Sofy Durán: la mujer que horneó un sueño llamado La Cocina de Sofy

  • 12/10/2025 00:00
Aromas de infancia, disciplina y amor por el detalle se mezclan en la historia de Sofy Durán, quien celebra 25 años de sabor con su marca panameña

La puerta se abre y un soplo dulce sale al encuentro. Huele a mantequilla derretida, a ralladura de limón, a hogar. Detrás del mostrador, entre vitrinas impecables y sonrisas cálidas, Sofy Durán supervisa cada detalle de La Cocina de Sofy, la marca que hace 25 años nació de una pasión familiar y hoy se ha convertido en sinónimo de constancia, orden y amor por lo bien hecho.

El lugar tiene algo de casa y de laboratorio. Los envases, alineados con precisión, llevan escritos todos sus ingredientes. No hay espacio para el azar: si un cliente toma un producto, alguien corre a llenar el vacío para que la vitrina siga luciendo completa. Sofy camina entre los mostradores con la serenidad de quien conoce su oficio, pero también con la exigencia de una mujer que no transa con la calidad ni con la sonrisa de su equipo. “Aquí todos deben atender con alegría —dice—, porque la experiencia también se sirve con actitud”.

La semilla del sabor

Todo comenzó en las cocinas de su infancia. Sofy recuerda estar de pie sobre una silla, con un cucharón en la mano, observando cómo su madre y su padre —ambos amantes de la buena mesa— le daban forma a las comidas del día. Pero fueron sus abuelas quienes sembraron la verdadera semilla. De una aprendió a preparar patés y suflés dulces; de la otra, el arroz verde, el pie de pollo y el famoso volteado de piña que los primos disputaban con risas. En cada receta había una historia, una memoria compartida que la pequeña Sofy absorbía sin saber que, años después, se convertiría en su destino.

Ya en la adolescencia, mientras cursaba estudios de mercadeo y publicidad, comenzó a cocinar desde casa para algunos clientes. Su padre, consciente de su talento, le ofreció la oportunidad de estudiar artes culinarias en el extranjero, en una época en la que en Panamá apenas existían escuelas de gastronomía. “Allá entendí que esta carrera necesita disciplina, atención al detalle y pasión por el servicio”, recuerda. De esa etapa trajo una mirada internacional que aún define su estilo: una mezcla de sabores del mundo enraizados en la identidad panameña.

El nacimiento de una marca con alma

Al regresar, fundó La Cocina de Sofy, con un concepto que —dice— “se me hizo fácil porque lo que más me gustaba era atender y ver la mesa completa: la comida, las flores, la atención”. Comenzó ofreciendo servicios de catering y banquetes, en una época en que en Panamá había pocas opciones de este tipo. Sofy cuidaba cada elemento: la presentación, los colores, el ritmo del servicio, la coordinación entre cocineros y saloneros.

Con el tiempo, la empresa creció, cambió y se adaptó. Tras la pandemia, dejó de lado los eventos para concentrarse en la producción y distribución de alimentos con sello propio. Hoy, su planta combina tecnología moderna con el alma artesanal que siempre la caracterizó. En los estantes conviven clásicos como el ceviche de corvina y manzana, presente desde los primeros días, y el célebre cake de limón, cuya versión en potecito —el Antojo de Limón— es una delicia que Sofy describe como “una cosa del más allá”.

También creó una línea keto, pensada para quienes buscan opciones más saludables sin sacrificar sabor. Nada escapa a su mirada: desde la calidad de la mantequilla hasta la claridad en el etiquetado. “El cliente tiene que saber qué está comiendo”, insiste.

El orden como una forma de amor

En La Cocina de Sofy, el orden no es solo una regla: es una filosofía. Sofy exige que las vitrinas estén siempre completas, que el personal sonría y que cada bandeja refleje esmero. “Me gusta que el cliente vea belleza, limpieza y calidez. Si un espacio queda vacío, enseguida debe llenarse. No se trata solo de vender, sino de cuidar lo que proyectamos”.

Su día comienza temprano, recorriendo la planta, observando procesos, corrigiendo detalles, animando al equipo. Habla con todos, escucha ideas, y confía plenamente en la chef ejecutiva Caro García, con quien comparte la creación de nuevas recetas. Algunas surgen de la intuición y florecen rápido; otras tardan meses en perfeccionarse. Varias quedan en el camino. “Detrás de cada producto hay una historia que la gente no se imagina —dice—. Nada sale sin haber sido probado, sin haber pasado por muchas manos”.

Un legado que madura

El aniversario número 25 la encuentra reflexiva. “Estos últimos años hemos fortalecido nuestra cultura interna, nuestros procesos y nuestra estructura tecnológica”, confiesa. La emoción se le nota cuando habla del equipo que la acompaña desde los primeros días, de los clientes que crecieron junto a su marca y de la satisfacción de ver a una empresa panameña alcanzar madurez sin perder su esencia familiar.

El futuro se cocina a fuego lento: una nueva línea de helados y otra de especias están en camino. Pero, más allá de los proyectos, lo que Sofy quiere conservar es la emoción del comienzo, ese amor por los detalles que huele a cocina de abuela, a tardes con sabor a vainilla y a la sonrisa con que cada día recibe a quienes entran por la puerta.

La Cocina de Sofy no es solo un negocio: es una memoria viva, un homenaje a las mujeres que enseñaron que el cariño también se cocina.

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