Las historias fugaces de Gloriela Carles Lombardo

Actualizado
  • 12/12/2018 01:00
Creado
  • 12/12/2018 01:00
La escritora panameña presenta su primera obra, ‘Fugacidades en un panal de fuegos' , una fusión de microcuentos y micropoemas

Gloriela Carles Lombardo (Panamá, 1977) es una mujer dulce y llana. Cuando conversa esconde, muy bien, la timidez que le causan las entrevistas. Su fluidez para contar historias fue elogiada por el escritor Enrique Jaramillo Levi, quien es el editor de su primera publicación. Con Fugacidades en un panal de fuego debuta en una faceta literaria que ‘siempre' soñó, dice. Pese a su ‘inexperiencia en la escritura y conocimientos básicos', los microcuentos y micropoemas de Carles Lombardo sacuden el alma del lector que se sumerge en cada texto. Un pequeño libro con 101 páginas que habla de la vida misma.

La mujer que de niña disfrutaba escribir y que aún conserva su primer cuaderno de relatos narra a través del prisma que dan sus experiencias de vida. Sus personajes son reales con guiños de ficción que transitan en diferentes temáticas. ‘El libro interpreta, mediante toques, palpitaciones, formas, metáforas y alusiones, una serie de rasgos, creencias, sentimientos y dimensiones culturales relacionados con la percepción de la mujer por ella misma, o por los otros', describe Margarita Vásquez Quirós, exdirectora de la Academia Panameña de la Lengua.

Carles Lombardo matiza que su obra no es feminista, aunque los temas recurrentes sean dedicados al género. ‘No soy feminista', subraya, ‘no me gusta ese término'. Sin embargo, reconoce que ‘el hecho de ser mujer y de haber trabajado durante mucho tiempo con mujeres que padecieron violencia doméstica impulsó mis ganas de transmitir. Necesitaba hablar de ellas, contar cómo se hicieron parte de mi vida', explica la novel escritora.

‘Una fina creadora de mundos minúsculos'. Así la describe Jaramillo Levi. Y es que la panameña creó pequeños universos sin planificarlos, ‘simplemente llegó la inspiración', puntualiza. ‘Escribía sin orden. Sin planearlo. Ni siquiera los poemas. Pero decidí enlazarlos: cuentos y poemas, en uno solo' sonríe.

Para Carles Lombardo, su libro tiene algo de ternura, algo dulce así como la miel de su nombre. Allí ella desmenuza temas que van desde el amor, la infidelidad... hasta la homosexualidad. ‘Así como las abejas recolectan su miel, de esa manera hice mi libro', señala.

Si se pudiese provocar la inspiración, Carles Lombardo no se sentiría libre. ‘Es algo que llega. ¿Te cuento algo?, cuando estuve en un taller ‘al estilo Cortázar', me pedían que escribiese algo y te piden la típica tareíta para el día siguiente. Y tienes que cumplir con la asignación. Esa es una parte un poquito forzada. No me gusta mucho', evoca.

Dicen algunos literatos que ‘un escritor nunca trabaja para el ahora, su intención es trascender', una premisa que comparte Carles Lombardo. ‘Cuando eres escritor, tienes que mirar un poquito lo que puedes cambiar, en el exterior y también en el interior, y lo que puedes mejorar para ser humilde', expresa. ‘La literatura es una terapia. Es una herramienta para cambiar aspectos de la vida. Conozco personas que no son de ir a un psicólogo y cuando leen, mejoran su vida', agrega. ‘Cuando leo vivo, viajo, siento, conozco, aprendo, me motivo, río, me siento acompañada, olvido....', matiza.

‘¿Qué pensamientos envejecen cuando las hebras del cabello adquieren el color del humo blanco?' , reza en uno de sus escritos, una reflexión a la que Carles Lombardo responde: ‘se envejece la soberbia, el orgullo, la inmadurez. Lo que antes te enojaba mucho, ahora no tanto. Comienzas a encontrar la sabiduría'.

En una casa donde los padres son narradores (Gloriela es esposa del poeta y editor Salvador Medina Barahona), las ganas de escribir siempre están presentes. Y también se conserva la tradición de leer un cuento a un niño, antes de dormir. ‘Quiero seguir escribiendo. Me gustaría con mi esposo realizar un trabajo inspirado en nuestro hijo, el pequeño Salvadorcito'.

Frente al peligro de un mundo sin cultura, Carles Lombardo resalta: ‘nos hace falta leer. No le estamos dando la importancia que merece', concluye.

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