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- 29/06/2014 02:00
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Un emprendedor debe, por definición, buscar un problema para solucionarlo. De la forma como lo logre dependerá el éxito de su modelo de negocio.
Los emprendedores sociales buscan problemas relacionados con nuestras realidades más complejas, problemáticas como la falta de recursos, educación y alimentación. Cuando se logra crear un modelo de negocio que además de ser efectivo soluciona un problema social, es que nos encontramos en presencia de algo ‘mágico’.
A menudo los inversionistas se confunden y piensan que el emprendedor social está ‘solicitando limosna’ o que quiere ‘hacer caridad’. En realidad el emprendedor social crea productos y servicios que solucionan problemas sensibles para la sociedad, logrando que esas soluciones le lleguen a las personas que los necesitan, lo que a su vez genera retorno y fomenta el crecimiento de la sociedad.
Lograr que esto ocurra no es tarea fácil. Pero cuando sucede nacen empresas de alta valoración y de grandes mercados.
En Panamá he conocido algunos emprendedores sociales en áreas como la educación o la ecología, casi siempre relacionados con grupos de responsabilidad social empresas y ONGs. Todavía no he sido testigo de proyectos relacionados con el agro, los alimentos o la vivienda, sectores que en otros países ya se han estado trabajando. Estoy seguro que será cuestión de tiempo para que comiencen a aparecer.
La ventaja de dedicarse al emprendimiento social radica en el tamaño de los mercados. Por ejemplo, si se crea una solución para los pequeños campesinos del interior de Panamá, seguramente que esta solución encontraría mercado afines en cada país de la región latinoamericana dónde existan mercados similares.
Desde hace varios años en las universidades se está incentivando la generación de ‘startups’ o empresas de alto valor, lo que a su vez ha incidido en el aumento de emprendedores en Panamá. Asimismo, crecen los grupos de inversión y otros agentes del ecosistema emprendedor. Tan solo me resta mantener mi fe de que algunos tendrán vocación social. Temas no les harán falta, pues problemas sobran. Lo importante es que se atrevan a imaginar soluciones, que las sometan a prueba y las lancen.
Como mentor de emprendimiento he tenido la oportunidad de escuchar muchas ideas y conceptos, por lo que estoy seguro de su abundancia. Creo que el temor a equivocarse o ‘el miedo de que alguien me cope’ no les permite avanzar más allá. Una idea no vale nada por sí sola, tiene sentido si se articula con las personas y los recursos adecuados, si no queda como un sueño que nunca llega a realizarse.
¿Tiene una idea o pregunta? ¡Compartála! Las ideas que no circulan se mueren. Busque apoyo, reúnase, hable. Haga que las cosas comiencen a pasar.