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- 20/09/2025 00:00
Los sociólogos son por formación curiosos del que hacer de los pueblos. La sociología es definida en los compendios académicos del ciberespacio como la ciencia que estudia las sociedades humanas, incluyendo sus interacciones, organizaciones, instituciones, y los comportamientos individuales y colectivos dentro de ellas. Analiza cómo funcionan los grupos sociales, los procesos que los transforman, las causas del comportamiento humano, y cómo se construye y reproduce la realidad social a lo largo del tiempo, desde las dinámicas interpersonales hasta fenómenos a gran escala como la desigualdad o el poder.
Al sociólogo Carlos David Castro Gómez, de amplia trayectoria nacional e internacional en el campo académico y pedagógico, se le percibe esa mirada, pero antes que eso, o por encima de ella, su definición universal revuelta con su origen caribe.
De padre colombiano y madre colonense, nacido en el puerto de Colón, estudiante sobresaliente, y compañero de los mejores y más destacados estudiantes líderes nacionalistas de su época, Castro Gómez, fue a estudiar Sociología a Bogotá, a la universidad jesuita formadora de dirigentes del sistema, la Pontifica Universidad Javeriana, en un período en que las rebeliones juveniles estallaban en cada punto neurálgico del planeta. La Javeriana, a pesar de ser de élite, no escapó a los estremecimientos, y por allí estudiaron, igualmente, aunque en distintas facultades, líderes revolucionarios como Carlos Pizarro Leóngómez y Álvaro Fayad, o conservadores como Noemí Sanín, o Diego Pardo Kopell, o panameños como Jorge Eduardo Ritter.
Castro Gómez, estudió y vivió prácticamente en la capital colombiana entre 1966 y 1972, y regresó a Panamá con méritos académicos que lo llevaron luego a estudiar una Maestría de Economía Política en la Victoria University of London, Londres, Inglaterra.
Instalado en Panamá se vinculó a la universidad de Panamá y comenzó un camino de exploración científica que aun no termina: los factores de poder en el caribe panameño, las imbricaciones étnicas, el negacionismo social, las talanqueras que impidieron al atlántico istmeño entrar en un proceso de desarrollo ordenado y con mejores frutos.
La segunda edición del Libro “El Atlántico Panameño: economía, sociedad y cultura”, compendia un conjunto de artículos, ponencias, conferencias, ensayos y otros documentos elaborados en diferentes momentos de nuestra historia y por lo tanto en contextos intelectuales, ambientales, sociales, culturales, políticos y económicos diversos.
“La compilación de los trabajos que se exponen en este volumen, se hace sobre la premisa de ser testimonios, pero también documentos, una sutil distinción, casi indistinguible, que va más allá de lo semántico. Cuando se compendian textos, reflexiones o notas preparadas y concebidas en diferentes tiempos y espacios, con sus respectivas motivaciones y propósitos, conviene distinguir entre testimonio y documento”, dice el autor en la introducción de la importante obra, que aspira a ser examinada por los estudiantes de todas las universidades del país, mediante la programación de una gira coordinada con los estamentos universitarios. Su ambición inmediata es presentar la obra y hablar acerca de sus hallazgos sociológicos con los jóvenes y los académicos.
En otro aparte, Carlos Castro sostiene: “Este compendio pretende ofrecer una visión integral de este importante componente de la geografía nacional entendido como parte de una totalidad más amplia. Quizás se trata de un intento de saldar mínimamente, una deuda que tiene la historiografía y la historia oficial de Panamá como Estado, con respecto a esta parte del país. (...) Desde muy temprano la vertiente atlántica fue abandonada como prioridad dentro del proceso de conquista y colonización española en el istmo. (...) La “conquista del Atlántico” sigue siendo una tarea pendiente. En la década del setenta del siglo pasado se impulsó un megaproyecto de Estado destinado a incorporar la Costa Atlántica al boom económico de la década y a los procesos de movilización y desarrollo social promovidos por el Estado después de aprobada la Constitución de 1972. El rescate social, económico y político de la costa atlántica se integraba así a un propósito mayor de rescate de la soberanía total sobre todo el país, expresado en la recuperación de la soberanía sobre la Zona del Canal”.
Es verdad que el caribe panameño, con la presencia colonial norteamericana, a partir de la construcción del Canal de Panamá, fue prácticamente taponado y las autoridades no permitieron ni siquiera explorar vías terciarias de comunicación, con el prurito de ejercer un control total de las mismas. La conexión entre el atlántico y el pacífico solo era posible a través de la vía interoceánica. Por eso, Castro aduce: “Si bien se logró un significativo avance con la firma de los tratados Torrijos-Carter en 1977, no se le dio continuidad al esfuerzo político y movilizador de desarrollo integral que, en su momento, permitió la firma de los tratados. La situación de crisis social permanente de la ciudad de Colón es uno de los indicadores más expresivos de ese fracaso desmovilizador que se expresa en los niveles críticos de desempleo, marginación social, destrucción del casco urbano y de la infraestructura sanitaria (acueducto y alcantarillado), deterioro de las instalaciones públicas de salud, obras públicas, educación y de comunicaciones, descomposición social, violencia, crimen organizado e inseguridad”.
La obra de Carlos Castro Gómez, tiene mucho fundamento y cobra vigencia en tiempos como los actuales, que como dice el mismo autor, están marcados por las nuevas macro tendencias y macro problemas del Siglo XXI. “Estas reflexiones nos pueden ayudar a comprender el escenario mundial y supranacional, así como a reconstruir el concepto de Estado Nacional como parte de un mundo, cada vez más diverso y complejo, pero a la vez mas homogenéizate y global”.
El libro ya está disponible en las principales librerías del país. En mi concepto, conversar con los estudiantes de todo el país, es el mejor de los ejercicios, sobre todo viniendo de un sociólogo, tan curioso como su vida misma.