Rosa y radiante payasada

Actualizado
  • 25/09/2016 02:01
Creado
  • 25/09/2016 02:01
Nadie pensó en que el dinero gastado en semejante telón, en su llevada y en su despliegue, podrían ser mucho mejor utilizados en planes  

No porque sea rosa es menos estupidez. No porque sea octubre es una tontera menor. No porque ustedes, mentes preclaras, piensen que con este apoyo a una buena causa, la estupidez que han hecho se convertirá en menos estúpida.

Me lo imagino como si hubiera estado allí, en el conciliábulo, con teteras de frágil loza china humeantes llenas de té de jazmín, delicadas tacitas decoradas en rosa y dorado, sostenidas con deditos meñiques enhiestos y manicura impecable. Bandejitas llenas de pastelillos libres de gluten, y la cháchara: ‘¿Iluminamos de rosa el magno edificio donde habitan las egregias zancudas?', ‘¡Ay, Puchita, eso ya lo hacemos todos los años! Necesitamos algo diferente, algo grande, ¡algo que haga que las generaciones futuras nos recuerden como las Hellen Keller de la cinta rosada!'.

Entonces, una de ellas, con ademán adusto y gesto preocupado diría: ‘Qué estrés, ¡benditas sean las dos Santa Teresas!, tener que estar pensando en cosas así cuando tan preocupados estamos todos con los originarios en pie de guerra...'

Y allí fue el eureka, la más avispada de esas mentes esclarecidas habrá, sin duda, pegado un bote sobre su sillón forrado de terciopelo grana y haciendo tintinear la frágil porcelana (lo que sin duda sobresaltó a sus compañeros y compañeras de camarilla) habrá dicho: ‘¡Hagamos caso a la orden sagrada dada en el eximio himno nacional, cubramos con un velo aloque del pasado originario el abultado símbolo femenil y la cruz del busto!'

Y allá debió de ser el alborozo y el pongámonos a ello sin demora ni tardanza.

Nadie pensó en que el dinero gastado en semejante telón, en su llevada y en su despliegue, podrían ser mucho mejor utilizados en planes y actuaciones concretas que supongan mejoras ciertas en las condiciones de vida, anímicas o médicas, de las aquejadas por este mal. ¡Quia! Es mucho mejor lo de cubrir la cima de un cerro.

Quisiera yo saber (hasta allá no llega mi perspicacia) si los destacados artífices de tamaño dislate textil han considerado la retirada del mismo cuando ya haya pasado el mes del mercadeo inmisericorde de los miles de objetitos y productos teñidos de todos los tonos del pantone rosa.

Me gustaría saber si a alguna de esas eminentes lumbreras se le ha ocurrido consultar acerca del impacto ecológico que habrá, sin duda, en los kilómetros de flora y fauna amortajados por el sudario rosa durante las semanas que este esté extendido en el horizonte coclesano. Quisiera saber qué han lucubrado y elucubrado para que, en el caso de que el trapo se desgarre y rompa a causa del clima infernotropical que disfrutamos, los pedazos no terminen en las quebradas y, eventualmente, en el mar, enredando aletas de tortugas y ballenas. Que morirán agotadas, sí, pero serán cadáveres flotantes de lo más cuquis.

Pero no, claro que no, la clase gobernante de un país, que tiene como el súmmum de la inteligencia cubrir el supuesto seno de una india pétrea para luchar contra el cáncer del seno, no debe tener masa neuronal suficiente como para pensar más allá de lo bonita que se va a ver la Primera Dama, bandana en cabello, y sonrisa beatífica en ristre, bajando del helicóptero en la cima del cerro.

No, no crean ni por un momento que minimizo el impacto que esta enfermedad tiene en la sociedad. De cerca me ha tocado y entiendo que la prevención es importante, pero mientras el Instituto Oncológico Nacional está peleando por una sede digna, me cabrea sobremanera que los que pueden hacer algo para apoyar en lo realmente importante, estén haciendo patochadas efectistas. Todo por la taquilla.

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