Sonetos a la muerte de mi madre

Actualizado
  • 15/06/2019 02:00
Creado
  • 15/06/2019 02:00
(Mélida Villalaz de Yau, In Memoriam). Perdona si en el día de tu muerte

(Mélida Villalaz de Yau, In Memoriam)

Perdona si en el día de tu muerte

No pude sospechar que te morías;

Por no estar junto a ti las manos mías,

¡prontas para abrazarte y sostenerte!

Perdona si no estuve para verte

Ni escuchar las palabras que decías;

Por no estar junto a ti cuando partías,

¡perdona si no pude retenerte!

La vida, ¿para qué, si apenas vivo

En un irme muriendo día a día

Y, desde que te fuiste, no la quiero?

Perdona que estés muerta y yo esté vivo,

Amorosa mitad del alma mía,

Pero, en muriendo tú, ¡también yo muero!

Yo no quise asistir al camposanto

Pues preferí buscar tu brisa pura,

Y no quise mirar tu sepultura

Para evitar mojarla con mi llanto.

Sólo quise abrigarme con tu manto

Para anidar de nuevo en tu ternura,

Y me fui por un sitio en la llanura

Donde dar rienda suelta a mi quebranto.

¡No quería aceptar que estabas muerta!

Y luego de invocarte con mi mente,

Quedé sobre la hierba adormecido.

Oí tres toques claros como en puerta,

Y un céfiro, besándome en la frente,

Me dijo que eras tú: ¡ya habías partido!

La brisa que bañárame la frente

No era sino un beso que partía:

¡el beso de mi madre!, que me había

Regresado a la vida nuevamente.

Sentí una paz inmensa de repente

Y un alivio profundo a mi agonía.

Sentí que me inundaba de alegría,

Y el dolor se me fue calladamente.

Yo te agradezco, madre, que vinieras

A irrigar con tus hálitos mi huerto

Y a alumbrar mi camino con tus ojos.

¡No sabría vivir si no estuvieras!

Mi vida sólo fuera cual desierto,

Erizado de ortigas y de abrojos.

IV. NO ME LLORES

Por más que te atormente, no me llores.

Prosigo junto a ti, aunque invisible.

En mi nueva mansión soy insensible

A las penas, al mal y a los dolores.

Aunque triste y con lágrimas me implores,

Ya no retornaré de lo intangible,

Mas me mueve tu amor inmarcesible

Y me nubla que, ausente, aún me añores.

No me llores, mi amor, estás conmigo

En alas del recuerdo, en cada beso

Que, viniendo de ti, me reviviere.

No me llores, mi amor, estoy contigo,

Pues fui una luz amante en carne y hueso,

Y la luz, como sabes, ¡nunca muere!

Panamá, octubre 15 de 1975.

JULIO YAO

Autor y especialista en Derecho Internacional

Analista internacional y diplomático de carrera. Fue profesor de Relaciones Internacionales y Derecho Internacional, asesor del general Omar Torrijos y representante de Panamá ante la Corte Internacional de La Haya.

Ha escrito los libros El Canal de Panamá, Calvario de un pueblo , Las armas de Gandhi y La internacionalización del Canal de Panamá , entre otros.

El poema Simplemente, Ahed fue traducido a más de 20 idiomas, según el autor.

El Dr. Walid Zayed, director de la Oficina de Información Palestina en Panamá, le entregó el poema autografiado a Ahed Tamimi al momento de su excarcelación.

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