'Parasite', donde la fuerza de la ciudad cobra vida

Actualizado
  • 15/02/2020 06:00
Creado
  • 15/02/2020 06:00
La cinematografía toma una postura reverencial hacia Seúl tal cual es, hace tomas hermosas que parecen salidas de la nada, en algunos casos hace más hermosos los barrios pobres que los vecindarios más acaudalados

Hoy nuestra entrega de Proyecto Ciudad tiene un matiz distinto. Es imposible voltear la mirada ante las novedades en la industria del séptimo arte.

¿Puede una película llevar de viaje al espectador a continentes lejanos? ¿Puede la representación de la ciudad en la pantalla involucrarse en la trama? ¿Puede la escenografía construir al personaje? En el caso de Parasite, sí.

Este fenómeno de película, dirigida por Bong Joon-ho se exhibió en cines panameños por más de una semana, antes de que hiciera historia en los premios Óscar, esto es un pequeño milagro.

Parasite es un filme con humor duro y satírico hacia la sociedad contemporánea, que ha logrado también un gran éxito de taquilla y ante la internacional, logrando arrugar la hegemonía comercial de Hollywood para hacerse un pequeño espacio.

La República de Corea (que llamamos del Sur) produce y exporta música popular, televisión y cine. Tiene más connotados directores como Park Chan-wook que causó revuelo internacional con su cinta Oldboy en 2003, entre otros.

La ciudad y la arquitectura tienen todo y nada que ver en la trama, y se puede examinar sin revelar la historia.

La cinematografía toma una postura reverencial hacia la ciudad tal cual es, hace tomas hermosas que parecen salidas de la nada, en algunos casos hace más hermosos los barrios pobres que los vecindarios más acaudalados.

Detalles que parecen insignificantes, como las verjas de las casas o las barandas de tubería de acero inoxidable en la vía pública, nos hacen sentir que viajamos. Otros detalles, como las mesas en las aceras donde se bebe soju bajo parasoles y como los restaurantes de entrega a domicilio pegan sus anuncios en las puertas y paredes, son una ventana a Seúl.

Poster de la cinta en Seúl, Corea del Sur.

La historia presenta dos familias que pasan de no tener nada en común a estar estrechamente ligadas. Una familia, muy rica, vive en una casa hermosa, diseño de un arquitecto famoso que vivía allí antes que ellos.

Con diseño moderno y concreto expuesto, la casa de la familia rica se centra en la sala, que mira por una enorme ventana panorámica a un jardín, de grama perfecta y setos de apariencia agreste y controlada a la vez, por el que entra luz indirecta.

En los distintos espacios de la casa, el mobiliario es minimalista y la luz entra regia por ventanales con enormes paneles de vidrio que parecen no necesitar marcos ni divisiones. Cuando oscurece y el paisaje exterior se apaga, un escaparate de vitrina iluminada cautiva la atención; su opulencia contrasta con los duros acabados del exterior y las líneas limpias del diseño de la casa.

Incluso en el sótano, el tablillero donde el ama de casa aliña las conservas en frascos iguales contrasta por su orden y prestancia con la vivienda de la famila pobre.

La otra familia vive en un semisótano. En dos espacios se dividen los dormitorios de los padres e hijos, y el inodoro, para conectarse a la tubería sanitaria de la calle, está en un pedestal. Cuando un negocio vecino cambia la clave, el protagonista y su hermana buscan señal por toda la casa y terminan encimando el excusado en su afán.

La sala-comedor del pequeño apartamento da hacia un ventanal que empieza a la altura de la calle, y fuera de este hay un basurero. Cuando se acerca un borracho con intención de orinar allí, al lado de su ventana, ni el padre de la familia ni su hijo, el protagonista, se animan a intervenir. Ninguna de las dos casas existe, ambas son escenografías construidas para la película.

Un día, tras fuertes lluvias, la familia rica dice experimentar un alivio, tal vez porque refrescara la temperatura o tal vez para regar las plantas. Pero no saben, o no se han querido enterar, de que hubo inundaciones por toda la ciudad y que otros están damnificados y alojados en un gimnasio, sin la posibilidad de regresar a sus casas.

No solo el entorno físico es un contraste, sino las opciones de vida de ambas familias.

Una puede costear tutores para encaminar el desempeño del potencial innato de sus hijos y los exámenes de inglés y de admisión a universidades, que son determinantes para la carrera futura de una persona en Corea. Cuando un amigo universitario regala a la familia pobre una roca cultivada como ornamento, esta descarta su valor simbólico y económico y prefiere sus aplicaciones prácticas más inmediatas, aunque negativas, como le gusta decir al protagonista 'esto es tan metafórico'. Esta familia pobre parece vivir marcada por éxitos y fracasos de su pasado, oportunidades que perdieron por poco margen y talento sin credenciales al que se le da mal uso.

Allí yace el centro de la narrativa, en la postura de los personajes hacia sus oportunidades y talentos. Aunque la película plantea dilemas de la sociedad moderna, no ofrece soluciones simplistas falsas, nos deja la tarea de pensar.

Ahora es probable que se vuelva a exhibir, tras sus premios múltiples, pero espero que las salas de cine locales nos sigan sorprendiendo con estos esfuerzos que hacen, de ampliar la oferta de cine a otros rincones, más allá de lo que produce Hollywood.

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