Nadie cerró el telón

La primera vez que entré al Teatro Bella Vista, del templo de las artes que había sido ese lugar ya no quedaba nada. Los aplausos del pú...

La primera vez que entré al Teatro Bella Vista, del templo de las artes que había sido ese lugar ya no quedaba nada. Los aplausos del público cedieron lugar al rugir de las máquinas demoledoras. Tractores y taladros reemplazaron a las talentosas orquestas y el sordo y monótono sonido de los mazos se escuchaba en lugar de las bandas sonoras de las películas que se exhibían en aquel famoso y emblemático sitio.

------- ¡Qué vaina! ¡En hierro quedó el Teatro Bella Vsta!, comenta sorprendido un indigente que pasa por el lugar, empujando una carretilla frente a los escombros, en la cual depositará algunos fierros retorcidos que luego cambiará por algunos dólares en un sitio de reciclaje. Al final lo que quedó del edificio construido hace más de 60 años fue vendido por algunos dólares. Poca ganancia por una de las estructuras más emblemáticas del arte panameño. Y uno de los edificios más emblemáticos del barrio.

Entrar con mi lente al interior del extinto teatro no me costó nada. A diferencia de varias décadas atrás, cuando en la taquilla se cobraba 50 centavos por función. Entre retazos de maderas, hierros, algunas lámparas y otros escombros me introduzco en lo que queda de la sala. Un detalle me salta a la vista. Hace tiempo que la función acabó para siempre en el Teatro Bella Vista. Sin embargo, a nadie se le ocurrió cerrar el telón...

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