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Sociología del trabajo en Panamá: desigualdad, sindicalización y negociación colectiva
- 14/12/2025 00:00
El análisis de las relaciones laborales desde la Sociología del Trabajo permite comprender cómo se generan y reproducen las desigualdades sociales. Examina cómo el poder, la organización del trabajo y las instituciones influyen en la distribución de recursos y oportunidades dentro de una sociedad.
En Panamá, el crecimiento económico sostenido convive con niveles persistentes de desigualdad, lo que evidencia la fragilidad de las estructuras laborales y los mecanismos de protección social. Este artículo analiza la interrelación entre la lucha contra la desigualdad, la sindicalización y la negociación colectiva, partiendo de la hipótesis de que la garantía efectiva de los derechos colectivos, constituye un instrumento clave para reducir desigualdades y fortalecer la justicia laboral.
Los clásicos de la Sociología vincularon la organización del trabajo con la estructura social. Marx (1867/1975) señaló que el trabajo asalariado bajo el capitalismo genera explotación y reproduce desigualdades estructurales. Durkheim (1893) consideró que la división del trabajo cumple funciones económicas y de cohesión social; mientras que Weber (1922) analizó cómo la racionalización y burocratización moldean jerarquías laborales y oportunidades de movilidad.
En el contexto contemporáneo, Antunes (2009) destaca la transformación del trabajo bajo el capitalismo flexible, con nuevas formas de precarización. Castel (2010) advierte que la desestabilización del empleo estable debilita el Estado social y genera vulnerabilidad. Standing (2011) propone el concepto de precariado, una clase caracterizada por inseguridad y falta de derechos colectivos.
Desde esta perspectiva, la desigualdad social no solo es económica, sino también política: refleja diferencias en el poder de negociación. La sindicalización y la negociación colectiva surgen como mecanismos para redistribuir poder y construir ciudadanía social.
Desigualdad y estructura del trabajo
Según la CEPAL (2023), Panamá sigue entre los países con mayor desigualdad de la región, donde el acceso a empleos formales es limitado y las brechas de ingreso permanecen. El mercado laboral panameño es segmentado: logística, servicios financieros y administración pública ofrecen empleos formales con cobertura social; mientras amplios sectores se insertan en la informalidad, con inestabilidad, bajos salarios y ausencia de derechos colectivos (OIT, 2022). La informalidad afecta particularmente a mujeres y jóvenes.
Esta dualidad limita la organización colectiva. La debilidad sindical y la escasa cobertura de convenios colectivos agravan la situación. Ouriques (2018) advierte que, en economías dependientes, el crecimiento económico no elimina desigualdades estructurales, sino que a menudo las reproduce. En Panamá, esta lógica se refleja en la coexistencia de expansión económica y precarización laboral.
El derecho a sindicalizarse está reconocido por la Constitución, el Código de Trabajo y los Convenios 87 y 98 de la OIT. Sin embargo, su ejercicio efectivo es limitado. La tasa de sindicalización es baja y persisten obstáculos administrativos y empresariales, además de la estigmatización social del sindicalismo.
Históricamente, los sindicatos han defendido derechos laborales y participado en procesos democratizadores, pero también han enfrentado represión y fragmentación interna. Desde la Sociología, la sindicalización constituye un capital social colectivo: permite articular identidades, construir solidaridad y generar poder de negociación frente al capital (Antunes, 2009). Sin sindicatos fuertes, los trabajadores permanecen aislados y vulnerables a relaciones laborales desiguales.
Negociación colectiva y reducción de la desigualdad
La negociación colectiva permite que los trabajadores, a través de sindicatos, pacten condiciones de trabajo, salarios y beneficios. No solo regula la relación laboral, sino que también contribuye a redistribuir ingresos y fortalecer el diálogo social.
La OIT (2020) señala que países con mayor cobertura de negociación colectiva presentan menores desigualdades salariales y mayor estabilidad en el empleo. En Panamá, el marco jurídico reconoce la negociación colectiva, pero su alcance real es limitado: los convenios cubren solo a trabajadores sindicalizados. La tercerización y los contratos temporales reducen la capacidad de negociación.
Desde la Sociología del Trabajo, la negociación colectiva tiene un papel democratizador. Dubet (2006) explica que los trabajadores luchan no solo por salarios, sino también por reconocimiento y justicia simbólica. Fortalecer la negociación colectiva implica redistribuir ingresos y restituir dignidad, voz y poder de manera más equitativa.
El mundo del trabajo atraviesa transformaciones aceleradas: digitalización, nuevas formas de empleo y tercerización desafían los modelos tradicionales de sindicalización y negociación colectiva. En Panamá, esto se suma a la alta informalidad y a la debilidad institucional.
Castel (2010) advierte que la erosión del empleo estable debilita la ciudadanía social, generando inseguridad y fragmentación. Se requieren estrategias sindicales que incluyan a trabajadores informales, migrantes e independientes, junto con políticas públicas que fortalezcan el diálogo social y la formalización del empleo.
La Sociología del Trabajo permite comprender estos desafíos y proponer soluciones basadas en cooperación y solidaridad. La participación del Estado, sindicatos y empresas en espacios tripartitos es fundamental. La cooperación con organismos internacionales, como OIT y CEPAL, puede favorecer políticas de trabajo decente, igualdad de género y fortalecimiento institucional.
La lucha contra la desigualdad en Panamá requiere una mirada estructural que incorpore dimensiones económicas, políticas y laborales. Desde la Sociología del Trabajo, fortalecer la sindicalización y la negociación colectiva es indispensable para avanzar hacia una sociedad más justa.
Como señala Antunes (2009), el trabajo sigue siendo central en la experiencia humana; su degradación implica pérdida de sentido y ciudadanía. Garantizar el derecho a organizarse y negociar colectivamente devuelve dignidad al trabajo y equilibra el poder productivo.
Reducir la desigualdad no depende solo del crecimiento económico, sino de la capacidad de las instituciones laborales para redistribuir poder y proteger derechos. La sindicalización y la negociación colectiva son pilares de la democracia social y económica, y transforman el trabajo en un espacio de justicia, participación y reconocimiento.
El autor es Sociólogo