El visitante

El dilema de la cultura panameña en 2025 (I Parte)

  • 14/12/2025 00:00
Un balance crítico del año cultural en Panamá: logros internacionales, eventos exitosos y profundas controversias en la gestión pública que abren el debate sobre políticas culturales, transparencia y el rol del Estado

“¡Damas y caballeros! Al recibir el Premio Nobel de Literatura 2025, quise compartir con ustedes algunas reflexiones sobre la esperanza, pero como mis reservas de esperanza se han agotado para siempre, les hablaré sobre los ángeles (...) sin alas.”

– László Krasznahorkai, en su discurso de aceptación del Premio Nobel.

En este año que casi concluye, ¿han conseguido las políticas del Ministerio de Cultura (MiCultura) conectar con la gente común? He allí el dilema. Dudo que los panameños crean que las actuales políticas económicas y sociales nos estén sacando de una crisis que, de acuerdo a la Cepal, nos ha convertido en el segundo país más desigual de América Latina y en el primero de Centroamérica. Si la desigualdad, la falta de participación, oportunidades y cohesión social reinan, como dice el informe, ¿son las políticas culturales su reflejo? ¿Es una solución, como piensan algunos, dejar en manos privadas o de fundaciones parte de la gestión de nuestra cultura?

He escuchado un sancocho de críticas y halagos sobre la gestión pública de la cultura en 2025. Desde la excesiva burocracia y pobre rendición de cuentas en la ejecución de proyectos artísticos hasta el reconocimiento al arduo trabajo que culminó con la inscripción y protección de nuestro patrimonio cultural en la Unesco, así como el rotundo éxito organizativo y público de la Feria Nacional de Artesanías. También se ha hablado de peligros que acechan, como dijo la ministra de Cultura, Maruja Herrera, en un conversatorio al que asistí, al referirse al lavado de dinero y al tráfico ilícito con obras de arte, que siguen empañando nuestra maltrecha imagen internacional después de los Panama Papers.

Panamá en la Unesco y en Miami

Un logro indiscutible de MiCultura, a través de la Dirección de Patrimonio Cultural, a cargo de Yamileth Stanziola, fue la declaración en París de la Ruta Colonial Transístmica como Patrimonio Mundial en 2025. Esta distinción reconoce el rol histórico de esta ruta como eje de conectividad global y de transporte de riquezas coloniales entre los océanos. Además, la UNESCO inscribió este lunes, en Nueva Delhi y bajo la representación de Emma Gómez, jefa del departamento de Patrimonio Cultural Inmaterial de MiCultura, las técnicas de construcción de casas de quincha en Panamá y las juntas de embarre en su Lista de Salvaguardia Urgente, reconociendo el valor de esta arquitectura ancestral y advirtiendo sobre su posible desaparición ante la escasez de materias primas.

También este año Miguel Fábrega, director nacional de Economía Creativa, firmó un acuerdo con PINTA, a través de su responsable, Diego Costa Peuser, por el cual Panamá participó en la feria PINTA Miami, que se realizó en paralelo a la Art Basel Miami Beach a principios de diciembre. En Pinta Miami nos representó la Galería Arteconsult con la obra de Andrea Santos, bajo la curaduría de Ana Berta Carrizo. Su participación recibió el Premio Next, otorgado al espacio con el mejor diálogo entre artista y galería. Este ha sido un magnífico año para Arteconsult, que también organizó la estupenda muestra individual de Alicia Viteri en la Casa Matriz del Banco Nacional de Panamá. La sección Next de PINTA Miami estuvo a cargo de Juan Canela, curador jefe del MAC Panamá.

Tres artistas panameños, los hermanos Cisco y Rosendo Merel e Ix Shells (nombre artístico de Itzel Yard) –artista con enorme reconocimiento internacional en el campo digital–, participaron este año en Art Basel Miami Beach, una de las ferias de arte más relevantes del mundo. La obra de Ix Shells, titulada “No me olvides”, que contó con la colaboración de Rosendo Merel como co-programador, fue una de las más populares y admiradas de todo el evento, según colegas y periodistas culturales de la BBC. Curada por Juan Canela y Alejandro Cartagena, junto a Emelie Boe Bierlich, la obra se sirve de tecnología digital y de tacto para “transformar fragmentos de la historia en composiciones algorítmicas” a través del ritmo, la luz, el movimiento y códigos digitales. El Visitante entrevistó a Ix Shells sobre su exposición en Miami.

EV: ¿Cómo llegaste a participar en Art Basel Miami Beach?

IS: Mi participación en Art Basel surge a partir del recorrido previo de “No me olvides” y de la investigación desarrollada en el marco de “Against All Odds” en el SMK de Copenhague. Ese proceso estuvo acompañado por un trabajo curatorial riguroso liderado por Emilie Boe Bierlich y Maiken Overgaard, quienes investigaron y le dieron visibilidad a estas artistas históricas dentro del contexto institucional. En paralelo, “No Me Olvides” se construyó desde una investigación curatorial propia junto a Juan Canela, Libertad Rojo y Alejandro Cartagena, donde el rastreo, estudio y relectura de estos artistas fue un trabajo profundo y sostenido en el tiempo. Ese cruce de investigaciones permitió que el proyecto se consolidara como una investigación a largo plazo y llegara a Art Basel a través de Zero10 y Fellowship.

EV: ¿Cuáles fueron los niveles de complejidad en la instalación de la pieza?

IS: En lo técnico, la obra es interactiva y funciona en tiempo real, integrando programación generativa, sonido y sensores. Este proceso se desarrolló en estrecha colaboración con Rosendo Merel y requirió una calibración constante para asegurar estabilidad y precisión durante toda la feria. En lo curatorial y espacial, el reto fue trasladar una obra pensada para la contemplación y la pausa a un contexto tan intenso como Art Basel sin perder su carácter sensible. El mayor desafío fue lograr que la tecnología acompañara la experiencia de forma silenciosa, permitiendo que el público se conectara desde la intuición y la emoción. Al final, fue hermoso ver a los asistentes interactuar con la obra, sonreír, sentir curiosidad y conectar de manera genuina con ella.

Ciudad y Centro de las Artes

Este año la Ciudad de las Artes se convirtió en la meca de los eventos artísticos y culturales del país. Allí se inauguró el 21 de mayo la primera Semana del Arte de Panamá (PINTA Panamá). Pinta, cuyo director es Diego Costa Peuser, gestor argentino que también dirige la conocida revista Arte al Día, contó con un experimentado equipo de curadores. La argentina Irene Gelfman fue curadora global. El guatemalteco Emiliano Valdés fue curador general. Junto al sevillano Juan Canela, curador jefe del MAC Panamá, organizaron la exposición inaugural titulada “Lo que suena toda la vida”, con obras de los artistas Felipe Gómez, Jonathan Harker, Libertad Rojo, Enlaces y Humberto Vélez.

La Semana de la Moda, o Fashion Week Panamá (FWP), también se celebró del 25 al 28 de septiembre en la Ciudad de las Artes bajo la dirección de Marie Claire Fontaine. Demostró que es posible organizar un evento inclusivo, transparente y de calidad internacional, en colaboración con diseñadores, estudiantes, casas de moda e instituciones educativas y artísticas.

En una entrevista con El Visitante, Fontaine comentó: “Fue atrayente llevar el evento a la Ciudad de las Artes. Me habría gustado una mayor comunicación y participación con sus escuelas de arte. En esta ocasión no se logró. Contamos con la participación del Conservatorio Nacional de Música, que presentó un ensamble de percusión, y de la Orquesta Juvenil, que ofreció un concierto con repertorio de percusión y salsa. La colaboración con la Ciudad de las Artes fue positiva, considerando que una institución gubernamental puede tener muchos laberintos burocráticos. Fue un desafío logístico intervenir la arquitectura del edificio y sus espacios, pero lo manejamos exitosamente. La impresión general del cambio de sede es positiva: el público quedó fascinado con el espacio y la puesta en escena. Los diseñadores organizaron presentaciones cautivadoras, coherentes, redondas y bastante viables en términos comerciales. Hay excelentes diseñadores jóvenes. El futuro de la moda está en ellos.”

El irresistible encanto de PRISMA

La Fundación PRISMA Danza fue fundada en 2012 por Analida Galindo y Ximena Eleta para desarrollar la danza contemporánea a través del Festival Prisma. Es, sin duda, el verdadero ejemplo a seguir. Se trata de una fundación que opera genuinamente en favor de la comunidad a través de la educación, la inclusión y la incorporación de nuevos públicos.

En la edición de este año, PRISMA presentó compañías de España, Canadá, Alemania, Nigeria-Irlanda, Chipre, México, Francia y Panamá, y se impartieron talleres y clases magistrales con los artistas invitados.

Entre las presentaciones más aplaudidas estuvieron la de la compañía panameña COCO, que bailó en la Estación San Miguelito del Metro de Panamá, y la francesa CFB451 con la pieza “All in Jest”, que cerró el festival en el Teatro Nacional y contó con el apoyo de la Alianza Francesa. “All In Jest” combinó una incesante, virtuosa y rigurosa sincronía escénica con un contagioso sentido del humor que recordaba a los “clowns” circenses, las películas de cine mudo, los musicales de la época de oro de Hollywood y el maravilloso actor y director de cine francés Tati, comparado con Chaplin. Fue uno de esos raros y mágicos momentos en que se presencia un poema físico.

Por la alta calidad artística de su programación nacional e internacional, su sofisticada organización y producción, y su vocación de inclusión y participación de públicos, PRISMA fue, sin duda, lo mejor de 2025.

Lo que mal comienza

Por el contrario, uno de los capítulos más lamentables en la historia del arte panameño fue la gestión del segundo Pabellón de Panamá en la Bienal de Arte de Venecia 2026, cuyas nefastas consecuencias me temo marcarán el rumbo de esa representación nacional en los próximos años. Su gestión, caracterizada por el cinismo y la falta de transparencia, ha dejado una huella indeleble en su reputación.

Todo comenzó cuando las curadoras del primer pabellón de Panamá en la Bienal de Arte de Venecia, Ana Elizabeth González y Mónica Kupfer, se autoeligieron con el mismo cargo para la segunda edición. Evitaron un concurso y llamaron a una “convocatoria abierta para artistas o colectivos artísticos al Pabellón de Panamá en la Bienal de Venecia 2026” en nombre del Museo del Canal Interoceánico y MiCultura.

Aimée Lam Tuñón, la primera en curar un pabellón panameño en la Bienal de Arquitectura de Venecia, con la exposición titulada “Panamá: historias debajo del agua”, escribió al respecto: “Aunque se haya abierto una convocatoria para seleccionar artistas, me preocupa que Panamá sea el único país que repite curadores en ediciones consecutivas de la Bienal de Venecia. Esto da la impresión de que el pabellón pertenece a un grupo fijo de personas y no al país”.

Desde el punto de vista artístico, ¿qué sentido tuvo que las autoproclamadas curadoras dieran a un jurado la potestad de seleccionar a los artistas cuando la esencia de la curaduría consiste en que ellas los escojan? ¿Llamarse curadoras y tirarle la responsabilidad a otros? Por otra parte, la elección de los miembros de un jurado, que parecía querer legitimar la movida, también tuvo traspiés después de que estallaron las noticias de los reclamos. Emiliano Pardo-Tristán, compositor, escritor panameño y ganador del Ricardo Miró, preguntó por qué renunciaron dos miembros que habían sido anunciados: “¿Qué pasó con los jurados Paula Piedra Mora de Costa Rica y Julia Morandeira Arrizabalaga de España?”. Jamás dieron explicación alguna y solo en los últimos días previos al cierre de la convocatoria presentaron a sus sustitutas.

Pardo-Tristán también cuestionó la elección de los artistas ganadores. “El dúo seleccionado, Los Mensajeros del Sol, compuesto por Antonio José Guzmán e Iva Jankovic, es un dúo panameño/serbio” y “según las reglas de la convocatoria artística, la artista serbia no debió participar ni como proponente principal ni como colaboradora porque la convocatoria era para “artistas panameños o residentes en Panamá”. A los miembros del jurado, por lo visto, ni siquiera se les pidió que sustentaran su elección de cara a los panameños.

Y concluye Emiliano Pardo-Tristán: “Abrir en Panamá una convocatoria donde se pide tener una “trayectoria artística consolidada” y que los participantes “cuenten con experiencia comprobable en exposiciones de relevancia nacional o internacional”, descarta a por lo menos 80 de las 89 propuestas recibidas. Es una broma vanagloriarse con la participación de 89 proyectos, porque son muy pocos los artistas panameños cualificados para este llamado”.

“¿De quién es el pabellón de Panamá en Venecia?”. La pregunta parece haberse respondido.

El MAC Panamá: entre aguas, musas y satélites

En abril de este año, el MAC Panamá estrenó la Sala Satélite, el pied-à-terre del museo en el Casco Antiguo. La sala presenta un resumen de la exposición de 2023 que celebró los 60 años del MAC, curada por Juan Canela, Jennifer Choy y Liz Lasso.

Sobre la muestra dicen los curadores: “Alfredo J. Martiz J. (Panamá, 1980) indaga en los materiales del archivo del museo para, mezclándolos con sus propias fotografías, aludir a lo vulnerable, lo transitorio de la existencia, la trascendencia de un lugar específico, y la importancia de la comunidad en la construcción de institucionalidad; Megan Carrera (Panama, 1995) y Ana Lasso (Panamá, 1996) crean una instalación que, desde la escritura y el dibujo, abordan la materia institucional desde lo poético dándole voz al museo, indagando en los orígenes y la temporalidad que caracterizan estos espacios; Marc Vives (Barcelona, 1978) realizó una performance en la que tomó como punto de partida la arquitectura del museo, pero también un poso intangible conformado por sesgos de historia, relatos, vivencias y otras conexiones de carácter ancestral y simbólico; Naufus Ramírez-Figueroa (Guatemala, 1978) realizó una serie de obras basadas en la forma de varias especies de plantas de Anthurium que habitan en la antigua Zona del Canal de Panamá, actuando como una meditación sobre la geometría de las hojas y cómo, al amarlas y coleccionarlas, los humanos han hecho desaparecer muchas en la naturaleza; El MAC Rebelde fue un proyecto de Humberto Vélez (Panamá, 1965) en colaboración con Bolívar Sánchez, Maritza Sánchez, Mariel Fuentes y La Banda Internacional del Hogar, que tomó la forma de desfile, concierto, coreografía, declamación y oratoria en torno a los sueños y aspiraciones de los artistas, gestores, benefactores y curadores que han ido construyendo la colección y la identidad del museo”.

En su sede principal en Ancón, el museo termina el año con dos espléndidas exposiciones colectivas. La primera, titulada “El agua me ata a tu nombre”, se presenta a la vez “como metáfora y como método desde la perspectiva del agua. Anclado en la compleja relación geológica y geopolítica de Panamá con este elemento, el proyecto reflexiona de modo poético y crítico sobre cómo el agua moldea paisajes e historias”. Curada por Jennifer Choy, es sin duda una de las mejores muestras que ha presentado el MAC este año, y en la que participan Esvin Alarcón Lam (Guatemala, 1988), Laura Fong Prosper (Panamá, 1978), Astrid González (Medellín, Colombia, 1994), Mimian Hsu (San José, Costa Rica, 1980), Alexis Leyva Machado Kcho (Cuba, 1970), Simon Shim Sutcliffe (Toronto, 1997), Chris Zhongtian Yuan (Wuhan, China, 1988).

La segunda se llama “Musa. Perspectivas femeninas en las colecciones del MAMM (Museo de Arte Moderno de Medellín) y del MAC Panamá”. Su objetivo central es visibilizar obras de artistas mujeres, quienes históricamente han sido relegadas a una posición secundaria en relación con sus pares masculinos.

Bajo la curaduría de Juan Canela, Dora Escobar, Liz Lasso y Emiliano Valdés, esta colectiva presenta obras de más de sesenta artistas. Algunos nombres salientes son los de Olga de Amaral, Patricia Bravo, Trixie Briceño, Coqui Calderón, Johanna Calle, María Teresa Cano, Megan Carrera-Raleigh, Leonora Carrington, Elba Damast, Giana De Dier, Sandra Eleta, Elyla, Ana Elena Garuz, Beatriz González, Iraida Icaza, Teresa Icaza, Graciela Iturbide, María de la Paz Jaramillo, Ana Mendieta, Pilar Moreno, Cecilia Paredes, Isabel De Obaldía, Liliana Porter, Andrea Santos, Olga Sinclair, Haydée Victoria Suescum, Adriana Lewis de Vallarino, Marta Elena Vélez, Alicia Viteri y Risseth Yangüez Singh.

La versión que se presenta en el MAC –y que podrá verse hasta inicios de febrero– es quizás más densa y compacta por razones de espacio, pero cuya solución museográfica es osada y dinámica, y sin duda tan significativa como su primera versión en 2025 en el flamante MAMM. Como parte del proyecto expositivo, Ana Elena Garuz tuvo una residencia artística en Medellín y el resultado de su experiencia se mostró tanto allá como acá. A su vez, Laura Montoya, originaria de Medellín, fue la artista invitada por el MAC Panamá. Produjo en su residencia unos dibujos sutiles y “asalvajados”, como parte de su serie “Arqueología natural”, y pueden apreciarse en el museo junto con el resto de las obras en “Musa”.

Frank Gehry: un recuerdo

El 5 de diciembre murió Frank Gehry, uno de los más influyentes arquitectos del mundo contemporáneo. El Biomuseo, su única obra en América Latina, es testimonio de su interés por nuestro país y su historia, y del amor por su esposa, la panameña Berta Aguilera.

Patrick Dillon, renombrado arquitecto panameño, quien trabajó con Gehry en la construcción del museo, nos comparte un recuerdo sobre cómo este genio norteamericano se animó a diseñar uno de los edificios más emblemáticos del continente.

Patrick Dillon: Frank conoció a Anthony Coates [1936-2022], el paleogeólogo británico del Smithsonian que pasó buena parte de su vida en Panamá caminando y estudiando la geología de ambas costas, desde Costa Rica hasta Colombia. Fue Tony quien le relató a Frank la historia del surgimiento del istmo de Panamá y el impacto que ese hecho tuvo a nivel planetario.

Stephen Stanley, el científico que escribió el libro “Los hijos de la edad de hielo”, cuenta la misma historia: si el istmo de Panamá nunca hubiese surgido del fondo del mar para conectar Norte y Sudamérica, es posible que la especie humana nunca hubiera existido. Al escuchar esto, Frank decidió que era una historia que había que contar y determinó hacerlo junto al célebre diseñador Bruce Mao, quien colaboró con Frank en la creación del guion para contar esa historia en ocho exhibiciones. Hicieron un equipo soñado, y aquí tenemos el resultado. El último domingo de 2025, El Visitante concluirá su resumen de los principales sucesos entorno al arte y la cultura de Panamá.

Lo Nuevo