¿Te perdono o no?

Actualizado
  • 20/10/2009 02:00
Creado
  • 20/10/2009 02:00
E n mayor o menor medida, en algún momento todo ser humano ha tenido que experimentar el sentirse herido por otra persona o por cierto a...

E n mayor o menor medida, en algún momento todo ser humano ha tenido que experimentar el sentirse herido por otra persona o por cierto acontecimiento. En otras ocasiones, éste ha sido el protagonista de esa herida dolorosa. Es allí en donde entra en escena el hecho de que algunas veces tenemos que demandar disculpas de los demás y, en otras ocasiones, darlas nosotros mismos.

Cuando se habla de perdón viene a la mente una de las tantas frases célebres del escritor inglés Alexander Pope, cuando dijo “equivocarse es humano, perdonar es divino”. Pero.. sabemos realmente ¿qué es en sí el perdón? De acuerdo con la psicóloga Victoria Paz de Herron el perdón “es un acto de voluntad, eminentemente libre, que nos lleva a sanar nuestro cuerpo emocional; es abrir y limpiar las heridas”, afirma.

Si hay algo que exige fortaleza por parte de nosotros es el perdonar, por lo tanto al hacerlo se reconocen nuestros propios errores y el daño que estos produjeron a nuestros seres queridos. Consonante con la afirmación anterior, luego de que un familiar muy cercano hubiera roto el corazón de Miguel* y le hubiera pedido disculpas tras haber comprendido que cometió un grave error, éste se negó rotundamente a perdonarlo. Por dentro se preguntaba, ¿cree que con un simple perdón podré olvidar lo que me hizo? ¿un perdón podrá borrar todos los momentos difíciles por los que me hizo pasar? Al responderse así mismo con un rotundo no a estas interrogantes estuvo aún más firme en su posición de no dispensarlo. Sin saberlo, Miguel comenzó a emprender un camino que lo tendría atado a un rencor y lo obligaría a aferrarse al resentimiento durante mucho tiempo e incluso toda su vida.

Aunque decirlo sea más fácil que hacerlo, se debe perdonar, más aún es preciso que dentro del vínculo familiar se produzca esta acción. “Debemos perdonar para sentirnos libres, para ‘vivir’ y no ‘sobrevivir’. Debemos perdonar a los que nos hirieron aunque, en nuestra mente lo que nos hicieron sea imperdonable. No es porque ‘merezcan’ nuestro perdón, no es por ellos, es por uno mismo, por nuestra salud mental, física y espiritual. El perdonar y pedir perdón permite que fluya nuevamente la comunicación en la familia”, explica la psicóloga.

Diversos son los beneficios del perdón dentro del vínculo familiar. Esta acción permite instaurar nuevamente la relación perdida con los hijos, padres, cónyuge u otros familiares; es el punto donde se deja a un lado el rol de víctima y se recupera la capacidad de amar.

Por su parte, existe un gran peligro que se produce al estar atado a un odio o herida sentimental ocasionada por algún familiar. Tomar esta postura asegura dedicar buena parte de la energía emocional al resentimiento. “Es muy peligroso seguir ligado al rencor y la rabia que nos generó un ser querido, esto eleva nuestro nivel de estrés. Se suele “rumiar” los rencores, aumentarlos generalmente con fantasías creadas por pensamientos que nada tienen que ver con la realidad y esto pone en peligro nuestra salud mental, obstaculiza nuestro desarrollo personal y profesional, nos conduce a tomar decisiones desacertadas y hace que nuestro cuerpo libere sustancias que tiene efecto negativo sobre nuestra salud”, explica la especialista en el tema.

*El nombre ha sido cambiado para proteger la identidad del entrevistado

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