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Sector hídrico: algunos retos para el próximo quinquenio
- 25/05/2024 13:52
- 24/05/2024 19:30
La abundancia del recurso hídrico de la República de Panamá se muestra a través de su hidrografía con sus más de 500 ríos repartidos entre 52 cuencas a lo largo del territorio nacional.
La vertiente del Pacífico contiene 34 de las 52 cuencas, y la del Atlántico las restantes 18. El territorio panameño está conformado por ríos caudalosos, entre los que se pueden mencionar el Sixaola, el Juan Díaz y el Chagres, y además cuenta con lagos naturales y artificiales que abastecen de agua los ecosistemas, no obstante la disponibilidad del recurso hídrico contrasta con su accesibilidad.
Para entender esto es necesario analizar los resultados del XII Censo de Población y VIII de Vivienda de Panamá realizados en el año 2023 por el Instituto Nacional de Estadística y el Censo (Inec).
Según estos resultados, en Panamá fueron censadas 1.595.492 viviendas, y la mayor cantidad se agrupa en viviendas de tipo individual, improvisada, apartamento o cuarto en casa de vecindad. Dentro de esta agrupación, el mayor porcentaje de población censada vive en viviendas individuales y apartamentos, lo que representa el 84,21% y el 13,69%, respectivamente.
Del total de viviendas individuales, el 77,94% es vivienda urbana y el 96,52% rural; y del total de viviendas tipo apartamento, el 20,07% es urbano y el 1,16% es rural.
Clasificadas las viviendas por tipo y área urbana o rural, el censo clasificó las diferentes fuentes de agua que abastecen a las viviendas en acueducto público del Instituto de Acueductos y Alcantarillados Nacionales (Idaan), acueducto público de la comunidad, acueducto particular, pozo brocal protegido, pozo brocal no protegido, pozo superficial (ojo de agua o manantial), recogen agua de lluvia, río, quebrada o lago, carro cisterna, agua embotellada, o proviene de otra vivienda o comunidad cercana, y otras fuentes no declaradas.
Esta clasificación reveló que en el área urbana el 50,87% de las viviendas individuales se abastece de acueducto público del Idaan, el 3,19% se abastece de acueducto público de la comunidad y el resto de otras fuentes como pozos, carros, cisternas, agua embotellada y fuentes no declaradas.
En cuanto al área rural, el 6,33% se abastece de acueducto público del Idaan, el 16,15% de acueducto público de la comunidad, y el resto de otras fuentes de abastecimiento.
Es decir, el 76,54% de las viviendas censadas se abastece de acueductos públicos del Idaan o de acueducto público de la comunidad (el censo no determina si son juntas de acueductos rurales (Jaar) pertenecientes al Ministerio de Salud).
En cuanto al servicio sanitario, es decir, al tipo de sistema con que cuentan las viviendas para la conducción y/o recolección de las aguas residuales de origen doméstico, en las áreas urbanas las viviendas individuales conectadas al alcantarillado sanitario representan el 28,77%, las conectadas a tanque séptico el 23,73%, y el resto 3,44% utiliza letrina, servicio de hueco, o no tiene sistema de servicio sanitario. En el caso de las viviendas tipo apartamento, el 10,70% está conectado al alcantarillado y el 1,25% a tanque séptico.
En las áreas rurales, el porcentaje de viviendas de tipo individual conectadas al alcantarillado equivale a un 1,04%, que contrasta con el 16,53% de conectadas a tanque séptico.
Un 9,89% a letrinas o servicio de hueco y un 3,06% no tiene conexión a ningún servicio sanitario. En cuanto a las viviendas tipo apartamento ubicadas en las áreas rurales, menos del 0,10% cuenta con algún tipo de servicio sanitario.
Es decir, que un total del 65,17% de viviendas en áreas urbanas y un 17,75% en áreas rurales cuentan con servicio de alcantarillado o están conectadas a un tanque séptico, totalizando un 82,92% de viviendas conectadas a servicios de alcantarillado o tanque séptico.
El censo no acota si las aguas residuales, una vez recolectadas a través de tanques sépticos o alcantarillados, reciben algún tipo de tratamiento antes de ser vertidas a un cuerpo receptor o medio filtrante (ríos, pozos de infiltración, otros).
Con este panorama en el que el 76,54% de las viviendas cuenta con abastecimiento de agua apta para consumo humano y el 39,47% cuenta con la conducción de las aguas residuales a un servicio de alcantarillado, el Estado necesita aún dotar de sistemas de agua apta para consumo humano al 23,46% de las viviendas restantes, y de sistemas de alcantarillado al 60,53% de las viviendas del país.
Sin los sistemas de alcantarillado no es posible conducir las aguas residuales a plantas de tratamiento, como la planta de tratamiento de aguas residuales de Juan Díaz, Caimito o Burunga.
En el año 2016 con el huracán Otto se demostró que Panamá está expuesto a inundaciones urbanas debido a las temporadas de huracanes, cuya trayectoria está cambiando producto del impacto del cambio climático; esto ocurre particularmente en la cuenca del río Juan Díaz, cuenca urbana más inundable del país, por la recurrencia de inundaciones debido a eventos climáticos; inclusive estos eventos han ocasionado pérdida de vidas humanas, pérdidas económicas, y afectaciones psicológicas a sus residentes.
Una de las situaciones que generan las inundaciones en las áreas urbanas se debe a que el sistema de alcantarillado pluvial, es decir el sistema o infraestructura que conduce las aguas de lluvia, fue diseñado bajo normas del siglo pasado, que indicaban que los periodos de retorno eran de al menos 50 años, dato de diseño que ha ido variando en el tiempo por el impacto del cambio climático en los patrones actuales de lluvia.
En el año 2016 se demostró en las modelaciones hidrológicas realizadas por el Municipio de Panamá, a través de la cooperación internacional con el Banco Interamericano de Desarrollo, que en Panamá había eventos en los que los tiempos de retorno superaban los 100 años.
Tal es el caso de la zona de la cuenca del río Pacora, cuya modelación hidrológica realizada por el equipo de consultores contratados por el Banco Mundial, reveló que la zona es propensa a inundaciones, lo que ha permitido entender por qué la pista del aeropuerto de Tocumen suele inundarse.
Frente a esta realidad, otro de los desafíos para el próximo quinquenio será el de adaptar los sistemas de alcantarillado pluvial a los caudales producto de los nuevos patrones de lluvia, donde en un periodo corto la intensidad de lluvia es igual a la que se esperaba en los años 70 en un periodo más extenso.
Además de adaptar los sistemas de alcantarillado pluvial a los nuevos patrones de lluvia, es necesario que la normativa panameña tome en cuenta que en áreas costeras las inundaciones urbanas pueden ocurrir por la combinación entre aumento del nivel del mar o marea, las precipitaciones locales y precipitaciones originadas en la cordillera. Esta combinación requiere que en la normativa panameña se realicen modelaciones que representen tanto el caudal dentro de los ríos o canales que se estén diseñando, como los niveles de inundación en las áreas circundantes a estos diseños.
Al cambiar de visión de diseño basado en niveles es posible cuantificar si los proyectos u obras a construir aumentarán los niveles de inundación en las áreas urbanas existentes.
Los desafíos en agua y saneamiento e inundaciones urbanas tienen su origen en la carencia de la planificación del territorio. Cuando el territorio no es planificado con una visión de 30 o 50 años, la infraestructura existente, como los servicios básicos de agua, salud y conectividad, es decir calles o carreteras, colapsan.
Un ejemplo de esto ocurre en el área de San Francisco, en donde una vivienda unifamiliar que antes alojaba a 5 personas se transforma en un terreno donde se levanta un edificio de 10 pisos con cuatro apartamentos por piso, lo que variará la cantidad de agua requerida de 1.500 litros diarios a 60.500 litros diarios.
De igual manera sucede con el sistema de alcantarillado cuya proyección en su diseño era recolectar solamente las aguas provenientes de una vivienda unifamiliar con 5 habitantes, y ahora será transformada en un área que recolectará al menos las aguas residuales de 200 personas.
Lo mismo pasa con la proyección de los sistemas pluviales que fueron diseñados en el siglo pasado para conducir la cantidad de agua de acuerdo con los patrones de lluvia de ese siglo.
Panamá está implementando los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030. Estos objetivos incluyen alcanzar ciudades resilientes, y en el caso de Panamá, para que logre ciudades resilientes se deben adaptar las ciudades a las nuevas condiciones de temperatura para que sobrevivan y subsistan los ecosistemas actuales.
Los ecosistemas no deben ser vistos solo desde la perspectiva de la naturaleza, como la fauna o la flora, sino entendiendo que los seres humanos formamos parte del ecosistema y somos los mayores generadores de gases de efecto invernadero.
La creación de las ciudades resilientes depende en su gran mayoría de los corredores biológicos, corredores verdes y corredores húmedos, aplicándose en ellas el concepto de las ciudades verdes y azules, lo que permite que el desarrollo urbano incluya formas de amortiguamiento de temperaturas al incluir en los diseños vegetación, tanto para su renovación, conservación o restauración.
Un ejemplo de este enfoque es el Programa Cuenca Urbana Resiliente, proyecto número PN-L1150 de USD100 millones, aprobado el 6 de diciembre de 2018 para el sector de agua y saneamiento de Panamá, con énfasis en el subsector de drenaje urbano, bajo la operación 4704/OC-PN cuyo objetivo es contribuir al mejoramiento sostenible de las condiciones socioambientales y urbanas de la población de la cuenca del Río Juan Díaz (CRJD) mediante acciones para la prevención y mitigación de inundaciones, mejora de la calidad y acceso al espacio público y fortalecimiento de capacidades para la gestión hídrica y territorial.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) indica en su publicación, “Brechas, desafíos y oportunidades en materia de agua y género en América Latina y el Caribe” que la articulación “entre las políticas públicas y la gestión del agua requiere de análisis no solo económicos y ambientales, sino que, además, necesita una perspectiva social que resalte la actual estructura de género que sostiene la gestión del agua en América Latina y el Caribe”.
La Cepal identifica cuatro principales brechas de agua y género: 1) acceso e infraestructura de agua y saneamiento, 2) productividad agrícola, 3) manejo y recolección de agua y 4) gobernanza y participación.
Estas mismas son las brechas que causan que niñas y adolescentes abandonen la educación, puesto que, según el índice de Pobreza Multidimensional de Panamá (2018), la higiene menstrual depende del agua, y si en la vivienda o en las escuelas el acceso a agua y saneamiento es intermitente o no existe, el aseo durante los ciclos menstruales no puede ser efectuado y esto es una causa para dejar de asistir a las escuelas.
Sin lugar a duda, con la identificación de las brechas en agua, saneamiento, inundaciones y ordenamiento territorial es posible establecer acciones que apoyen a la gestión de los recursos hídricos de forma articulada. Un ejemplo de ello es conducir el agua de las calles y sectores que se inundan a tanques de tormentas, y con el volumen almacenado recircular el agua, previo tratamiento para usos como riego, limpieza de calles, lavado de autos, recarga de la cuenca del Canal e inclusive reserva de agua para abastecer a los carros de los bomberos en áreas con baja presión.
Además, en Panamá es imperante la creación de políticas públicas que permitan generar planes, programas y proyectos, con acciones definidas a corto, mediano y largo plazo, como la digitalización de la información, el monitoreo en tiempo real de la calidad y cantidad de agua en las fuentes, el mapeo de la extracción de agua detallado por tipo de fuente, de manera que, basados en datos actuales, se adapte el marco legal que fomente la preservación del recurso hídrico y garantice el desarrollo sostenible del país.