Yen Video: ‘Crear contenido es un trabajo como cualquier otro’

Yender Fuentes revela cuáles fueron sus primeros trabajos en Panamá, cuenta su historia, habla de sus aspiraciones y de cómo logro ganarse el cariño de los panameños.

Yen Video, como se le conoce en redes sociales decidió mudarse a Panamá hace 10 años. El plan era estar aquí seis meses, hacer dinero y regresar a Venezuela. La situación política, económica y social de su tierra natal no se lo permitió. Se legalizó en el país y empezó a construir nuevos sueños.

Su nombre es Yender Fuentes —en realidad el nombre es un poco más largo pero él prefiere que lo llamen así—. Es creador de contenido en redes sociales. Se ha viralizado en las plataformas por la peculiar forma de promocionar las marcas que lo contratan. En las calles de Panamá, detiene a los transeúntes para hacer dinámicas y que estos puedan recibir premios. A veces es dinero en efectivo, celulares... En una ocasión, le amuebló la casa a una señora.

Lo invitamos a La Estrella de Panamá para que cuente cómo logró ser exitoso en las redes sociales, cómo fue su evolución, cómo lo reciben las personas en los lugares que visita y cuáles son sus próximos proyectos. También habla de su amor por Panamá y lo agradecido que está con el país que le abrió las puertas.

Yen, ¿cómo fue tu infancia?

Tuve una infancia muy bonita. No fue de muchos lujos, pero fue linda. Fui feliz. Soy el segundo de cuatro hermanos, hijo de una mamá soltera que siempre estuvo pendiente de nosotros, trabajando como en 30 mil empleos. Vivía de niñera en niñera. Gracias a Dios nunca me pasó nada malo. Mi mamá siempre estuvo pendiente, pero trabajaba todo el tiempo. No tuve un papá presente, pero más adelante mi padrastro se portó muy bien, y con él nació mi hermano menor.

En esa época, ir a un restaurante de comida rápida era un lujo. Un juguete o ropa nueva era raro. De hecho, la única ropa nueva que tenía era la del 24 de diciembre... ¡y la usaba también el 31! Pero mi mamá se aseguró de que estudiáramos. No me daba lujos, pero me inculcó el estudio. Y gracias a eso saqué una profesión: soy técnico superior en electrónica. Luego vino la crisis en Venezuela y emigré. Pero así fue mi infancia.

¿Recuerdas algunos de esos trabajos que tuvo tu mamá?

Mi mamá fue cajera de supermercado, panadera, vendió empanadas en un puestito... También alquilaba celulares, vendía hielo, helados, tuvo una pequeña papelería... hizo de todo. Yo la ayudaba. Cuando vendía empanadas, ella las cocinaba y alguien las revendía. Pero no tenía quién se las llevara, así que yo me levantaba a las cinco o seis de la mañana y las llevaba caminando hasta el lugar.

¿Qué es lo más valioso que te ha dejado?

Mi mamá es superemprendedora. De ella aprendí eso. Me enseñó perseverancia, constancia, disciplina. Mi mamá era muy puntual y responsable, y eso me lo dejó marcado. Creo que gran parte del éxito que tengo hoy es gracias a esa disciplina.

Me cuentas que estudiaste electrónica, pero cuando eras niño ¿qué querías ser?

Quería ser actor. Siempre lo dije. Mi mamá me decía que era buenísimo pegando mentiras, que ponía los ojitos para pedir cosas y le daba risa. Me decía: ‘Tú vas a ser actor’. Y eso se me quedó grabado. Siempre quise ser actor, pero en el lugar donde vivía no había oportunidades y mi mamá tampoco creía mucho en eso. Por eso estudié electrónica. Pero, bueno, la vida me llevó a algo parecido. Hoy no soy actor, pero estoy cerquita.

¿Cómo llegas a Panamá?, ¿cuál era el plan al venir?

Como muchos venezolanos, mi plan era venir seis meses, trabajar y devolverme. Pensábamos que todo iba a mejorar. Pero no fue así. Llegué con los 500 dólares de entrada, buscando una oportunidad. Y esos seis meses se convirtieron en diez años.

En este tiempo hice de todo. Vendí perfumes en la calle, reparé celulares, vendí cosas, trabajé duro. Luego conseguí un buen trabajo reparando celulares donde estuve casi ocho años. Cuando salí de ahí, empecé a hacer pestañas.

¿Pestañas, pestañas?

¡Sí, pestañas pelo a pelo! Estuve como ocho meses en eso.

También trabajé en La Cáscara, y luego pegué en redes. Pero nunca dejé de hacer videos. Empecé porque no tenía amigos acá, solo llegué con mi hermano, y vivíamos en San Miguelito, en un lugar que era lo más económico, aunque caían balas como llovizna. Como no salía mucho, decidí hacer algo que me gustara, y comencé a hacer videos. La gente empezó a reconocerme en el metro. Me decían: ‘¡Ey, tú eres el de los videos!’. Ahí comencé a hacer amistades, a grabar con otros creadores, y nunca paré.

Recuerdo que los primeros videos tuyos que vi eran colaboraciones tuyas con panameños. ¿Cómo ha sido el cariño del público?

¡Increíble! Ya ni me siento venezolano, de tanto que me quieren los panameños. Me enamoré de Panamá: su comida, su música, su cultura. Ya tengo 10 años aquí. Llegué con 18, ahora tengo 28. Al principio hacía contenido venezolano, pero luego empecé a conectar con creadores panameños como Mariban y otros. Cambié el enfoque y comencé a hacer contenido panameño. A la gente le gustó, y me empezaron a reconocer. El cariño es brutal. Estoy muy agradecido.

¿Qué es lo que más te gusta de Panamá?

¡Uf! Yo creo que a mí me gusta casi todo. Pero una de las cosas que más me encanta son las playas de Colón. Guna Yala también, ¡me fascina! La he visitado bastante. Fui a Chiriquí, a Boquete... ¡Brutal! La infraestructura de Panamá, la ciudad, la Cinta Costera, Amador... son cosas increíbles de ver. Panamá es muy lindo.

Y bueno... ¡unas hojaldras con salchichita en la mañana! Eso también me encanta. Ahorita mismo necesitamos una, creo... ¡Estoy sin desayunar! (Ríe).

¿Cómo empieza ese acercamiento con las marcas? Porque algo que me gusta de tu contenido es que estás ayudando a la gente a través de las marcas.

Descubrí un método que me gustó y lo empecé a implementar porque siento que la publicidad directa ya no funciona. Hasta en la televisión te ponen primero algo divertido, luego la pauta, y después siguen con el programa. Entonces yo dije: “Vamos a hacer lo mismo. Vamos a entretener y a vender”.

Así que siempre regalo algo o hago dinámicas divertidas. Y ahí meto la pauta. Eso hace que la marca venda, pero también que la gente se entretenga. Todos ganan: el público disfruta el contenido, la marca tiene visibilidad, y la persona que participa o recibe algo también se lleva un beneficio.

Cuando llego a la 5 de mayo la gente se vuelve loca. Hay gente que ni sabe qué estoy regalando, y me dicen: “¡Yo quiero participar!”. Y yo les digo: “¿Pero sabes qué estoy regalando?”. Y ellos: “No importa”.

Una vez le amueblaste la casa a una señora, si te veo en la calle también te diría que quiero participar.

La gente ni sabe que voy a regalar, pero no les importa. Les gusta el contenido, les gusta participar. Apenas llego a un lugar se arma el alboroto. Aunque en los videos no se ve tanto, porque muchas personas no quieren salir en cámara, detrás de escena a veces hay como 200 personas. Amo mi trabajo. Creo que por eso todo sale bien, porque lo hago con amor. Amo hacer guiones, grabar, editar, pensar en ideas... me encanta.

Ahora que hablas de trabajo, ¿cómo respondes a quienes creen que crear contenido en redes sociales no es un trabajo serio?

Mucha gente piensa que esto es un hobby. Pero no. Esto es un trabajo como cualquier otro. Ustedes ven el video divertido, pero detrás hay un montón de esfuerzo. Hay tomas que grabamos varias veces, cosas que corregir porque a la marca no le gustó una frase, volver a grabar desde cero... Tengo un editor, una persona que me graba, y ellos también tienen que comer. Esto es un trabajo. Me gusta, sí, y me apasiona, por eso se me hace más fácil.

Cuando te contratan no pagan solo el video de hoy, son años de esfuerzo.

Llevo ocho años dándole. Mientras otros estaban de fiesta, yo estaba grabando. Lo que la gente paga hoy es toda esa constancia.

¿Cómo te ves en cinco o 10 años?

Quiero expandirme. Panamá me recibió con cariño y ahora quiero que ese cariño lo sientan también los colombianos, los mexicanos, los ticos, los nicas... quiero ser conocido a nivel mundial.

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