La tarea de ser chef instructor

Actualizado
  • 18/01/2015 01:00
Creado
  • 18/01/2015 01:00
La pasión y el compromiso detrás de la enseñanza

De todas las ramas que puede escoger un cocinero para trabajar esta profesión, hay una en particular que necesita de una pasión adicional a la de cocinar: la paciencia y entrega de ser docente.

A mí personalmente, me apasiona; pero me apasiona enseñar. Desde niño decía que quería ser maestro, luego en secundaria quería ser profesor de matemáticas, de inglés… fue pasando el tiempo y aplicaba esta pasión en mis trabajos, hasta que llegué a tener el título de cocinero en las manos y llegó el momento en que pude juntar ambas pasiones. Hace algunos años ya, me llamaron para dictar una clase de cocina y desde entonces, no he parado. Pero no es como la gente se imagina, ¡qué va!

El comportamiento del chef en un aula, debe ser diametralmente opuesto al chef dentro de una cocina profesional. Como dice el dicho que cada maestro con su librito, haciendo hincapié en las diferentes metodologías de enseñanza que son tan variadas, como las personalidades de cada individuo, sin embargo, la enseñanza debe traer consigo altas dosis de paciencia, tolerancia, tener en cuenta las prioridades educativas de la institución, utilizar un lenguaje cordial, ceñirse a parámetros en donde, no necesariamente fue uno mismo el que opinó ni sugirió algo.

En una cocina profesional se hace lo que el chef diga, cuando lo diga y como lo diga, en una especia de mezcla entre cocina y academia militar; aunque habrá sus excepciones cordiales, generalmente un chef permisivo con sus decisiones, es sinónimo de caos.

Ahora, dictar alguna clase de cocina no es solamente llegar uniformado y enseñar recetas, o por lo menos no debe ser así. Una clase debe estar llena de compartir conocimientos, de llevar a los estudiantes a un viaje cultural-histórico sobre los ingredientes y su origen, sobre el tipo de cocina específica que se imparta, aportar experiencias personales, conocimientos de viajes, hablar sobre el último programa de moda que les pueda aportar algo a los chicos y chicas, ávidos como una esponja, de absorber todo el conocimiento posible.

Aquí no cabe el chef que grita, ni el que prueba tu comida y la tira a la basura, ni el que insulta a sus colaboradores, ni el que es totalmente anárquico. Existen, pero no debería ser la metodología de enseñanza. Yo, directamente, no estoy de acuerdo con la ley del miedo; prefiero que me respeten por lo que sé, a que me tengan miedo por lo que represento.

Mis respetos para todos los docentes de cualquier disciplina: No es sólo llegar, dictar una clase y seguir cada uno a lo suyo. Lejos de ser la realidad… Semana tras semana hay que planificar la clase, hacer quizzes, parciales, exámenes finales, solicitar los insumos necesarios, acorde con las recetas que se vayan a cocinar, tener a mano material de apoyo para los estudiantes, ingresar en el sistema toda la información, notas, contestar correos a la Dirección Académica, firmar listas de asistencia, imprimir reportes, tener material bibliográfico de apoyo, estar disponible para reuniones de profesores, con los alumnos, solucionar conflictos, hacer visitas de campo… Una lista de las que empezamos y no sabemos a dónde vamos a terminar.

En definitiva, no todos los chefs tienen esa pasión, ni esa paciencia, ni esa vocación de dedicar tanto tiempo, con la menor remuneración que se tiene dentro de la profesión, a compartir el conocimiento; a formar de manera integral a las nuevas generaciones, el relevo generacional, a todos los estudiantes que, en un futuro, van a ser los que escriban una columna semanal como esta.

Feliz Domingo!

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