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- 24/07/2023 00:00
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Yo sostengo que el país está “sobrediagnosticado”.
No importa si el diagnóstico se hace sobre el mundo de los negocios, la transparencia o la agricultura, el punto de la educación siempre aparece como uno de los pilares del problema y uno de los puntos claves para la solución. Sin embargo, cuando se analiza la conversación nacional, política y empresarial, el tema está prácticamente ausente.
Pareciera que queremos que el problema se solucione solo, cosa que no ha ocurrido ni va a ocurrir.
Tengo muchos conocidos que piensan que la solución a este problema pasa por algún esfuerzo privado. Son personas bien intencionadas que participan de ONGs o esquemas de mentoría donde apoyan a un grupo reducido de niños, jóvenes o adultos. Ellos se molestan cuando les digo que el esfuerzo es loable, pero nunca reemplazará la potencia de una política pública.
En este país las personas confunden “política” con “políticas públicas”, además de alguna forma han convencido a las personas buenas y capacitadas, para que no participen en las instituciones públicas, dejando las decisiones más importantes de la sociedad ( como la educación ) en manos de cualquiera.
La educación comienza cuando los niños aún no nacen, con la alimentación de la madre, el cerebro de los niños de forma de los cero a los cinco años, si hay alguna deficiencia en esta etapa, los niños tendrán un problema en su “hardware” que les hara más difícil competir con los niños que sí se alimentaron bien.
En países como Finlandia, los profesores de primaria son los que más ganan, y quienes requieren más formación, es en esos años donde los niños construyen su acervo cultural y de conocimiento. Nosotros parecemos ignorar ese hecho, esperamos que superen los problemas como puedan y que lleguen al bachillerato “bien”,
Estamos generando jóvenes que no pueden competir con los que salen de países con sistemas educativos más sólidos.
Siguiendo la lógica del mercado, uno paga por aquello que le ve valor, cuando uno quiere algo, lo compra.
Queda pues claro que “no nos queremos educar´”, no nos interesa tener un sistema educativo competitivo, que le genere ventajas a quienes se someten a él, confiamos en que de alguna manera, los jóvenes “mágicamente” se conviertan en el “futuro del país” y nos saquen adelante.
Me parece que deberíamos ser más inteligentes a la hora de invertir en el futuro, creo que se llegó el momento de que dejemos de pensar que “alguien” solucionara el problema de la educación, y comencemos a buscar nosotros una solución, cada uno desde el nivel donde se encuentre. No hacerlo nos convierte en parte del problema. Así que cuando nos quejemos de la educación, nos estaremos quejando de nosotros mismos. Habremos de asumirlo, gustenos o no.