Concesionaria Madden Colón llevó a cabo un simulacro de accidente sobre la autopista como fase final del Curso de Formación de Brigadas de Emergencias,...
- 12/05/2018 02:02
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Nunca fue la luna libre
Nunca corrió por praderas
Ni sus dedos alcanzaron
La verde frente serena
El sol su sonrisa vendió
En mercado de zapatos
El sol dejó su corona
En corrales de caballos
El voraz incendio llegó
Adiós mariposa y niña
Destrucción clara y terrible
Adiós a la bella vida
Mudo canto de la muerte
Opaco vergel de ortigas
Brusco recuerdo de clavos
Muda canción asesina
Clavaron penas de noche
Chispas de terror y plomo
Atormentaron diciembre
Ni enero fue tan penoso
Tácito enigma del llanto
Niña inmolada en adviento
Esas carnes convertidas
En pestilencia y restos
La sorpresa alerta vino
Y no cobijó los sueños
La Niña de Chocolate
No chupará más su dedo
No amagar fue la sorpresa
De lleno el golpe de brazas
Sin contemplaciones ni ascos
La niña llevada en andas
Voz estrangulada y cierta
Oráculo de batalla:
La Niña debe perecer
En medio de llamaradas
Una luz pintando cielos
Humos ácidos y crueles
Aplausos en la cincuenta
Y en el límite desdenes
Un trueno borró los rangos
Aquella ecuación medrosa
General más coroneles
Una iniquidad idiota
Las llamas a media noche
Adelantaron el alba
Acullá fue mayor la luz
La humillación y fantasmas
Con sed de sangre de niña
El alba llegó temprano
Adiós a los chocolates
Adiós muchacho honrado
Enloquecidos relojes
Murió de noche Demetrio
Liado en vendas de fuego
¡Maldigo aquel desatino!
La historia pintarrajeada
Recitó el maldito verso
La llama mordió el barrio
Cuando el sol era cielo
Lamento de Sol herido
Aquel colmillo de perro
Laceró con las injurias
El espacio azul eterno
Un aullido opaco y letal
Pornográfico y lascivo
Nos ahogó con las intrigas
Nos despojó de los himnos
Fuego y garfios dolorosos
Los clavados en la carne
Víctima propicia fue ella
La Niña de Chocolate
Día de dominó y cerveza
Noche de clavo encendido
Manos en cruz de la infanta
La luz murió sin destino
Aletazo del abismo
Quemó inocentes mejillas
Ese olor a carne asada
Esa visión retorcida
De un pobre viejo aburrido
Ahorcaron la doble sena
Ya no hay son en la cantina
El vacío pobló la acera
Los demonios vomitando
Ríe la muerte satisfecha
Pozo séptico de fuego
Adiós barrio de madera
Los cangrejos avanzaron
En pesadilla sin final
Y aquellas ruedas hambrientas
Arruinaron la dignidad
El Manuel de las especias
Triturado por las muelas
Crustáceo y plomo molido
Un retén lleno de penas
Sí sólo por un instante
El humo ahogase las bombas
Al cielo gris galopando
Mil potros en fumarola
Pero el rey Atila cabalgó
Desde la plaza a la calle
Las pesuñas asesinas
Adiós al juego del parque
Humo con sabor a sangre
Que sembró de pesadillas
Las noches de los ancianos
La inocencia de la niña
Ya no hay de donde aferrarse
Atila secó los pastos
Un desierto crece y crece
El fuego quemó los lazos
¿Quién pudiera indiferente
Escaparse del incendio?
Fingir que fue pesadilla
Travesura de un mal genio
¿Quién puede matar recuerdos?
Saltar a esa nube blanca
Sin voltear a ver el barrio
Sin sentir la lengua atada
Olor a sangre quemada
Las botas marchan de cerca
Canción de cuna terrible
La carnicería perfecta
Aunque peor es el olvido
Del horror y la máscara
Prohibido desviar la vista
La memoria desraizada
DAVID ROBINSON
Escritor
Heurístico. Escritor de ideas. Hacedor de palabras. Filósofo descalzo. Inoportunador con especialidad en amigos y alumnos. Y sobre todo: un hombre caradura y feliz. Premiado y mencionado en algunos concursos. Publicado en ciertos libros, antologías, revistas, diarios y desplegados. Biólogo sin cargo de conciencia (gusta de comer huevos de tortuga). Ocasionalmente, y cuando las circunstancia lo obligan, dicta talleres de creación literaria.