Isabela Tasende: 'La JMJ, con la mirada de los jóvenes'

Actualizado
  • 06/02/2019 01:00
Creado
  • 06/02/2019 01:00
Una semana antes de la JMJ, se inició la pre-Jornada. Jóvenes de diferentes movimientos religiosos

Meses antes de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), el tema ya estaba gastado. De parte de los jóvenes, se escuchaba una mezcla de condena e indiferencia. Si bien es cierto que algunos mostraban una preocupación genuina por el bienestar del país, la mayoría veía este evento como un simple inconveniente, una pausa de una semana en sus vacaciones y actividades sociales. Redes sociales como Twitter se llenaban de críticas que recibían respuestas como: ‘¡Ya paren de hablar del tema!'. Pocos eran los que, gracias a sus círculos sociales o afiliación religiosa, esperaban este evento con ansias y esperanza. Incluso dentro de estos círculos, la constante exposición de la JMJ y su contenido, sin duda con el fin de emocionar a la población, terminó irritando a los jóvenes. Uno de ellos incluso afirmó: ‘La JMJ es como el cambio climático; puede ser muy importante, pero entre más me hablan de él, más me irrita.'.

Una semana antes de la JMJ, se inició la pre-Jornada. Jóvenes de diferentes movimientos religiosos, como franciscanos o agustinos recoletos, se reunían en espera de la visita del papa. Llegaban peregrinos y voluntarios de todas partes del mundo, y el pueblo panameño los recibía curioso: ¿Serán amables? ¿Vendrán a robar? ¿Hablarán español?

Al iniciar la JMJ, el aura de Panamá cambió. A los inscritos en esta jornada les esperaban caminatas kilométricas y comidas rápidas; largos tiempos de espera y deshidratación. También les esperaban amistades extranjeras, un repertorio nuevo y variado de canciones polacas, y pulseras intercambiadas. Les esperaban viajes en buses en los que no cabía una persona más, pero donde el pequeño espacio que parecía sobrar se llenaba de energía positiva.

Todo esto caracterizó la JMJ. Más allá de un evento religioso, la JMJ fue un encuentro cultural de sonrisas, donde los buseros pedían que volvieran a cantar la canción, los policías preguntaban, preocupados, si estabas perdido o necesitabas ayuda, y los pitos en la calle que, usualmente significan acoso, eran de conductores sonrientes que alentaban la caminata. El aura de felicidad y positivismo fue contagiosa, y esa amiga que le había dado retuit a la queja, escribía en mensaje privado pidiendo entradas para la misa con el papa.

Una semana después de la JMJ, regresamos a la realidad con tristeza y cansancio. Si bien hay en cantidad cosas que criticar, la JMJ demostró que Panamá no solo es un país capaz de organizar eventos a gran escala, sino que además es un centro turístico, con personas amables y acogedoras. Esta jornada demostró que los jóvenes somos una fuerza dentro de esta sociedad, y que nuestras acciones y opiniones tienen un impacto. Como dijo el papa Francisco, más que ser el futuro, somos el presente de Panamá y del mundo. Al culminar este evento, solo queda pelear por mantener esa felicidad y energía, aferrarnos a los mensajes de unidad, misericordia y paz, y convertirnos en agentes de cambio en nuestro entorno.

ISABELA TASENDE: ESTUDIANTE DE 17 AÑOS, CURSA SEXTO AÑO DE BACHILLER DE CIENCIAS Y LETRAS. LE INTERESA EL DEBATE, EL TEATRO Y LA LECTURA, Y EN UN FUTURO ESPERA PODER ESTUDIAR PERIODISMO DE INVESTIGACIÓN.

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