Libertad, a través de los libros

Actualizado
  • 11/11/2018 01:00
Creado
  • 11/11/2018 01:00
En el centro penitenciario La Nueva Joya se ha gestado una nueva lucha. Con pocos recursos toma forma un prometedor sistema de bibliotecas

En el pabellón E del centro penitenciario La Nueva Joya los privados de libertad tienen su propia forma de tener las cuentas claras. Debido a su particular situación todo lo hacen con las manos y el ingenio. Por supuesto, necesitan uno que otro recurso que les llega de afuera.

Aunque limitados y aislados del resto de la sociedad, nada ha detenido el deseo de mantener organizadas sus bibliotecas. La consigna es clara y está bien rotulada en la entrada de una de ellas: ‘Lee un libro y viaja afuera, la mente no está presa'.

Así van las cuentas. En la biblioteca del ala norte tienen registrados 724 documentos. En un tablero blanco, con unas gráficas dibujadas a mano llevan las estadísticas que indican que cuentan con 351 libros en la colección bibliográfica y 423 publicaciones seriadas (periódicos y revistas) en la hemeroteca.

Todo el contenido está ordenado según el tema que aborda. Justo a la izquierda, está la hemeroteca donde han colocado en órden alfabético y con cuidadosa estética, las revistas y diarios a los que han tenido acceso.

La mayor parte del salón se ocupa con los muebles con libros acomodados de acuerdo al Sistema decimal Dewey, que divide la colección en las 10 grandes áreas del conocimiento .

Los responsables de esta labor son los privados de libertad Alex Cedeño, Humberto Pitty, Gregorio Alvarado y Rafael Caballero. Cada unose dedica a una tarea específica. Cedeño, quien dirige la gestión bibliotecaria es el encargado de que todo funcione como en cualquier biblioteca del mundo, claro está, dentro de las posibilidades. Alvarado y Caballero se encargan de llevar el registro de los préstamos y son los responsables de que cada documento regrese en buen estado. Pitty tiene la misión de cuidar del orden, el aseo y del diseño de interiores del recinto.

En un pequeño espacio donde se dispusieron varios libros relacionados con finanzas hay un cuadro y el nombre de un excompañero, quien falleció privado de libertad. En honor a él decidieron crear este espacio bautizado Oscar Ibarra. ‘Siempre estaba leyendo', cuentan los hoy bibliotecarios, quienes argumentan que de ese recuerdo nació la idea que se cristalizó el 23 de enero de 2018 cuando inauguraron este centro de aprendizaje.

DE LA MANO DE LOS EXPERTOS

Antes de ese momento ninguno de los involucrados imaginaron que se dedicarían a estas labores. Dada la necesidad de que el proyecto funcionara, entablaron contacto con la Biblioteca Nacional Ernesto J. Castillero R., donde desde el despacho de su directora técnica, Guadalupe de Rivera, se gestionó la dotación de documentos que nutrieran la naciente biblioteca.

La Biblioteca Nacional no solo donó libros. Dado el gran interés que mostraron los detenidos, se autorizó, por parte de Rivera que Fátima Ávila, jefa de la hemeroteca de la Biblioteca Nacional, dictara capacitaciones a quienes se harían cargo de las bibliotecas.

Ávila instruyó a 12 personas. Ella fue quien les habló del sistema Dewey, de las áreas del conocimiento y de la importancia del registro en números de todo lo que realizaban. En las primeras visitas al penal no se observaba lo que hoy son las bibliotecas, asegura la experta.

Sus alumnos se han esmerado en aplicar lo aprendido en clases. Aunque no cuentan con un sistema informático para llevar los registros de adquisición, de catalogación ni mucho menos los préstamos, no se les ha escapado ni una cifra.

Hace unos días la bibliotecóloga volvió a La Nueva Joya a entregar una donación de 300 documentos. Al entrar al recinto, Ávila entró a la biblioteca y quedó parada bajo el Sol y los planetas que lo rodean; una maqueta que colocaron los recién estrenados bibliotecarios en el techo del salón. Fue idea de Humberto Pitty, quien es artesano. Leyendo una de las primeras revistas que le llevaron se encontró con una imagen imponente, que de inmediato trasladó a la parte superior de la habitación. Rápidamente solicitaron apoyo de las autoridades del pabellón, quienes permitieron que sus familiares le hicieran llegar los materiales para la manualidad.

La también magíster en Patrimonio documental recibió un detallado informe de lo que ha ocurrido con todo el contenido que ha llegado. Ávila estaba sorprendida de la claridad con que se le describió cada dato.

En otro cuaderno llevan el control de los préstamos. De enero a septiembre se dieron 939 solicitudes. Gracias a las estadísticas han detectado que las novelas son lo más buscado, sobre todo la literatura panameña que describe la cultura y regiones del país. Entre esos libros más leídos está Pueblos Perdidos del sello editorial Biblioteca Nacional. También piden mucho lo relacionado con leyes y les gustan las revistas porque, según los encargados de los préstamos, ‘los hacen soñar'.

NO SOLO CONMUTAN, SE AYUDAN

Estar a cargo de la biblioteca le ha dado a los involucrados en este proyecto otro sentido a la situación que viven. En el ala sur del pabellón E se encuentra otra biblioteca, un poco menos dotada pero que funciona bastante bien, explicó Ávila. Los encargados de este sector son Javier De Sedas y Emanuel Espinoza. Ambos conmutan pena gracias a este trabajo, pero para ellos el acceso a documentos de valor es una forma de apoyar a los compañeros que se encuentran en otros programas educativos.

Espinoza cuenta que él mismo se ha visto beneficiado. Él está próximo a culminar su bachillerato. Casi termina de pagar su pena y también recibirá un título educativo. Cuenta que cuando necesita hacer alguna tarea, es la biblioteca el lugar al que acude, porque en su caso, aparte de los profesores y de los talleres a los que tienen acceso, ésta es la única vía que tiene para adquirir el conocimiento que desea.

En esta ala también leen mucha literatura panameña y solicitan libros de leyes, estos últimos para estar mejor informados de sus situaciones legales. En este sector, la biblioteca empieza a tomar forma. Los encargados son más jóvenes que los de la Oscar Ibarra, pero se esfuerzan por mantener el orden y el aseo. Con regularidad visitan a sus colegas para observar cómo han adecuado el espacio y así tener ideas de cómo lograr una mejor gestión bibliotecaria.

Estos dos jóvenes ya se encuentran en lo que llaman ‘prelibertad'. Su anhelo es que cuando dejen atrás esas paredes la biblioteca siga siendo una herramienta útil. Desean verla más dotada, con acceso a más novelas y a documentos hemerográficos, que es lo que menos tienen.

LA REALIDAD DEL SISTEMA

Colgados en unos cuadros en la pared están los certificados que los privados de libertad recibieron después de la capacitación de Ávila. Ese fue un paso importante para que hoy, solo unos meses después, las bibliotecas lograran el avance alcanzado. Aunque el sistema penitenciario dispone de un sitio en cada pabellón para este fin, la existencia de estas bibliotecas ha dependido de la voluntad de los residentes del pabellón y del apoyo externo que han encontrado.

La Biblioteca Nacional ha jugado un papel importante en el avance de estos proyectos. El otro pilar, de acuerdo con los propios privados de libertad, ha sido su familia, quienes han aportado libros, maquetas, rompecabezas y otros artículos que les han ayudado a crear un mejor ambiente. Pero cualquiera que esté interesado puede aportar a estas iniciativas a través del departamento de Donaciones del Sistema Penitenciario.

Lo más pobre de su contenido es la colección hemerográfica (revistas y periódicos), porque es a lo que menos tienen acceso sus proveedores. Sus familiares tienen prohibido llevarles periódicos y la Biblioteca Nacional solo recibe los números que necesita para sus propias colecciones. Al ser los periódicos un elementos muy utilizados por ellos dentro del penal, el contenido de la hemeroteca peligra cada vez que se inicia un curso, por ejemplo, en los talleres de artesanía.

ALIANZAS ENTRE INSTITUCIONES

Roddy Geannino, coordinador de Educación del Sistema Penitenciario, explica que gestionan alianzas para que puedan funcionar más bibliotecas dentro de los penales. Tiene presente que las poblaciones pueden ser muy distintas en cada pabellón, por lo que el tiempo que tome concretar cada proyecto puede variar.

Lo principal es estimular al privado de libertad y convencerlo de que aunque esté ahí dentro puede ser útil para la sociedad.

Por su parte Fátima Ávila, de la Biblioteca Nacional, está dispuesta a seguir colaborando con estas bibliotecas. En su última visita les dio algunas recomendaciones sobre conservación, para cuidar la vida de cada documento.

Según las cuentas ajustadas hasta este momento, cada día se realizan cerca de 4 solicitudes de libros en cada biblioteca. A los más asiduos les ha tocado releer varios libros. Les ha quedado marcado el mensaje de la entrada, su mente no está presa y a través de la lectura viajan lejos.

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