El impacto de la vulnerabilidad en la relación de coaching

  • 12/11/2025 20:09
Cómo la autenticidad y la presencia del profesional fortalecen la confianza y la seguridad en el proceso

Este artículo nace con una intención: invitar a los profesionales de coaching a reflexionar sobre su propio ser coach, más allá de las técnicas y herramientas.

La vulnerabilidad, a menudo asociada con fragilidad, puede ser en realidad una fuente de fortaleza y autenticidad en la práctica profesional. Desde mi experiencia, los espacios más transformadores en coaching surgen cuando quien acompaña el proceso se muestra humano y presente, aceptando su imperfección.

La Federación Internacional de Coaching (ICF) recomienda que el profesional construya un entorno de confianza y seguridad, donde el cliente pueda sentirse libre de expresarse y explorar sus objetivos. Parte de esta práctica implica actuar con apertura y transparencia, mostrando humanidad y generando un vínculo auténtico basado en respeto mutuo. Esto no es solo una guía de conducta profesional: es una invitación a ejercer el coaching desde la presencia y la humanidad.

Mostrar apertura y autenticidad no debilita al profesional; al contrario, fortalece la relación al permitir una conexión real y segura. Ser abierto no significa sobreexponerse, sino actuar con coherencia, transparencia profesional y disposición a reconocerse humano. La palabra “vulnerabilidad” viene del latín vulnus, que significa “herida”, recordándonos que estar abiertos implica aceptar la posibilidad de ser tocados, sentir y aprender.

Desde la perspectiva del coaching ontológico, esta cualidad se entiende como un modo de ser-en-el-mundo: reconocer que no lo sabemos todo, que formamos parte de un sistema más amplio y que necesitamos de otros para crecer. Cultivar una apertura consciente y saludable implica aceptar nuestra exposición sin dramatismo, eligiendo cuándo y cómo mostrarnos, sin escondernos ni forzarnos a compartir en exceso. Se trata del equilibrio entre la sobreexposición y el blindaje emocional.

En la práctica, esta apertura se convierte en una herramienta estratégica y ética que fortalece la relación con el cliente. Se expresa de manera concreta en situaciones cotidianas de la sesión:

Escuchar sin la necesidad de tener razón.

Animarse a decir “no sé” o “me equivoqué”.

Reconocer nuestras emociones y gestionarlas con respeto.

Permitir que otros también sean imperfectos.

Pedir ayuda o feedback sin sentirse menos.

La transparencia del profesional que acompaña el proceso, ejercida con autenticidad y presencia, se convierte en el puente que fortalece la confianza y la seguridad en la relación. Al reconocer sus propias limitaciones, sostener la incertidumbre y actuar con coherencia, quien guía la sesión genera un espacio donde el cliente se siente libre de explorar, expresar sus emociones y participar plenamente en su aprendizaje. Esta apertura no implica sobreexposición, sino discernimiento ético: compartir lo necesario para enriquecer el proceso, siempre en servicio del cliente.

Al mostrarse humano, el profesional amplía su presencia y modela un liderazgo basado en la integridad, donde errores, dudas y emociones se convierten en oportunidades para consolidar una relación genuina de confianza y crecimiento mutuo. Cada interacción se transforma en un laboratorio de humanidad compartida, un espacio donde la autenticidad de quien sostiene el proceso invita al cliente a ser también auténtico, fomentando conversaciones sinceras, autoaceptación y aprendizaje emocional.

En última instancia, la transformación surge en ese encuentro entre dos humanidades: un liderazgo que no nace de la perfección, sino de la valentía de estar presentes, reales y conectados. Por ello, cada profesional puede preguntarse: ¿estoy invitando a mis clientes a conectarse desde la perfección o desde mi humanidad? Responder a esta pregunta implica abrirse a la apertura consciente, construyendo un espacio donde la confianza, la autenticidad y el aprendizaje mutuo pueden florecer.

La autora es coach profesional ACC – ICF, miembro de la ICF Panamá.

El Capítulo de Panamá de la International Coaching Federation-ICF es una asociación sin fines de lucro, comprometida con el fomento y la difusión de la práctica profesional y ética del coaching. Está afiliada a la International Coaching Federation-ICF, la organización global más grande y reconocida de Coaching. www.icfpanama.org www.coachingfederation.org

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