianas de tradiciones. Esta expansión territorial permite que más jóvenes se formen sin necesidad de trasladarse a la capital o a centros urbanos alejados de sus raíces, fortaleciendo así la continuidad de expresiones culturales propias de cada región.
La profesionalización del folklore ha permitido, además, que Panamá cuente con especialistas preparados para investigar temas que antes no se documentaban con rigor académico.
Con la llegada de nuevas cohortes, se ha fortalecido la producción de estudios sobre danzas tradicionales, música, artesanías, vestuarios, festividades religiosas y prácticas comunitarias que han acompañado al país por generaciones. Esto no solo asegura la conservación de estas expresiones, sino que además abre puertas para su incorporación en programas educativos, investigaciones universitarias y proyectos de cooperación cultural.
La ceremonia también reflejó el compromiso de las familias, quienes acompañaron a los graduandos en un proceso que, en muchos casos, involucra vínculos personales con tradiciones aprendidas desde la infancia.
Con esta nueva promoción, Panamá continúa reforzando su capacidad para proteger y difundir su patrimonio cultural. Las autoridades destacaron que estos técnicos se integrarán a proyectos locales, escuelas, grupos artísticos, festivales regionales, investigaciones y actividades que buscan mantener vivas las expresiones que forman parte de la identidad nacional. Su contribución, señalaron, será decisiva para asegurar que las nuevas generaciones crezcan conectadas con sus raíces, comprendiendo el valor de la tradición en un país diverso y multicultural.
Este avance, sumado al interés creciente por la formación artística, confirma que la educación en folklore seguirá siendo un pilar fundamental para preservar la memoria cultural del país.