No olvidemos

Actualizado
  • 18/04/2010 02:00
Creado
  • 18/04/2010 02:00
De todas, era la que más odiaba. Ese cuento en concreto me sacaba de mis casillas. Fue la causante de varios ataques de furia de mi prof...

De todas, era la que más odiaba. Ese cuento en concreto me sacaba de mis casillas. Fue la causante de varios ataques de furia de mi profesor y de por lo menos una visita al despacho de la directora. Y aún hoy, cuando por casualidad me toca escucharla, me vuelve a revolver la bilis. Debe ser que cuando repartieron las virtudes, a mí, la caridad y el desprendimiento no me llegaron, ni un poquito, por lo menos no con la gente que se busca lo que tiene. Me explico, la parábola del hijo pródigo me parece una de las farsas más estúpidas y egoístas que se han contado. Y desde luego está escrita desde la visión del hijo calavera o del padre calzonazos, pero nadie ha puesto en negro sobre blanco la opinión del otro hijo. ¡Oh, sí! me contestarán los de siempre, si que lo hace. Ajá, sí, claro, para putearlo y mandarlo a callar…y no nos engañemos, ¡el otro hijo es el único que tiene razón en todo esto!.. Pues ésa es la misma sensación que yo tengo hoy, mientras estoy escribiendo esta columna. El gobierno no se ha puesto los pantalones, y para no disgustar al hijo malo le sigue dando otra oportunidad.

¿Alguien recuerda, aparte de sus familiares, a los muertos en el bus que se incendió hace unos años? ¿Alguien se acuerda de los cientos de muertos en todos los accidentes que han tenido los buses desde hace años? Accidentes que no lo son, accidentes que no son algo fortuito, sino la consecuencia lógica de la desidia, el poco importa con la vida de los pasajeros, la droga, la estupidez humana y la irresponsabilidad compartida entre los dueños de los cupos, los de los autobuses, los conductores y las autoridades.

Se preguntarán a qué viene esto hoy, ¿Por qué el aullido esta semana? Pues porque considero que de vez en cuando hay que darle un toque de atención a las autoridades. Por si acaso no se han dado cuenta, los buses siguen haciendo exactamente lo mismo que han estado haciendo siempre. Se cruzan de un paño a otro sin duelo, aceleran a velocidades impensables en ciudad, hacen regatas, paran en cualquier sitio, (a pesar de que se les haya eliminado esa parada, a pesar de que haya un letrero de prohibido parar justo delante de sus ojos, a pesar de que hay un policía delante, policía que, obviamente, no mueve una pestaña para imponer la ley). Los pasajeros entran por la puerta trasera, demostrando una completa imbecilidad y un absoluto desprecio por su vida y nadie parece inmutarse.

Pero entonces, de repente, ocurre lo que nadie desea y muere gente.

Al día siguiente de una tragedia salen los mismos de siempre a darse golpes de pecho y a llorar desconsolados, prometiendo mano dura y medidas drásticas, prometiendo seguridad y control, hasta que pasa una mosca en el panorama político y entonces todo se olvida, cada uno sigue con su vida, menos aquellos que la perdieron. ¿Dónde quedó la prohibición de que los “pavos” vayan colgando de la puerta abierta? ¿Dónde quedó la prohibición de rodar con las llantas lisas? ¿Dónde quedó el regulador de velocidad en los camiones y en los buses, que el mismo presidente prometió a toda boca en los medios de comunicación tras la última tragedia? Y tantas y tantas otras promesas de regulación que quedaron en agua de borrajas. No me sirve que me hablen del Metrobus, ¿saben ustedes cuantas personas pueden morir hasta que eso se implemente?

Tantas muertes inútiles, tanto desperdicio de vidas humanas y nada ha cambiado. Al final, el hijo pródigo hace lo que le apetece y encima tiene en perspectiva un jugoso premio en efectivo al final del camino. Al parecer, la mafia del transporte ha conseguido con este gobierno lo que había conseguido con todos los anteriores, tenerlos comiendo de su mano.

Ahora le toca al pueblo… no se engañen señores, a los sinvergüenzas en este país les toca siempre y a los otros, bueno, a los otros siempre se las tocan.

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