Esther Pérez: ‘Podríamos volver a la sencillez de las primeras polleras’

Actualizado
  • 14/01/2024 00:00
Creado
  • 13/01/2024 12:58
La directora Nacional de Artesanías del Ministerio de Cultura visualiza la evolución de la pollera hacia lo tradicional y autóctono, considera que actualmente esta recargado a la vista. También detalla por qué la pollera no es el traje nacional de Panamá y habla otros temas relacionados con el atuendo

La pollera panameña es el resultado de la combinación de diversos vestidos españoles de antaño, ha pasado por modificaciones a través de los años, hasta convertirse en lo que es hoy: uno de los trajes típicos más atractivos y lujosos del mundo.

Ayer, una infinidad de mujeres, panameñas y extranjeras, se ataviaron con polleras para participar en el Desfile de las Mil Polleras 2024. Un momento propicio para conversar con la directora nacional de artesanías del Ministerio de Cultura (MiCultura), Esther Pérez, quien hace una radiografía, desde su perspectiva, de cómo podría seguir evolucionando la pollera. Además habla del relevo generacional, la Ley de indumentarias y la fotografía folclórica como negocio.

Sobre lo autóctono de la pollera versus hacia dónde va, Pérez asegura que tomando en cuenta los costos actuales, las mujeres podrían volver a la sencillez de las primeras polleras. “Debemos ser un poco visionarios, más no siempre significa mejor. Pienso que todo lo que sube tiene que bajar. Llegará un momento en que la gente regresará a la sencillez de las primeras polleras, ya que siento que están un poco saturadas a la vista, con rebozos muy recargados. El vestido debe ser armonioso en todos los sentidos, y la dama debe verse bella con la pollera. No es la pollera la que transforma a la dama”.

“Probablemente, algunas personas no estén de acuerdo con lo que voy a decir. La pollera está evolucionando a niveles en los que debemos reflexionar y ver a dónde queremos llegar. Si la labor es más extensa y hay más cantidad de tela, más mundillo, y más material, lógicamente, el costo será más elevado. Esto ha hecho que la pollera sea prácticamente un bien incomprable para muchas personas. Como resultado, los que poseemos polleras le damos aún más valor. Al momento de venderlas, tenemos mucho cuidado de cómo y a quién se las vendemos”, explica la directora de artesanías.

Añade que los elevados costos han llevado a que las personas aprendan a hacerlas. “Nos hemos dado cuenta de que, aunque no podemos comprar una pollera, podemos hacerla. Esto es parte de la dinámica del folclor, le ha dado valor a otros tipos de polleras de diferentes regiones. Al no poder adquirir la pollera más representativa de Panamá, que es probablemente la santeña de labores corridas, en punto de cruz, zurcidas o de talco; las panameñas nos hemos vuelto recursivas. Estamos viendo con coquetería y buen gusto otros tipos de polleras de menor valor, pero no por ello menos importantes”.

Las polleras de telas estampadas se han vuelto populares, asegura Pérez. Se han tomado la tarea de buscar telas muy bonitas, de organizar los colores e idear formas de confeccionarlas muy bien. “Porque aquí lo que importa es la confección, hemos cambiado las telas para hacer una pollera bonita y agradable a la vista. Además, estas telas nos permiten ponernos nuestros tembleques y nuestro joyero. Lo mismo ocurre con las polleras blancas; buscamos telas ya bordadas, labores industriales que estén dentro de las permitidas para confeccionar polleras”.

La directora hace énfasis en que los tembleques han mejorado en cuanto a la confección. “Ahora están muy bonitos, pulidos y bien armados, con mejor calidad del material. Tenemos pinzas nuevas que nos ayudan a confeccionar mejores tembleques. Hace 50 años, se hacían solamente con tijeras, un alicate y la fuerza de las manos. Todo esto ha cambiado”.

“Es un proceso evolutivo, porque así es la dinámica del folclor. Vamos a esperar a que el pueblo decida qué habrá y hasta dónde llegará la pollera. Puede que hasta aquí lleguemos o nos sorprenda y haya algo más. Todo puede pasar”.

Relevo generacional ¿hay nuevos artesanos?

Lupita Atencio es artesana certificada por la Dirección General de Artesanías Nacionales en Textiles y Manualidades del Ministerio de Comercio e Industria de Panamá (Mici). Mientras se empolleraba para el desfile del año pasado, conversaba con este diario sobre la preocupación por el relevo generacional. “Las jóvenes quieren usar la tecnología y no se interesan por el trabajo artesanal”, para ella es importante que las nuevas generaciones se involucren para poder conservar el patrimonio.

Sin embargo, durante la feria de artesanías el Ministerio de Cultura que se realizó en julio de 2023, se otorgó un reconocimiento a la educación e investigación. Fue recibido por las profesoras Dolores Cordero y Diamantina Herrera, porque están impulsando el relevo generacional.

“Cuando hablamos del relevo generacional no necesariamente estamos hablando de jóvenes o adolescentes, sino de adultos que tienen entre 30 y 40 años de edad, que han despertado su amor por las indumentarias. Esto surgió a raíz de la pandemia, ante la necesidad económica, algunas personas comenzaron a ofrecer clases virtuales, enseñando a confeccionar vestidos, camisolas, mundillos, tembleques, peticotes y polleras. Esto atrajo a un público profesional que, debido a la falta de tiempo para asistir a clases presenciales, optó por participar en lecciones virtuales desde sus hogares”, detalla Pérez.

Este movimiento tiene como objetivo fomentar el aprendizaje y la creación de productos propios. La directora afirma que siempre habrá alguien que se destaque y venda sus creaciones, lo han observado y confirmado al recibir solicitudes de acreditaciones para artesanos.

“Aunque existe un pequeño cambio generacional, es importante señalar que no se trata de un relevo generacional joven. De hecho, en la feria de artesanías tuvimos un concurso de artesanos juveniles que estuvo casi desierto, hay un vacío que debemos llenar. Es necesario incentivar a las escuelas para que enseñen a los jóvenes diversas habilidades, desde tejidos hasta tallado en madera o confección de máscaras. Todo lo que tenga que ver con artesanías”.

La directora comenta que se está colaborando con las direcciones regionales de MiCultura en el interior de la República para promover la enseñanza. En los últimos años, en Panamá ha surgido una “pasión folklórica y un amor por las indumentarias. Hay agrupaciones dedicadas a promover las indumentarias folclóricas en todas sus facetas, y nos estamos acercando a ellas para realizar consultas públicas sobre el tema”.

La pollera no es el traje nacional de Panamá

“El 22 de julio se instituyó como el Día Nacional de la pollera; pero, la pollera no es el traje nacional de Panamá ¿por qué la pollera, ¿por qué no las naguas de las ngäbe, las molas de las gunas o las parumas de las emberá? Para no entrar en esa polémica se hizo la Ley de las indumentarias panameñas, que está muy bien porque rescata todos los trajes”, puntualiza la directora.

La Ley N° 377 que declara las indumentarias tradicionales y sus técnicas artesanales Patrimonio Cultural Inmaterial. “Aquí hay una diferencia para que no haya confusiones, Patrimonio Cultural y Material de la República de Panamá, no de UNESCO. Puede que lleguemos allá, pero todavía falta, sería patrimonio cultural de Panamá porque es el conocimiento que se hereda de generación en generación”.

El reglamento establece que se entiende como indumentarias tradicionales, todas las vestimentas masculinas y femeninas que representan las identidades culturales de las comunidades y regiones del país. “Con esta ley es equitativo, la Nagua es tan importante y tan reconocida como la pollera o como el traje de mola”.

La Ley también reconoce la confección de las indumentarias tradicionales y sus accesorios así como todas las técnicas y destrezas de elaboración manual como parte esencial de la cultura de la República de Panamá.

Fotografía folclórica como negocio

La fotografía, más allá de ser un arte de captura visual, ha evolucionado hacia un enfoque más cuidadoso y respetuoso hacia la vestimenta tradicional, en particular las polleras.

“Los fotógrafos se han dado cuenta de que deben prestar atención al tema de las polleras. No es simplemente tomar una foto porque sepan hacerlo, sino que hay que tener cuidado, ya que una buena foto se puede arruinar si hay un error en la indumentaria o en la posición de la dama. Es necesario que los fotógrafos aprendan a hacer esto. Por eso, observamos que hay fotógrafos especializados en polleras, ya que evidentemente han tenido que sentarse a hacer su tarea”, destaca Pérez.

Añade que en la actualidad existen cursos para aprender a tomar fotos de polleras, así como hay fotógrafos especializados en retratos, paisajes o bodas. “Me parece excelente porque significa que están tratando con respeto nuestras indumentarias. Ojalá ese mismo respeto se extienda a otras prendas, como las naguas o las parumas. Es muy agradable ver que esto ha llegado a ese mercado, que probablemente antes no era considerado”.

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