Nervios de noche de estreno: ‘La puerta de al lado'

Actualizado
  • 12/02/2019 01:00
Creado
  • 12/02/2019 01:00
Entre discusiones que muestran cuán distintos son estos dos solteros, poco a poco se desarrolla un interés romántico entre ellos 

Las noches de estreno de una obra de teatro pueden ser emocionantes. En ese momento estelar, luego de muchas horas experimentando en ensayos varias formas de darle movimiento y voz a un texto, todo el equipo teatral puede finalmente mostrar su propuesta al público y recibir su reacción.

En el caso del estreno de ‘La puerta de al lado', en el Teatro La Estación, hasta el 23 de marzo bajo la dirección de Arturo Wong Sagel, quizá los nervios traicionaron a los actores y no pudieron mostrar en su totalidad cuál es su propuesta para esta obra. Con algunos textos aún por aprender, sin haber establecido la química necesaria para explorar la dinámica entre sus personajes, y con un ritmo bastante disparejo, fue difícil para mí dejarme llevar por la obra.

La trama de ‘La puerta de al lado', escrita por Fabrice Roger-Lacan, tiene todas las peculiaridades de una comedia romántica. Dos vecinos, una psicóloga (interpretada por Ana Alejandra Carrizo) y un gerente de mercadeo (interpretado con mucha energía por Amit Nathani) parecen destinados a una guerra eterna sobre el volumen adecuado de la música, filtraciones de agua y pérdidas de llaves.

Entre discusiones que muestran cuán distintos son estos dos solteros, poco a poco se desarrolla un interés romántico entre ellos. Ambos luchan por evitar materializar esta irracional atracción, al mismo tiempo que visitan una aplicación de citas por internet que les ofrece sugerencias de personas compatibles, pero por las que no sienten atracción.

En realidad, el texto de la obra es mucho más interesante que una versión teatral de la muy zonza ‘Tienes un e-mail', con Tom Hanks y Meg Ryan.

La estructura de la obra rompe con la convención de establecer los elementos que unen a los personajes primero antes de revelar sus conflictos y enfrentarlos para que los resuelvan. En esta obra, luego de unos cortos monólogos, el texto va directo al conflicto y requiere que los actores desde el principio suban la energía al máximo y la mantengan a ese nivel casi hasta la última escena.

En muchos sentidos, los actores se enfrentan al mismo reto de obras como ‘Traición', de Harold Pinter, donde conocemos a la pareja luego del final de la relación, para entonces comenzar un viaje retrospectivo que nos lleva a entender cómo empezó el romance y también por qué acabó como lo hizo.

Como Pinter, el texto de Roger-Lacan le exige a los actores hacer conexión con el público mostrando las peores características de sus personajes. Las risas y aplausos que llenaron la sala la noche de estreno, en particular en el segundo acto, sugieren que esa conexión se logró. Aún más interesante, los actores tienen la tarea de explicarle al público algunos de los movimientos y decisiones que toman sus personajes. En medio de sus discusiones, por ejemplo, ellos se dirigen al público y explican por qué en ese momento la obra está rompiendo con convenciones teatrales. Quizá por los nervios, estas transiciones se presentaron sin aportar mucho a la experiencia del público o sin una clara propuesta.

Hace poco un amigo me preguntó si el Teatro La Estación mostraba obras de la calidad del Teatro Aba. No sé qué quiso decir mi amigo con la pregunta, pero sí sé que el Teatro La Estación se ha distinguido por presentar textos complejos y propuestas bien logradas. En este caso, hay que aplaudir y apoyar la escogencia de un texto con tantas posibilidades de interpretación, y a la misma vez, entretenido y relevante.

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