Intento único y audaz, mix decorativo. Un bellísimo decoestilístico

Actualizado
  • 13/12/2018 01:00
Creado
  • 13/12/2018 01:00
Este taller se ubicaba en el ala derecha del edificio y el trabajo se inició a finales de noviembre. Aquella fue una labor lenta.

Debemos recordar que la Escuela Normal de Santiago fue inaugurada el 5 de junio del 1938 y, como vemos en esta imagen, se inauguró sin el frontis, aunque, para ese entonces, el taller donde se ensamblaban los moldes y se trabajaron algunos elementos (paneles) decorativos, estaba ya funcionando.

Este taller se ubicaba en el ala derecha del edificio y el trabajo se inició a finales de noviembre. Aquella fue una labor lenta. Era mediados de 1939 cuando se comenzó a ver parte del frontis.

Entonces, ¿cómo es posible que G. E. Montford pintara esta obra y esté firmada en junio del 1938?, si la fecha no corresponde, en absoluto, al frontis de Antonio Rodríguez del Villar, conteniendo, ‘paradoxalmente', el frontis de Miguel Villá.

Este señor, además, conocía bien el proyecto normalista, debido a que ambas propuestas tenían concebidas las decoraciones para las tres puertas que componen este edificio y que eran el frontis y las dos puertas laterales, como de contrato y licitación.

Montford es un personaje del cual tendremos mucho que investigar. Él no es, en absoluto, el creador del frontis de la Normal. Es más, esta tela al óleo constituye una bizarra representación, muy grotesca y ambigua, de la Normal de Santiago.

Por otro lado, sabemos que la única firma encontrada en el portal de la Normal está en la base de la estatua del león colocado a la izquierda, y es la firma de Carlos Isaza, quien estuvo a cargo de los trabajos de la Normal. Desconocemos alguna obra de C. Isaza, ni pictórica ni escultórica, aunque sí mucho se habló y se narra acerca de las construcciones de las gigantes botellas del Ron Ponche Vivian, que la Licorera de Don Wualdo Arrocha le pidió realizar junto a Samuel Ramos (fuente de esta información), además de distinguirse como un fino artesano de los arcos del triunfo para las fiestas santiagueñas.

Carlos Isaza y Angelo Bee Malacarn, este último originario de Belluno, Italia, fue llamado por el presidente J. D. Arosemena al Perú, donde laboraba como constructor diseñador. Curiosamente, Don Bee tenía en Santiago una casa con igual diseño al de la Escuela Normal. Estos personajes trabajaron en todas las fases de la realización de la Normal, pero no podemos considerar que ellos idearon el frontis.

EL FRONTIS DEL MAESTRO ANTONIO RODRÍGUEZ DEL VILLAR

Don Antonio es un escultor que ha dejado una gran cantidad de obras, como el magnífico monumento a la Batalla de Carabobo en Venezuela (1931), muchos bustos y, después de haber realizado el frontis de la Normal, el bello monumento escultórico al Indio Mara en Maracaibo, Venezuela (1949), trabajos en los que el bronce, los moldes amalgamas, el granito y las losas decorativas son una constante.

Rodríguez del Villar es un intérprete del neoclasicismo, sin quedarse atrapado en los fieles principios que guían este estilo. A través de su vida artística, deja huellas indiscutibles de su interpretación y avances estéticos. Los notamos en la retórica ilustrativa de sus primeras obras, en las que siempre están presentes los artistas de referencia: Francesco Sabatini, José Moreno Carbonero y la fuerte cultura que busca inspiración en el pasado clásico. Junto a estas, poco a poco, van madurando las nuevas ideas, existentes en la Europa conservadora y nacionalista, donde la Florencia italiana es vista como meta y academia para alimentarse de los grandes valores de la nueva Europa que es, por eso, meta para los artistas renovadores del nuevo clasicismo. Es en ese momento cuando Del Villar proyecta el frontis de la Normal en 1938.

La nueva visión del clasicismo incorporaba, con mucha inteligencia, los antiguos lenguajes artísticos de Romano Romanelli, Angiolo Vannetti y Ulderigo Conti hasta muchos españoles que monopolizaban el periodo fascista y franquista, quienes realizaron obras que se extendieron hacia el continente americano.

Hoy sus obras son admiradas en muchas instituciones oficiales, desde el misterioso Vannetti, creador de la estatua ‘Hacia la luz' en la Universidad de Panamá, así como Ulderigo Conti, autor de ‘El indio Urracá' ubicada en los jardines de la Normal, entre otros. Trabajan sus obras bajo la facundia triunfalista del nuevo renacer clásico, algunos de ellos con mucha maestría.

Es así que para el frontis Don Antonio incorpora a la estructura clasicista del Portal del Colegio Calatrava de Sevilla una serie de decoraciones que toman como referencia el estilo plateresco español en el frenesí de sobreponer las continuas referencias decorativas.

De esta forma, trata de crear espacios con inteligentes alusiones, a través de bustos, retratos de personajes, ambiguas figuras clásicas, alegorías, columnas y losas barrocas, copias de obras maestras que colman el colectivo significado de la Gran Alma Mater, siendo esta la idea central de toda esta mezcla de diversos motivos.

No podemos afirmar que el frontis de la Escuela Normal y su vestíbulo sean de estilo plateresco ni mucho menos barroco. Sí podemos afirmar que el mix decorativo creado por Antonio Rodríguez del Villar es un intento único y audaz. Es tal el virtuosismo de sus innovaciones y contraposiciones estilísticas que le proporcionan una verdadera peculiaridad a esta obra, que, además, introduce elementos criollos panameños con mujeres empolleradas y adornadas a nuestra manera.

Un bellísimo decoestilístico fuera de los contextos rígidos de los purismos estéticos y que, sorprendentemente, mantiene su majestuoso llamado al barroco, al plateresco, sin absolutamente serlo, porque es el introvertido toque genial del profundo sentir del artista Antonio Rodríguez Del Villar proyectado a través del ‘conservacionismo neoclasicista'.

Tomado de El Escorial de América, los misterios de las decoraciones de la obra veragüense .

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