Los castillos japoneses

Actualizado
  • 05/05/2019 02:02
Creado
  • 05/05/2019 02:02
Estas edificaciones surgen como defensa en un período conocido como sengoku, o estados guerreros. Se estima que durante esta época hubo en Japón entre tres y cuatro mil castillos

Cuando pensamos en castillos, las imágenes que vienen a nuestra mente son usualmente los europeos, construcciones ciclópeas con fosos, puentes levadizos y arqueros apostados en el muro perimetral. Los castillos japoneses tienen particularidades que los diferencian de sus parientes europeos. De ellos y su historia, escribimos hoy.

UN POCO DE HISTORIA

Durante el período Muromachi (1333-1568 o 1573), el sogunato de Kamakura cae, lo que trae como consecuencia un período de inestabilidad social con guerras entre los diferentes clanes. Una de las clasificaciones de los estudiosos es la llamada Sengoku o de ‘los estados guerreros' (1467-1568), y estiman que durante esta época hubo en Japón entre tres y cuatro mil castillos.

Estas edificaciones surgen como defensa y alcanzaron la máxima cantidad durante el período Momoyama (1573-1600). Tenían funciones: usualmente albergaban un centro de gobierno, la residencia del Daimyo —Señor feudal— y torre de defensa, por lo que su construcción debería ser inexpugnable y además reflejar el poderío de su dueño.

A medida que los diversos clanes lograron unificarse bajo el sogunato de Tokugawa disminuyó la necesidad de defensa y se limitó su uso, se impusieron restricciones a la reparación y era obligatorio tener permiso para llevarla a cabo. Muchos terminaron abandonados, otros fueron desmantelados para vender los materiales, algunos sucumbieron a los incendios y finalmente en el siglo XX otros sufrieron devastación por la Segunda Guerra Mundial.

Los castillos japoneses se agrupan en cuatro categorías: El Castillo de Maruoka (1576) en Fukui es un ejemplo de yamashiro , construidos en las cimas de las montañas en terrenos difíciles utilizados en tiempo de guerra. Los hirayamajiro , en cerros o planicies elevadas, con paredes de piedra, fosos o trincheras para la defensa. El más famoso es el Castillo de Himeji (1346) en Hyogo. Los hirajiro son los construidos en terrenos planos rodeados de un poblado que servía como oficinas administrativas por lo que no estaban bien defendidos, como el Castillo de Matsumoto (1504) en Nagano. Finalmente los mizushiro o castillos de agua, construidos cerca de grandes masa de agua, el mejor ejemplo es el Castillo de Azuchi (1576) cerca del lago Biwa, que fue completamente destruido en 1582.

SU CONSTRUCCIÓN

La estructura principal es el tenshukaku que consta de dos partes: una base de piedra y sobre ella el edificio principal ( donjon ) de madera. El donjon consta de varios pisos y una torre de vigilancia. Debido a los ataques incendiarios la madera se cubría con yeso. Se utilizaban grandes extensiones de terreno para la construcción del complejo pues la idea era que el acceso fuese difícil en caso de sitio y las ciudades se construían a su alrededor. Un ejemplo es el castillo de Osaka (1583), que abarca una superficie de un millón de metros cuadrados.

Para defenderse de los asedios, en algunas ocasiones el castillo estaba enclavado en el centro del terreno. Como medida de precaución, no se podía acceder a ellos en línea recta, por ejemplo, en el castillo de Himeji de la puerta hishinomon a la entrada principal del castillo hay cien metros en línea recta, sin embargo, para llegar hay que avanzar por una compleja ruta llamada nawabari , una suerte de laberinto en la que hay que atravesar seis puertas más ( Inomon, ronomon, hanomon, ninomon, honomon y henomon ) que hacen que la distancia se triplique alcanzando más de trescientos metros; a lo largo del camino había miles agujeros de sama (aspilleras) de los cuales les disparaban con arcos y con rifles de pedernal o mecha a los atacantes. Actualmente, muchos de los turistas que lo visitan a diario se pierden en el camino.

LOS CASTILLOS EN LA ACTUALIDAD

En Japón existen cinco castillos declarados tesoro nacional: Matsumoto (1591) en Nagano, Inuyama (1440) en Aichi, Hikone (1603) en Shiga, Nijo (1601) en Kioto e Himeji en Hyogo. De estos, el de Nijo es el único que no tiene una base de piedra para elevarlo, pero el piso de madera estaba hecho de forma que rechinara al caminar, para detectar intrusos.

En 1993 UNESCO declaró el castillo de Himeji patrimonio cultural de la humanidad ‘por su combinación de funciones militares y un magnífico aspecto estético'. Es también conocido como Shirasagijo —castillo de la garza blanca—, porque en la visión poética de los japoneses les recuerda a una garza blanca descansando sus alas. Es, con cuarenta y seis metros de altura, el más alto de todos los castillos del Japón.

La mayoría se ha convertido en atracciones turísticas, museos y observatorios que cuentan tanto su historia como la del lugar donde se encuentran. Tal es su fama que las visitas turísticas se cuentan por millones de personas anuales, siendo el Himeji el que obtuvo más visitas en 2016 con 2.87 millones y el último de la lista el castillo de Nagoya (circa 521) con 1.74 millones de turistas. Muchos han sido reconstruidos parcialmente o en su totalidad, uno es el castillo de Kumamoto (1601) que durante la rebelión Satsuma (1877) fue incendiado y consumido por las llamas y no fue hasta 1960 que se comenzó a reconstruir.

En la actualidad hay más de cien que pueden visitarse y gracias a esa cantidad es posible verlos cuando se está en casi cualquier prefectura. Sin embargo, recomendamos tres, el Himeji por su excelente estado de conservación, además de tener el título de patrimonio de la humanidad; el Matsumoto, también llamado Karasu-jo (El castillo del cuervo) famoso por sus paredes de madera pintadas de negro, que lo diferencian del resto de las construcciones de este tipo y el castillo de Nijo, cuya falta de fundaciones lo hace diferente de los demás.

Los castillos son para los japoneses un orgullo cívico que les permite compartir con el mundo cómo era la vida de sus ancestros, así como los avances artísticos y arquitectónicos de la época de su construcción y el esmerado cuidado que han puesto en su reconstrucción.

Rolando José Rodríguez De León es Profesor titular de la Universidad de Panamá y Doctor en Comunicación Audiovisual y Publicidad.

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