La fuerza del dragón

Actualizado
  • 30/03/2024 00:00
Creado
  • 29/03/2024 16:40
Autora
Icenit Melgar
Nacida en ciudad de Panamá el 2 de agosto de 1972. Estudió Derecho y Ciencias Políticas en la Universidad Santa María La Antigua. Posee una maestría en Derecho Marítimo de la misma casa de estudios. Posteriormente, obtuvo de la Universidad de Panamá un Diplomado en Genética para abogados y un Diplomado en Derecho Administrativo. Ha desarrollado su profesión en temas de derecho familiar y derecho administrativo. Tiene como pasatiempos escuchar música, la lectura de biografías y colaborar como columnista en ‘La Estrella de Panamá’ con escritos de reflexión, así como en otros medios escritos.

Qiang Chang, es un anciano de ochenta y cinco años, descendiente de inmigrantes chinos que llegaron al istmo de Panamá en 1854, para la construcción del Ferrocarril de Panamá. Sus parientes migraron desde Yangzhou, provincia de Jiangsu, en el este de China donde se cultiva la flor de loto. Emigraron desde tierras lejanas, para procurar a su descendencia un mejor futuro.

Sus abuelos allanaron la ruta para que los padres de Qiang, se dedicaran al comercio al detal de víveres en una tienda ubicada en el populoso barrio “Salsipuedes”. Sus abuelos y padres fueron vistos como ciudadanos de segunda clase, una minoría, porque no eran considerados panameños, pero para luego de siete años del nacimiento de Qiang, en 1939, se presagiaba un cambio casi imperativo y necesario en el que todas las personas nacidas en Panamá, serían ciudadanos panameños sin distinción.

Con el derrotero enrumbado por sus antepasados Qiang, abrió un almacén en la conocida Avenida B, donde vendía desde especias, infusiones carminativas, aditivos para sazonar comida, hasta artículos de ferretería. En la parte superior del local vivía la familia, desde donde se podía aspirar un delicioso olor a “puerquito asado”, como su mujer lo sabía preparar.

Producto de su esfuerzo Qiang y su mujer lograron educar a sus cuatro hijos siendo hoy profesionales que aportan a la economía panameña. Tiene diez nietos, nueve varones y la menor Lian, quien heredó la vena comercial de la familia y a su corta edad promueve entre sus conocidos la confección de cometas y artesanías que desea sean desplegados por toda la comunidad que celebre este 10 de febrero, el año del dragón de madera.

El abuelo Qiang, disfrutó de una cómoda y holgada vida, pero por las precariedades de la edad, su cuerpo no le acompaña para disfrutar de las actividades familiares en estos sus años dorados.

Su complexión física está cada vez más débil y esto le impide moverse con la agilidad con la que solía hacerlo. Sus ocho décadas y un poco más pesan sobre sus espaldas y desde hace años sus pasos se han vuelto escasos, su espalda muestra una curvatura pronunciada y sus frágiles extremidades no pueden con los años. Sin embargo, sus habilidades mentales siguen intactas y ofrece charlas motivacionales a sus conocidos las que comparte gratamente con sus nietos. Pero nueve de ellos están azarados en su propia cotidianidad, y aunque lo desean, no poseen el tiempo suficiente para compartir con el respetado abuelo Qiang. Pero quien nunca evade sus charlas y conocimiento de vida es Lian, la pequeña.

Así conversan día con día de las tradiciones, cultura y de la importancia honrar la sabiduría de los ancianos. Ella le cuenta sus deseos de crear diseños innovadores con imágenes de la naturaleza. Él admira la inocente astucia de su juventud. Ella escucha atenta la voz de su abuelo sintiendo orgullo por la raíz que ha germinado a través de su descendencia.

El abuelo aunque presumía de ser “el chinito” más panameño del barrio siempre estuvo sumergido en su cultura y cuenta a su nieta como participaba con ahínco durante las fiestas del año nuevo chino no solo con comidas, intercambio de sobres rojos, vestidos elegantes, fuegos artificiales, esplendorosos jades sino también bailando la danza del dragón.

En las puertas del nuevo año chino que se avecina abuelo y nieta, celebrarán su primer año de dragón de madera, pues se celebra cada sesenta años. Este simboliza liderazgo, honor y nobleza. Por lo que la ocasión amerita recordar que la tradición cuenta que con constancia lograrás la buena fortuna y tus sueños se harán realidad.

El sueño de Qiang, dejar las cuatro paredes de su habitación y tener la vitalidad de sus años de juventud para disfrutar un solo día de diversión con su adorada nieta y el de Lian, que su abuelo la acompañe en la exposición de sus cometas multicolores las que evocan los lotos más lindos de la provincias de sus antepasados. Ni uno ni otro se cuenta su sueño, uno porque sabe que su movilidad es limitada y conllevaría un gran esfuerzo su traslado hacia el evento y la nieta no comparte el suyo para no incomodarlo.

Luego de su conversación ambos se despiden, con la ilusión de vivir ese momento juntos, aunque saben que la realidad no lo permitirá. Esa noche luego de su conversación, Qiang cae en un sueño profundo luego de ingerir un té de manzanilla y la nieta duerme exhausta luego de organizar sus artesanías, que danzarán en el aire el día siguiente. Amanece el nuevo día y despierta con la promesa de que el verano enmarcará la jornada. Qiang, abre sus ojos con unas reparadoras fuerzas y pide a sus familiares un suculento ”dim sum” donde no faltó el famoso “ham pao“ y se pone de pie listo para acompañar a su nieta a tan añorada actividad.

Los familiares atónitos por la inminente ráfaga de energía lo dejan disfrutar de esa chispeante ola energética. Son las diez de la mañana y Lian, en el evento añora la presen cia de su abuelo y repentinamente lo ve abriéndose paso entre la multitud, quien sostiene una danzante cometa de colores tornasolados que despliegan un hermoso loto. Ambos se acercan y funden su sueño en un gran abrazo.

Fue el té, fue la leyenda del dragón de madera ¿quién sabe? O tal vez el ímpetu que sostiene ese lazo entre dos seres unidos por su fuerza y espíritu indómito, que hace honor a la fuerza del dragón y al estandarte de sus nombres, pues Lian significa loto -aquella flor de características nobles que se impone ante las inclemencias del tiempo- y Qiang significa fuerza.

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