La floración de los guayacanes se convierte cada año, entre los meses de marzo y abril, en un espectáculo visual que pinta de amarillo el horizonte de...
- 26/10/2014 03:00
- 26/10/2014 03:00
La tarde languidece y las sombras renacen. Un mar de peregrinos avanza. La fe los hace arrastrarse por los callejones de Portobelo. Una espectacular atardecer despedía aquel 21 de octubre. A diferencia de otras oportunidades, hoy no le llovería al ‘Naza’.
Turistas, locales, feligreces y una que otra alma en pena se agolpaban a la puerta de la iglesia de San Felipe de Portobelo.
Algunos, extenuados después de la caminata, se zambullían en las templadas aguas de la bahía de Portobelo. Para otros la ‘manda’ no había acabado todavía, por lo que continuaban lacerando sus espaldas con cera ardiente.
Finalmente, sale la procesión. El santo se desplaza sobre una marea humana. Es un espectáculo sorprendente, la expresión máxima de la devoción de un pueblo.