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- 25/05/2009 02:00
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D urante siglos, los seres humanos hemos tenido que enfrentar todo tipo de enfermedades. Algunas más severas y con repercusiones mayores que otras, pero siempre hemos estado expuestos a ellas. Sin embargo, logramos sobrevivir como especie, gracias a nuestro inteligente sistema inmunológico, las medidas preventivas, de sanidad y al adelanto de la ciencia.
El virus de la Influenza A, tipo H1N1, no es nuevo, asegura el Dr. Jorge Alvarado, de la CSS, la diferencia con la Influenza B —que es la gripe común o estacional— es que produce síntomas más severos. “Los síntomas son muy parecidos a la otra gripe: escalofríos, fiebre, faringitis, dolores musculares, dolores de cabeza, tos, cansancio y malestar general, pero más intensos. La fiebre es mayor de 38° y se acompaña de molestias gastrointestinales: vómitos, diarreas...”.
Este tipo de gripe se remonta a 1918, después de la I Guerra Mundial, que tuvo consecuencias fatales por los estragos propios de una Europa empobrecida, a sus condiciones de higiene y a que además no causó tanta alarma en el mundo porque, entonces, tampoco existían las comunicaciones que hoy permiten detectar paso a paso su evolución en otras partes del orbe.
Pero, ¿qué nos pasa si nos da gripe H1N1?. “No nos pasa nada”, dice el Dr. Alvarado, salvo que tengamos enfermedades crónicas o un sistema inmunológico debilitado. “El sistema inmunológico aprende a identificar a este y otros virus, creando un sistema de inmunidad, que sin embargo no es permanente. Por eso es que a pesar que nos haya dado gripe común por años, nos repite cada temporada. Lo mismo ocurre con este virus, puede darnos, podemos curarnos, pero nos puede repetir”. Y todo ello sin mayores consecuencias, a menos que presentemos las condiciones antes mencionadas y nos encontremos en la población de riesgo que son los adultos mayores y los menores de 5 años.
“La diferencia de esta gripe es que tiene 3 componentes: el aviar, el porcino y el humano, lo que la ha hecho interesante a la comunidad científica, por eso el temor que fuera de alta mortalidad”, dice el Dr. Alvarado. Y aunque por el momento pareciera haberse portado de manera benigna con los panameños, se deben mantener las medidas de prevención, las de higiene y control con las vacunas que puedan resultar de las investigaciones o las vacunas de la influenza estacional que pudieran conferir algún grado de protección. No obstante, los virus gripales cambian muy rápidamente por lo que no podemos bajar la guardia, sobre todo cuando se habla de una segunda oleada que no se sabe qué consecuencias pueda traer. Por el momento hay que evitar el alarmismo, pero no bajar la guardia en cuanto a prevención.