Ella. La Unicornio Rosa Invisible

Actualizado
  • 27/03/2016 01:00
Creado
  • 27/03/2016 01:00
Su culto, igual que el de la tetera, no obliga a poner bombas en los trenes, ni a reventar aviones

Nos despertamos hace unos días con un nuevo baño de sangre en el corazón de Europa. Apenas unos días antes amanecimos con la noticia de la decisión de los países europeos de quitarse de encima el problema de los refugiados sirios mandándolos para Turquía y pagando para que los mantengan allá.

Estamos en Semana Santa, la piedad popular cristiana ha recreado en estos días, en miles de sitios a lo largo del globo, la pasión y muerte del Nazareno. Con un gran despliegue de latigazos, sangre, cruces y gemidos de dolor.

Mientras tanto, en una conversación intrascendental en una red social yo me vi abocada, una vez más, a defenderme de la acusación de ateísmo (que es falsa) y a refutar el comentario manido de ‘nosotros no nos metemos con lo que piensan los de Zoroastro, por ejemplo, ¿qué les importa a los ateos lo que pensamos o creemos los monoteístas?

Me agotan todas estas cosas. Y me agotan porque, aunque todos estos pueden parecer hechos aislados, y sin relación entre ellos, no son aislados y sí se relacionan. Leamos al gran Bertrand Russell, a ver si nos clarifica el entendimiento:

‘Si yo sugiriera que entre la Tierra y Marte hay una tetera de porcelana que gira alrededor del Sol en una órbita elíptica, nadie podría refutar mi aseveración, siempre que me cuidara de añadir que la tetera es demasiado pequeña como para ser vista aun por los telescopios más potentes. Pero si yo dijera que, puesto que mi aseveración no puede ser refutada, dudar de ella es de una presuntuosidad intolerable por parte de la razón humana, se pensaría con toda razón que estoy diciendo tonterías. Sin embargo, si la existencia de tal tetera se afirmara en libros antiguos, si se enseñara cada domingo como verdad sagrada, si se instalara en la mente de los niños en la escuela, la vacilación para creer en su existencia sería un signo de excentricidad, y quien dudara merecería la atención (…) del inquisidor'.

Nadie ha dicho aquí que la tal tetera no exista. Simplemente, no podemos afirmar taxativamente que lo hace. Ni imponer nuestra creencia en ella. Leamos ahora Richard Dawkins en ‘El capellán del Diablo'

‘La razón por la que la religión organizada merece hostilidad abierta es que, a diferencia de la creencia en la tetera de Russell, la religión es poderosa, influyente, exenta de impuestos y se inculca sistemáticamente a niños que son demasiado pequeños como para defenderse. (…) Las escuelas subvencionadas por el gobierno no excluyen a los niños cuyos padres prefieren teteras de forma equivocada. Los creyentes en las teteras no lapidan a los no creyentes en las teteras, a los apóstatas de las teteras y a los blasfemos de las teteras'.

Tampoco los que creen en una Diosa que se manifiesta como una Unicornio Rosa Invisible, Sea Ella por siempre reverenciada, Benditas Sean Sus Sagradas Pezuñas, La Paz Sea Con Ella y Que Sus Pezuñas Nunca Sean Herradas, obligan a las mujeres a cubrirse para salir de casa, nunca han ocultado miles y miles de casos de abuso sexual a niños y desde luego no dicen que el dolor es bueno y purifica. Su culto, igual que el de la tetera, no obliga a poner bombas en los trenes, ni a reventar aviones. Tampoco obliga a mantener un embarazo provocado por una violación

En resumen, como pronosticó el buen Juliano, el Único dios, (en el que creen los tres monoteísmos), que supuestamente es amor, ha hecho más daño a la Humanidad que el paganismo. Deberíamos empezar a pensar en ello. Y quizás empezar a creer en Ella.

COLUMNISTA

Lo Nuevo
comments powered by Disqus