¿Afecta el machismo la intimidad?

Actualizado
  • 10/09/2020 00:00
Creado
  • 10/09/2020 00:00
Un sexólogo analiza el origen de este comportamiento, expone las consecuencias y plantea diversas soluciones para erradicar esta problemática sociocultural

“Espero que seas virgen (la primera vez)”, “yo me haré cargo de todo, tú sígueme”, “deja ya de quejarte”, “si sigues así tendré que buscarme a otra”, “eres frígida”. Si alguna vez ha escuchado o le han dicho estas frases, usted podría estar presenciando o viviendo una situación asociada directamente al machismo, conocido como una actitud de supremacía masculina frente a la mujer.

Para Pedro Rondón, psicólogo especialista en sexualidad, el machismo implica una serie de creencias, actitudes y comportamientos sexistas que presuponen una superioridad, control y dominio del hombre hacia la mujer.

De acuerdo con el especialista, las creencias culturales tienen mayor influencia en este tema. “La sexualidad es una conducta aprendida, en la cual intervienen aprendizajes y condicionamientos que determinan que el individuo adquiera determinados patrones de conducta, según establece la Escuela Bianco”.

“La sociocultura se rige a través de las normas, conjunto de valores, creencias, tradiciones, reglas, religión, mitos y el comportamiento sexual, aceptando o rechazando determinadas conductas sexuales. Estas normas han sido elaboradas por el hombre y generalmente se inclinan a su favor. Los postulados de la Escuela Bianco afirman que las normas son las que indican cómo debe comportarse el individuo en la sociedad”, afirma, y agrega que las personas internalizan las normas, a través de la observación de diferentes personas (padres, familiares, amigos). “Es un proceso de aprendizaje que empieza en la infancia y se consolida en la adolescencia”.

El sexólogo señala que una vez el individuo copia este modelo, luego lo incorpora a su estilo de vida, y empieza a mantener conductas sexuales promiscuas (más de 5 o 6 parejas en un año, por ejemplo).

También indica que se niega a usar preservativos con pretextos asociados a la incomodidad y a perder la sensibilidad durante el acto.

Según Rondón, los varones con este tipo de comportamientos creen que es “su deber” tomar la iniciativa, no denotan preocupación por el disfrute sexual de la pareja, pero sí muestran interés en probar que son buenos en el sexo. “El hombre machista tiene más riesgo de contraer y ser portador de infecciones de transmisión sexual por su promiscuidad y por no tomar medidas preventivas. Aquellos con este pensamiento, consideran que la mujer es quien debe preocuparse de no salir embarazada. Además, creen que el hombre es infiel por naturaleza”.

“Un hombre machista difícilmente puede ser bueno en la intimidad, ya que solo pensará en eyacular y terminar. No estimulará a su pareja, no hará previos para facilitar la respuesta orgásmica, no realizará variantes sexuales ni habrá consenso, por lo cual orientará la actividad sexual hacia sus gustos y preferencias independientemente de que a ella le agrade o no. Tampoco le interesará conocer los gustos de su pareja”, expone.

La región

El experto en sexualidad arguye que en muchos países de Latinoamérica se espera que el hombre y la mujer se comporten de determinada manera, de acuerdo con las normas socioculturales. “Estas normas sociales varían con el tiempo y el lugar”.

En Latinoamérica se mantiene la cultura machista, no tan radical como era hasta fines del siglo pasado, pero aunque hay cambios considera que estos son lentos, plantea el psicólogo.

“En muchas naciones latinoamericanas se han realizado estudios sobre las actitudes y comportamientos machistas arrojando resultados similares, pero de mayor o menor intensidad. Los roles machistas se dan en ambos sexos y Latinoamérica no es la excepción, donde se expresa de forma abierta o solapada, socialmente aceptada como una regla”, asegura.

La comunicación y la empatía son fundamentales para evitar las fricciones.

En ese contexto, puntualiza que el machismo refuerza la sexualidad “obediente” y no consensuada, donde se espera que la mujer “cumpla” con los roles sexuales asignados dentro del matrimonio, sin importar qué quiere ella ni “cómo” sea su vida en pareja ya que “fue educada para eso”.

Repercusiones

Una realidad es que el machismo se manifiesta en diferentes áreas de la sociedad, pero ¿qué ocurre cuando este se aloja por tiempo prolongado en la intimidad de las parejas?

“El machismo sexual es un factor de riesgo en la salud sexual de la mujer, ya que favorece la transmisión de infecciones sexuales por la irresponsabilidad del hombre”, comenta.

En esa línea, Rondón sostiene que la respuesta sexual también se ve afectada ya que es poco probable que el hombre machista se preocupe por los previos, dificultando la posibilidad de la respuesta orgásmica.

“Este comportamiento presiona a la mujer para que emita conductas sexuales determinadas en contra de su voluntad. Las consecuencias sobre su sexualidad favorecen la aparición de disfunciones sexuales en lo referente al deseo, la excitación, la frecuencia sexual y los orgasmos”, explica.

De igual importancia, destaca que el machismo favorece la violencia sexual que causa repercusiones psicológicas, emocionales y físicas. “La violencia es consecuencia del machismo y es utilizada como herramienta de imposición y dominio, a través del uso de la fuerza física o de la manipulación emocional, para lograr fines determinados por parte del hombre sobre la mujer, aunque también se da en ambos sexos”.

Detección y soluciones

Rondón certifica que la mujer puede identificar que está sometida a una relación sexual donde impera el machismo cuando ejerce su función sexual “por cumplir”, independientemente del deseo sexual o su situación de salud.

“Generalmente esto causa que la mujer se sienta indefensa, vulnerable, propiedad de alguien, objeto de uso y disfrute de otro, culpable, con baja autoestima y menospreciada”, destaca.

Un hecho es que el machismo no es solo impuesto por hombres, sino que en algunos casos este comportamiento es consentido por las mujeres.

El sexólogo constata que muchas damas justifican esta actitud por la forma en la cual han sido educadas, miedo, la familia, las amistades, la escuela y la sociedad en general. “Es difícil liberarse de prejuicios, mitos, costumbres enraizadas en la sociedad”.

El especialista registra que la mejor práctica para contrarrestar esta problemática es a través de la educación sexual. “Inculcar valores de igualdad, de respeto, de consenso. El machismo incide en la salud sexual de quien lo practique; es responsabilidad de la familia y el Estado educar en sexualidad para que el machismo no siga sucediendo. Hacer cumplir las leyes, realizar campañas de sensibilización de las consecuencias del machismo y la violencia de sexo”.

Rondón es consciente de las secuelas psicológicas que tiene el machismo, por eso aconseja acudir a terapias de apoyo. “La terapia es necesaria para quien recibe y ejerce el machismo, independiente de su sexo, ya que hay hombres y mujeres machistas que por interés de mantener el control y el statu quo no quieren el cambio”.

Otro punto que resalta el experto es que se deben modificar las cogniciones y aceptar que ambos sexos deben gozar de las mismas oportunidades en condiciones de igualdad, ya que estos factores pueden ser el principio del cambio.

“Es bueno practicar ejercicios vivenciales, donde cada sexo se ponga en el lugar del otro y describan cómo se sienten, cómo piensan, qué creen que se espera de ellos y hablar de las ventajas y desventajas de uno u otro sexo para facilitar la comprensión de la importancia de la equidad”, recomienda.

Rondón concluye que el machismo no conduce a nada positivo, que la equidad de género es indispensable para que haya justicia e igualdad de derechos y oportunidades en todos los campos de la vida, incluso en la alcoba.

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