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- 11/02/2020 06:00
- 11/02/2020 06:00
Hace poco estuve en un encuentro de “ciudades inteligentes” o smart cities, concepto que está cada vez más presente en la agenda de los gobiernos locales a nivel latinoamericano. Me reuní con un gran amigo que, como yo, lleva años trabajando por la implementación de este tipo de conceptos. Estos eventos se prestan para intercambiar información y actualizarse con las tendencias y los avances que sobre estos temas ocurren en todo el mundo.
Ese día hablamos de dos conceptos en particular: él me contó su experiencia con el P.O.T o Plan de Ordenamiento Territorial de la ciudad donde vive (fue él quien se encargó de su actualización) y yo le hablé de Open City o la “ciudad abierta” como concepto de co-creación entre los ciudadanos y las autoridades.
La conversación fue muy animada, pues los temas se mezclan, en un P.O.T se plantea el uso del suelo y se crean las normas que eviten cosas como la falta de espacio público, de transporte público o de cobertura del alcantarillado.
El Open City es un concepto que se basa en asumir la ciudad como algo más que un montón de predios juntos, se ve como un espacio para la creación de comunidades, un escenario donde todos debemos involucrarnos y participar de la solución de los problemas y del goce de los beneficios.
Para crear el P.O.T se requiere la información detallada de todos los predios, todos los servicios públicos, todas las vías y, en general, de todo lo que al final se teje para crear la ciudad.
En el Open City se presume que la información que genera la ciudad es pública y que todos tienen derecho a tenerla, se busca que la transparencia, la participación y los esfuerzos comunes generen apropiación y creen una ciudad para todos.
Cosas como presupuestos participativos, donde los mismos ciudadanos deciden en qué invertir los impuestos, o reconocer que el transporte público es un derecho, y privilegiar a peatones y ciclistas que son mayoría frente a los motorizados que son los menos, permite al final crear proyectos de ciudad más cercanos a las necesidades de la mayoría.
Mi amigo me contó el caso de un barrio donde viven personas de escasos recursos y que por efectos de haber sido fruto de una serie de invasiones de personas que llegaron y se tomaron los espacios de servidumbre, carecía de calles y aceras. La solución de la gente, con su presupuesto participativo, generó la instalación de una serie de escaleras eléctricas públicas que les permiten a todos llegar más fácilmente a sus hogares.
A mí nunca se me hubiese ocurrido una solución así, pero el hecho de alentar la participación en las soluciones de los mismos ciudadanos, permite que la innovación se imponga.
Ese día llegamos a la conclusión de que se puede crear un P.O.T sin participación ciudadana, solo por el interés y voluntad de quienes gobiernan o de algún grupo, pero luego esa falta de participación se va a notar en la resistencia que la ciudadanía va a generar para adoptar los cambios que se necesiten.
Open City, bien aplicado, genera un mapa de acciones que permiten concertar con los diferentes grupos involucrados en los cambios. ¿Dónde hacemos un hospital?, ¿qué calles hacen falta?, ¿hacía dónde debe crecer la ciudad?, ¿qué zona debe dejar de ser residencial y ser ahora comercial? Estas preguntas tienen una mejor respuesta, si todos participamos de su solución.
Nos despedimos ese día con la promesa de otro par de cafés y seguir la charla, seguro que cuando ocurra dará suficiente material para compartirles.