Vivir sin lujuria
No hay que confundir asexualidad con celibato. El célibe toma una decisión: por motivos morales, religiosos o ahorrativos, decide no per...
No hay que confundir asexualidad con celibato. El célibe toma una decisión: por motivos morales, religiosos o ahorrativos, decide no perder energía a través del sexo. El asexual, por su parte, no necesita sexo.
Tampoco conviene confundir la carencia de impulso erótico con el síndrome de la pareja aburrida: se calcula que el 15 y el 20% de los matrimonios no tienen sexo más de diez veces al año y no por eso son asexuales.
Los asexuales son un grupo casi tan numeroso como los homosexuales. Y un representante de esta tendencia en el mundo es el fotógrafo norteamericano Steven Meisel como antes que él lo fueron Dalí, Chopin e Isabel I de Inglaterra, “la reina vigen”.
Según muchos especialistas, la asexualidad no es una disfunción, sino una orientación. Dentro de la “condición asexual”, hay personas capaces de sentir atracción romántica, pero ningún apetito sexual y personas que no tienen ni una cosa ni la otra. Los que son capaces de enamorarse, suelen buscar y encontrar pareja, comparta o no ésta su indiferencia por el sexo.
Aunque tiene más posibilidades de éxito una relación entre dos personas asexuales, también hay muchas parejas mixtas que funcionan a la perfección.
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