‘México: Identidad Fantástica' inaugura en el Museo del Canal

Actualizado
  • 27/07/2016 02:00
Creado
  • 27/07/2016 02:00
El lunes por la tarde circulaban varias personas por la sala de exposiciones temporales del Museo del Canal Interoceánico

El lunes por la tarde circulaban varias personas por la sala de exposiciones temporales del Museo del Canal Interoceánico. Entre ellas, Rosa María Rodríguez, gerente del programa cultural FEMSA, la curadora e historiadora del arte Emma Cecilia García Krinsky, así como el embajador de México en Panamá, José Ignacio Piña.

El que más ocupado se veía, sin embargo, era el director de museografía del museo, Gabriel Ciniglio, mientras dirigía a quienes trabajaban en los toques finales de la exhibición a inaugurarse esta noche, ‘México: Identidad Fantástica', que reúne 71 obras y fotografías de los mayores exponentes del arte mexicano del siglo XX.

EJES TEMÁTICOS

Esta muestra itinerante, curada por Krinsky, forma parte de la reconocida colección FEMSA, que en 2017 cumple 40 años y actualmente cuenta con más de 1,200 piezas de arte moderno y contemporáneo latinoamericano.

Expuesta en Panamá hasta el 18 de septiembre, luego viajará a Costa Rica y Guatemala, con excepción del cuadro de Frida Kahlo ‘Mi vestido cuelga ahí', que solo se podrá apreciar en el istmo.

UNA IDENTIDAD SIEMPRE FANTÁSTICA

En México siempre se dio un arte fantástico, independientemente de la llegada del surrealismo europeo. Así lo asegura García Krinsky. Cuando llegó a México en 1938 André Breton —el padre del surrealismo—, expresó que se encontraba en un país surrealista por naturaleza.

Esta fue una de las razones por las que se eligió la pieza ‘Títeres', de Antonio Ruiz, como la obra representativa de esta muestra, en catálogos e invitaciones.

‘Es una obra totalmente mágica. Es un circo de marionetas que tiene una lectura de varios planos y eso la hace fantástica, porque son varias escenas en una sola obra', admite la curadora.

NÚCLEOS TEMÁTICOS

Con el fin de ofrecer una experiencia que permitiera conocer el arte mexicano de la primera mitad del siglo XX, se creó una narrativa que empieza en 1914 con una obra cubista de Diego Rivera, bajo el eje temático ‘De la experiencia europea a la escuela mexicana de pintura', y pasa por cinco ejes más. El último , ‘Nuevas tendencias en las artes plásticas' representa la época de la ruptura.

Por encontrarse en Panamá, al final del recorrido encontramos una obra adicional. Se trata de la serigrafía ‘Reflexión', del maestro panameño Alfredo Sinclair.

‘Él es contemporáneo de algunos artistas de la época de la ruptura, una tendencia que nace a finales de los años 50', sostiene García Krinsky. ‘Si ves la obra de Sinclair y la última parte de la exposición hay un paralelismo'.

‘México: Identidad Fantástica' además cuenta con retratos de los autores de las obras, para que el público los conozca en otro plano.

A su vez, se trata de grandes fotógrafos mexicanos, muchos de quienes convivieron con los pintores y, por lo tanto, supieron cómo capturar su esencia.

ARTE POSREVOLUCIONARIO

Antes de la revolución mexicana había mucha influencia europea en el país, pero a raíz de ella se origina un cambio y empieza a imperar un arte figurativo, que busca enviar mensajes directos a la población. ‘Crearles una identidad, después de toda esa influencia europea', manifiesta la curadora.

Los que forman parte del primer eje temático de la exposición son David Alfaro siqueiros, José Clemente Orozco y el mismo Diego Rivera, traído de Europa por el entonces secretario de educación, José Vasconcelos, quien impulsó el proyecto muralista para llevar el arte al pueblo y con él los ideales de la revolución.

El fervor nacionalista, asimismo, llegó a las pinturas de caballete, consolidando el movimiento llamado ‘escuela mexicana de pintura'.

Paralelamente, ya se venía desarrollando la tradición del paisaje en el país. Uno de sus exponentes más reconocidos es Gerardo Murillo, mejor conocido como ‘Dr. Atl', quien desde antes de la revolución quería un cambio en la pintura mexicana. ‘Incluso inventó sus propios colores, llamados 'atl-colors'. De este pintor se expone la obra ‘El maizal' o ‘Milpa seca', con la que se inició la colección FEMSA en 1977.

Las vanguardias también son contemporáneas de la Escuela Mexicana de Pintura. Uno de sus exponentes principales es Rufino Tamayo, quien llegó a pintar murales pero luego buscó alejarse de los ideales propagandísticos. Los artistas que conforman este eje temático seguían las tendencias de los vanguardistas europeos mientras, al mismo tiempo se enfocaban en la creación de arte mexicano.

EL SURREALISMO

Los siguientes ejes de la exposición muestran el ‘Arte fantástico y surrealismo' mexicano, seguido de ‘La llegada del surrealismo europeo'. En el primer grupo encontramos obras de artistas como Frida Kahlo, Antonio Ruiz ‘El Corzo', Agustín Lazo o Juan O'Gorman. Este último, el arquitecto que construyó la casa de Frida y Diego Rivera. ‘Él hacía un arte surrealista en que era irónico, se burlaba un poco de lo que pintaba', señala García Krinsky. ‘Su obra es muy compleja, tiene muchos elementos'.

A pocos pasos de ‘Los mitos' de O'Gorman encontramos ‘Mi vestido cuelga ahí', de Kahlo. A su lado, un retrato del cuadro en proceso, a través del que se pueden apreciar los cambios que le hizo. Fue una obra que inició mientras vivía en Nueva York, acompañando a Diego Rivera que pintaba un mural en el Centro Rockefeller.

Aunque rodeada de los muralistas, Kahlo creó su propio universo. ‘A través de su arte quería expresar todo lo que sentía, es muy figurativa y tiene muchos elementos del arte popular mexicano, pero la temática es totalmente fantástica', detalla la historiadora del arte.

Por su parte, a raíz de la Guerra Civil Española y la Segunda Guerra Mundial aparecieron en México las pintoras Leonora Carrington, Remedios Varo, Alice Rahon y la fotógrafa Kati Horna, todas amigas y cada una con su propio estilo, tras haber convivido y trabajado con los surrealistas en Europa.

Pedro Friedeberg, quien llega de Italia muy niño, establece amistad con ellas y desarrolla una obra propia, ligada a atmósferas fantásticas.

LA ‘RUPTURA'

El recorrido culmina con la obra de los artistas jóvenes en los años 50 y 60, que ya no querían pintar a la manera de la Escuela Mexicana de Pintura ni del muralismo, sino que tenían otra manera de concebir la pintura.

‘Estos artistas eran parte de un grupo, pero no por el estilo, pues cada quien pintaba como quería', explica García Krinsky. ‘Estaban unidos por el deseo de hacer el cambio'.

Para lograr un espacio para sus trabajos, la nueva generación recurrió a las galerías privadas. Esto logró la difusión de su arte y, eventualmente, su aceptación.

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