Sumergida entre coronas de plumas

Actualizado
  • 07/04/2013 03:00
Creado
  • 07/04/2013 03:00
Mi nombre es Ana Endara, soy panameña y nunca he sido reina. En mi casa nunca se me exhortó a llevar una corona. Con el tiempo me di cue...

Mi nombre es Ana Endara, soy panameña y nunca he sido reina. En mi casa nunca se me exhortó a llevar una corona. Con el tiempo me di cuenta de que esa no era la norma. En este país, ser mujer y panameña te convierte casi automáticamente en una candidata. Y si tienes algo de "simpatía" seguro que alguien te va a pedir que lleves una corona para representarles, ya sea en la escuela, en la universidad, o en el trabajo. Dice el refrán: ‘Deja a cinco panameños juntos y organizan un reinado’.

Elegimos reinas cada día, cada semana, mes y año, en todas las esquinas y rincones de la geografía. Surgen espontáneamente en casi todas las instituciones públicas y privadas; y cuando el asunto no es tan espontáneo, se promueve. Utilizamos un reinado para celebrar carnavales, o como actividad central de un día familiar escolar o también como parte de un programa de motivación organizado por la oficina de recursos humanos de una empresa para sus colaboradores.

Los reinados son maquinarias complejas de muchos componentes; económicos, culturales, tradicionales… y están tan inmersos en nuestra vida cotidiana, en nuestro folklore, que no nos lo cuestionamos. Miles de personas participan de estas actividades, algunas veces esmerándose para mantener una tradición, algunas veces de manera más automática. Pero creo que nadie se hace preguntas como: ¿Por qué tenemos tantas reinas? ¿Para qué sirven las reinas? ¿Para qué le sirve a una mujer llegar a ser reina? Decidí hacer un documental y sumergirme temporalmente en el mundo de las reinas. De mi experiencia puedo contarles que me asombró toda la energía, tiempo, pasión y dinero que invertimos en estos eventos. Y, particularmente, me impresionó que el método para elegir a la niña a ser coronada reina en una escuela pública primaria sea por votación y que los votos sean boletos que están a la venta a un costo de 50 centavos. Los familiares de la niña pueden comprar tantos votos como quieran o puedan, es decir, se corona reina a la niña cuya familia tenga mayor poder adquisitivo. Es obvio que para hacer un reinado se necesita mucho dinero, sin embargo, no esperaba encontrar una enseñanza tan clara sobre el poder de la plata dentro de un simple reinado escolar.

La película Reinas no aspira a ser un documental histórico, ni un estudio antropológico sobre esta tradición en nuestro país. Más bien es un retrato que funciona como un viaje sensorial a través de distintos reinados. En cada uno entrevisté a mucha de la gente involucrada en la producción del mismo, a candidatas, reinas y familiares. Juntas, estas voces van tejiendo una explicación colectiva al fenómeno desde dentro. Mi intención es que el universo hable por sí solo y darle al espectador elementos para que opine o para que se haga preguntas o para que se cuestione sus creencias sobre el asunto. Es decir, traer el tema a la mesa. Por ejemplo, se dice que ser reina es el sueño de toda panameña, yo me pregunto si más bien no se nos educa para tener este sueño.

Reinas tendrá su premiere mundial en el Festival Internacional de Cine de Panamá el próximo 14 de abril en el Teatro Nacional.

DOCUMENTALISTA

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