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- 26/08/2013 02:00
- 26/08/2013 02:00
PANAMÁ. Las confesiones que Joumana Haddad hace en Yo maté a Cherezade podrían ser las confesiones de una mujer de cualquier nacionalidad que sufra el machismo de su sociedad. Joumana es una mujer furiosa, que hace uso de su pluma para luchar por la igualdad. A través de sus escritos, esta periodista libanesa desafía sus miedos y los de sus similares. Se atreve a hablar de aquello que su sociedad esconde.
Yo maté a Cherezade fue una de las obras que se presentaron en la Feria del Libro que culminó ayer, Haddad, su autora, vino de Oriente a Occidente para compartir su sentir como mujer, para hablar de la lucha que lleva día a día en su tierra.
Ella apela a hacer despertar a la mujer sumisa y critica aquellas virtudes que se alaban de Cherezade, aquel personaje que es visto como heroína para las damas del mundo árabe..., pero por qué a ella no le gusta Cherezade, si desde niñas a muchas, incluso las que vivimos en Occidente hicieron soñar con ser tan astutas con Cherezade...bellas y astutas. ‘Nunca me ha gustado la trama del soborno al hombre’, dijo la escritora al responder esta pregunta; y se refería a esa actitud de darle sexo para evitar que la golpee, tenerle la comida caliente para que no la maltrate o mantener la casa limpia para que no la insulte. La autora, que creció y vive en Oriente, cree en la igualdad.
Joumana es periodista, poetiza, políglota (entre los idiomas que domina habla muy bien el español) y activista por los derechos de la mujer. En este último rol citado ella aclara que es feminista mas no busca satanizar al hombre y de hecho cree que muchas veces la mujer es la peor enemiga de sí misma. Considera que hay muchas feministas con actitudes muy agresivas contra el hombre. ‘Soy feminista pero creo que el hombre es un socio necesario’.
Esta autora no solo se atrevió a matar a Cherezade, también estableció una revista llamada Jasad, que se traduce como cuerpo. Allí ella habla de la sexualidad, sí, de disfrutar de la sexualidad conociendo su cuerpo. Esta mujer se atrevió a tocar este tema tabú en su cultura a través de una publicación constante. Habla sin reservas del sexo. Cuando esta revista salió a la luz la acusaron de hacer pornografía, le lle garon amenazas y la siguen señalando; mas no se cohibe y sigue.
En sus poemas también se puede ver esa sensualidad tan poderosa que transmite y que no le da pena ocultar. Nunca la ocultado bajo un velo, bajo ningún velo; primero porque creció en un hogar cristiano y segundo porque decidió quitarse hasta los velos sociológicos que se les engrilletan a las mujeres en las sociedades dominadas por el patriarcado.
De Joumana se puede decir mucho, y ella puede decir mucho y entre lo que dice siempre resalta una y otra vez que ser árabe es ser hipócrita. Es que ella declara que esa sociedad vive desde hace dos siglos una gran esquizofrenia. No se puede hacer en público lo que sí se hace en secreto, no se puede decir lo que se piensa y no se puede vivir lo que se dice. Entonces con esto ella deja sentado que ser una mujer en el mundo árabe es una verdadera declaración de guerra.