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- 20/04/2024 01:00
- 19/04/2024 18:45
Panalandia, el Festival Nacional de Cine Pobre de Panamá, es más que una presentación de películas y documentales. Del 18 al 20 de abril en el cine universitario se desarrollan conversatorios que han sido bautizados como ‘mesas de diálogo’.
En el teatro universitario al aire libre del campus central de la Universidad de Panamá, lugar donde se lleva a cabo el evento, se abordan diferentes temáticas en la discusión.
Este jueves, por ejemplo, se hicieron dos ‘mesas de diálogo’: ‘Cine, movimiento y país’ y ‘Hacer cine es un arte político’. Nyra Soberón, cofundadora de Mente Pública —gestora de la actividad— y coordinadora de las mesas en esta edición, brindó detalles de estas dos mesas.
En el primero, ‘Cine, movimiento y país’, los participantes expresaron que Panamá desde el inicio de la República siempre ha tenido movimientos populares liderados por estudiantes de secundaria, universitarios, docentes y campesinos. “Durante el siglo pasado fue evidente que las movilizaciones estaban muy en búsqueda de la soberanía territorial y soberanía como identidad, país, cultura. Esa cuestión de, ¿qué somos?, ¿quiénes somos?”.
También quedó claro, agregó Soberón, que la juventud en términos generales ha sido vanguardista en los movimientos populares junto con los otros sectores. “En la discusión quedó clarísima la necesidad del trabajador del arte, en este caso el cineasta, que tiene que buscar formas diversas de participar en esos movimientos populares, no solamente en los momentos creativos, sino a través de todas las facetas posibles. Para ello hay que tener una unidad como trabajadores del arte, sin esperar que el Estado intervenga, eso no es necesario, igual se puede trabajar en unidad”.
Mientras que en la segunda temática se indicó que para definir el arte político “nos alejamos de las interpretaciones clásicas: que la política es el arte de ejercer el poder. Definimos política como cualquier actividad humana y como un arte para defender nuestros intereses, que pueden a veces, resultar opuestos [a lo que se establece]. Por ello, puede darse el conflicto y la necesidad de ponernos de acuerdo y negociar. A partir de esas definiciones, de ese marco teórico, discutimos si el cine era o no un arte político”, expresó a La Estrella de Panamá.
Este viernes se llevaron a cabo las ‘mesas de diálogo’, ‘Festivales de cine en Panamá, ‘Cine panameño’. Hoy sábado se hará otra: ‘cine manifestante’.
Como parte del programa de Panamá se presenta una exhibición de películas. “Se levanta como una plataforma inclusiva, [en la que] la libertad de pensamiento y la lucha por la equidad social convergen. En Panalandia 11 se propone un enfoque que invita a una pausa para reflexionar y explorar diversas perspectivas sociales alrededor del cine a través de mesas de diálogo y proyecciones de películas que desafían y provocan reflexiones críticas”, detalla una nota de prensa.
Este festival de cine desde su primera edición en 2014 “ha desafiado las convicciones locales alrededor de qué significa hacer cine en la región y promovido la reflexión sobre la desigualdad social en cada una de sus ediciones, se ha consolidado como un movimiento que cree en el poder de las historias para inspirar cambios significativos en la sociedad”, sostiene la nota.
A partir de las 6:00 p.m. empiezan las muestras de Cine Pobre y la Vereda Tropical. El programa incluye títulos recientes que atendieron la convocatoria ‘estallido social’ y ‘títulos en retrospectiva de nuestros 10 años’; mientras en la Vereda Tropical se presenta una oferta de distintos artículos por la comunidad artística. El festival cierra todos los días con presentaciones.
Los elementos que se tomaron en cuenta para escoger las películas de este año, fueron principalmente con relación al estallido social [contra el contrato minero y el Estado panameño] (...) Se quiso hacer una relación entre esa retrospectiva y el llamamiento a crear películas con este tema: el estallido social, puntualizó Fanny Huc, coordinadora de programación de Panalandia.
Sobre los filmes, una película panameña es ‘El sistema’, de Mario Fajardo, que aborda “ese velo corporativo en el quedan adormecidos [los ciudadanos] por responder a un salario y a presiones sociales, profesionales y ser productivo, y se deja de ver lo que pasa alrededor”.
Sirve como una introducción para otras películas, como ‘La cuchilla’, de Carlos Alberto León, añadió Huc. “Es la representación de Guatemala que habla sobre los destrozos de la operación de una mina en Guatemala y cómo los ciudadanos decidieron oponerse y quedarse a pesar de que otros fueron desplazados porque se rajaron las casas. Se les hizo insostenible vivir alrededor de una mina”.
‘Silicosis’, de Wainer Méndez, de Costa Rica, habla de la enfermedad pulmonar por envenenamiento por silicio en las minas de Costa Rica. También, ‘Salvemos a Matusagaratí’, de Ligia Arraigada, de Panamá, que habla del sangrado de la laguna para uso privado de la ganadería y la tala de árboles en la provincia de Darién, comentó a este medio.
“También se abordan los derechos de las personas con diversidad de género a través de la película ‘Ixim’, de Alex PV, de Guatemala. Trata de una mujer trans y cómo ha tenido que luchar no solo por ser trans, sino indígena y una mujer pobre. El documental aborda su historia a nivel personal y denuncia también el maltrato que han sufrido otras trans como ella” .