Eliminemos el ‘viejismo’

Actualizado
  • 09/03/2015 01:00
Creado
  • 09/03/2015 01:00
Este término define el trato inadecuado que se le da a los adultos mayores. Especialistas indican que en Panamá es muy común

El adulto mayor inicia su vida como tal desde los 55 años, para las mujeres y a los 66 años, en el caso de los hombre, según la ley 14 del 22 de enero de 2003, que define el término de tercera edad. Durante estas primaveras de oro se puede presentar el envejecimiento exitoso, que es el de una persona funcional que a pesar de llegar a los 90 años con diversas enfermedades las ha podido controlar y puede salir y hacer todavía muchas cosas. También está la otra cara de la moneda, el envejecimiento en el cual se dan enfermedades en donde se va perdiendo la movilidad, como fracturas de caderas, artrosis de rodilla y demás.

Estos son los principales panoramas que nos comenta la geriatra Lee Anne Goméz, en los que podemos diferenciar a un adulto mayor completamente funcional de uno dependiente. Es durante estas etapas donde la familia debe jugar un papel fundamental para ayudar a que el anciano viva su vejez a plenitud. Es importante que se le tome en cuenta en las decisiones del hogar y se le haga sentir querido por todos en casa, aconseja la especialista.

Para ayudar a que nuestros viejitos tengan una vida feliz, la doctora Lee Anne recomienda estar presente cada día o lo más cerca posible de ellos, ‘ya sea que se encuentren en nuestras casas o que vivan solos’. La presencia de los nietos, plantea la médico, puede llegar a ser la clave de una vejez feliz, la interacción con los niños es una experiencia enriquecedora y les ayuda a mantener su movilidad y sentirse llenos de vida. Brindarles una alimentación adecuada como vegetales, frutas frescas que aporten vitaminas y contribuyan a un estado de ánimo activo.

La geriatra explica que es una buena idea llevarlos de paseo, así como sugiere que una opción muy buena es incentivarlos a realizar actividades de la tercera edad.

En Panamá existen diversas instituciones que realizan eventos para que los abuelos participen y disfruten, es el caso de la piscina de Bethania que cuenta con actividades divertidas los miércoles y viernes en un horario de 7:00 a 8:00 am.

REALIDAD EN EL PAÍS

El ‘viejismo’ está presente cada vez más en Panamá, señala con preocupación Gómez. La médico indica que se trata de cuando los abuelitos van a los diversos centros de atención médica por motivos de urgencia y no se les presta atención inmediata con la excusa de que ‘ya están ancianos y no hay mucho que pueda hacerse por ellos’. Muchos llegan solos, con enfermedades graves y sin un hogar o familia y es cuando se les lleva a los hogares de ancianos para que puedan recibir una atención adecuada.

La Estrella de Panamá visitó el asilo de ancianos San Pedro Nolasco, ubicado en El Chorrillo, allí hay un total de 40 adultos mayores, de los cuales 5 decidieron internarse de forma voluntaria al no tener familia ni un hogar. El resto ha sido llevado por sus familiares o referenciados por la Caja de Seguro Social (CSS), el Hospital Santo Tomás y el Ministerio de Desarrollo Social (MIDES), según la información brindada por Ingrid Ábrego, encargada del hogar.

Willian Benjamín, un abuelito risueño de 81 años de edad, que entre lágrimas, canciones para adorar a Dios y sonrisas, contaba la historia de cómo su sobrina decidió llevarlo al Hogar San Pedro Nolasco cuando sus hijos lo rechazaron por no seguirles dando la pensión que ellos querían, aún ya siendo mayores de edad y trabajando. A William le robaron lo poco que tenía cuando vivía solo en su cuarto en el área de Curundú.

‘Este es mi verdadero hogar, aquí soy más feliz que en cualquier otro lugar, me visten, nos dan muy buena comida, las enfermeras son muy atentas y cariñosas, vamos a la iglesia, a la escuelita; inclusive hace una semana nos llevaron a Gorgona a pasiar’, cuenta mientras parecía saborear todavía el plato de arroz con guandú y gallina de patio que disfrutó en el viaje. El anciano aconseja al panameño poner a Dios en primer lugar, a ser agradecido con sus padres y demás personas.

Otro caso muy curioso es el del abuelito más alegre y bailarín del lugar, que a pesar de no poder ver, nos recibió con una enorme sonrisa y muchos abrazos. El señor Antonio Rodríguez, de 59 años de edad, llegó voluntariamente al hogar luego de que sus hijastros, que fueron criados y educados por él, ‘decidieran que no servía para nada’, ya que por una diabetes no tratada a tiempo —y complementada con un glaucoma— perdió la vista. Su mujer tuvo que irse de casa y sus hijastros nunca más aparecieron. ‘Mi familia ahora está aquí, son mis compañeros y personas como ustedes que vienen y conversan conmigo’, reflexiona el noble señor.

Aunque Rodríguez y Benjamín aseguran que están mejor en este hogar, lo ideal es que la familia mantenga contacto con sus padres, ya que según estudios plasmados en el libro de Howard Cattel, Suicidice in the elderly (2000), la depresión es un factor de riesgo para aquellos que viven en asilos de ancianos y no solo allí sino también para aquellos que viven solos en una casa o son olvidados pero viven con sus familias. Muchos de estos tienen un deseo constante de morir o intentan el suicidio. Este puede estar asociado con más de un 90% de alto grado de depresión y un 60 o 70% por enfermedades físicas de las cuales las más comunes son: cáncer, presión arterial y diabetes.

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