Carnaval de Buenos Aires, el anti Rio, revive con la vuelta de los feriados

Actualizado
  • 08/03/2011 12:38
Creado
  • 08/03/2011 12:38
No hay carros monumentales, trajes extravagantes ni bellas mujeres semidesnudas, pero sí un verdadero fervor popular: el carnaval de Bue...

No hay carros monumentales, trajes extravagantes ni bellas mujeres semidesnudas, pero sí un verdadero fervor popular: el carnaval de Buenos Aires, diferente del de Rio de Janeiro, y prohibido por sucesivas dictaduras, revive este año con el retorno de los días feriados.

"El día en que me enteré que volvían los feriados de carnaval, sentí una alegría que no se puede dimensionar", dice a la AFP Mariano Gibault, de 31 años, uno de los fundadores del Centro Murga Los Bohemios de Lugano, un barrio del sur de la capital.

Desde el primer golpe de Estado del siglo XX, en 1930, el carnaval fue sistemáticamente prohibido por cada gobierno militar: la última vez en 1976 fue durante la dictadura más sangrienta (1976/83), que dejó 30.000 desaparecidos según los organismos humanitarios.

A fines de 2010, la presidenta Cristina Kirchner reinstauró el feriado del lunes y martes de carnaval, un reclamo histórico de sectores populares, para que los argentinos puedan participar de la fiesta como lo hacían antaño.

"Recuperar este año los dos feriados de Carnaval, luego de 35 años, fue una reivindicación de una fiesta popular, que durante muchos años estuvo callada y era necesaria en la gente.

Para los militares el carnaval era tabú y esto que se aprecia ahora en las calles, antes era el doble", dice Nicolás 'Tito' Benvenuto, 61 años, director de la murga 'Los Linyeras (vagabundos) de La Boca', la más antigua de las murgas porteñas.

"Allá por noviembre de 1951 se fundó nuestra comparsa, es decir que cumplimos 60 años, casi como yo", cuenta Benvenuto, un descendiente de italianos dispuesto a olvidar por cuatro noches sus tres by-pass al corazón y a disfrazarse en vagabundo y bailar con una pandereta en la mano para vivir su pasión.

"Por cuatro días locos que vamos a vivir, por cuatro días locos te tenés que divertir", cantan los murgueros un tema popularizado en los años 50.Desde el primer carnaval de Buenos Aires en 1869, no es la primera vez que esta fiesta popular renace de sus cenizas.

En 1983, tras la dictadura que la había prohibido, vivió un relanzamiento, con comparsas y murgas (grupo de canto y danza) que salieron a la calles pero sin que se declare feriado nacional.

El barrio de La Boca, enclavado en el sur de la ciudad de Buenos Aires y que se fundó alrededor del puerto y con la inmensa población inmigrante, en su mayoría genovesa, que llegó a Argentina a principios del siglo XX, fue uno de los primeros en hacer tradición el carnaval en la ciudad capital del país.

Pero lo hizo con agrupaciones de bailarines acompañados por bombos y platillos, inspirados en los antiguos bailes coloniales de los esclavos negros, que en las carnestolendas se vestían con los trajes de sus amos, que se ponían con su parte interior para afuera, y desataban sus cuerpos en un desenfreno de cabriolas al son de los tambores.

Ningún investigador puede asegurar con certeza porque desapareció casi por completo la población de raza negra de Argentina, pero su espíritu resucita en el carnaval.

Las endiabladas contorsiones de los murgueros se inspiran en el deseo de los esclavos de sacarse de encima las cadenas y grilletes.Ahora Buenos Aires cuenta con 130 comparsas y agrupaciones, en los casi 50 barrios de la ciudad y aunque la mayoría se solventa con aportes de sus integrantes, la comuna de Buenos Aires hace un ranking que les da derecho a subvenciones.

La murga porteña es diferente de las escuelas de samba brasileñas, tanto como de la uruguaya, cuyo origen son las compañías de músicos gaditanos.No hay en Buenos Aires 'sambódromo' ni asientos VIP: los días de carnaval, se cortan algunas calles en distintos puntos de la ciudad y por ahí desfilan, mientras el público se acerca para disfrutar del espectáculo gratuito, y los vecinos se lanzan en una "guerra" arrojándose agua y espuma.

El revivido carnaval porteño no se parece al de Rio, ni al de Venecia, ni al de Oruro, con un ADN originado en la negritud, en una mixtura con la impronta cultural de los inmigrantes europeos que llegaron en oleadas desde el siglo XIX.

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