Dirigir la mirada y afianzar los lazos con Japón

Actualizado
  • 01/10/2019 07:00
Creado
  • 01/10/2019 07:00
Japón ha demostrado con su experiencia que aunque los desastres naturales pueden representar una importante barrera para el desarrollo, estos se pueden superar y se puede avanzar hacia un futuro mejor

La gestión de desastres naturales es un factor importante para lograr el desarrollo de Centroamérica que cada vez adquiere mayor relevancia a causa de los efectos del cambio climático. La devastación que generan los terremotos, los maremotos, las fuertes tormentas, las erupciones volcánicas, los deslizamientos de tierra y los cambios en las temperaturas en zonas agrícolas son problemas que han afectado de forma directa a las sociedades de Centroamérica y el Caribe año a año, dejando a las poblaciones aisladas, sin infraestructura y con problemas para acceder a servicios básicos.

Sin embargo, estos problemas no son exclusivos de la región. Al otro lado del Pacífico, Japón demuestra con su experiencia que aunque estos desastres pueden representar una importante barrera para el desarrollo, se puede superar.

Tal como indica el Banco Mundial, desde 1960 Japón logró avanzar de un PIB per cápita de $478, una posición muy cercana a la de Centroamérica en ese tiempo, hasta lograr en diciembre de 2018 un PIB per cápita de $39,313, estar entre las primeras posiciones a nivel mundial en educación de acuerdo al índice PISA y presentar un 16% de población en situación de pobreza, según la OCDE.

La región centroamericana, por su parte, ha alcanzado un PIB per cápita que va desde los $16,000 de Panamá a los $2,028 de Nicaragua, y tiene un 50% de su población viviendo en situación de pobreza, de acuerdo con el último reporte de la FAO “Informe Centroamérica en Cifras 2018”.

La estrategia japonesa se ha enfocado en la creación de centros que estén constantemente pendientes de los distintos posibles desastres naturales, llegando a monitorear a 50 de sus 111 volcanes activos, utilizando nuevas tecnologías en radares meteorológicos, constantemente innovando, teniendo planes de trabajo y equipos para enfrentar los daños posteriores a los desastres, pero sobre todo teniendo un importante plan de prevención que incluye la educación de los niños desde temprana edad sobre los desastres, sus impactos y cómo hacer para enfrentarlos.

Por su parte, Centroamérica está trabajando en fortalecer normas de construcción antisísmica, generar planes de reforestación junto a México, crear organismos de prevención de desastres, e incluso Honduras, Costa Rica y Guatemala planean unidos tener un satélite en 2021 para monitorear y prevenir desastres naturales; sin embargo, el impacto generado por tormentas, terremotos y otros desastres en la región durante los últimos años muestra que aún queda mucho por avanzar.

Las relaciones entre Centroamérica y Japón tienen más de 80 años de historia. Hoy el fortalecimiento de alianzas con Japón, más allá de lo comercial y la creación de conocimientos que ayuden a replicar algunas de la experiencia japonesas en este tema, se plantean como oportunidades para poder afianzar relaciones con el país asiático que permitan superar los desafíos que generan los desastres naturales al desarrollo integral de las sociedades centroamericanas y de sus poblaciones más vulnerables.

En este sentido, la cooperación y el trabajo de los organismos internacionales regionales y extrarregionales es primordial. Las investigaciones, programas y actividades que por más de 60 años ha realizado la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), organismo internacional e intergubernamental que hoy cuenta con 13 Unidades Académicas en Latinoamérica y un Programa de Investigación Social sobre Riesgos, Desastres y Cambio Climático, así como la labor de otros organismos internacionales presentes en la región, han contribuido a un mayor acercamiento la experiencia japonesa.

Durante las últimas décadas, Japón ha sido parte de proyectos, cumbres y foros de cooperación con el Sistema de Integración Centroamericana (SICA) y la Agencia de Cooperación Internacional del Japón (JICA), entre otros, los que han buscado contribuir al desarrollo regional.

Por su parte el Gobierno japonés ha colaborado con Flacso Secretaría General desde 2016 en el desarrollo del Programa de intercambio de jóvenes latinoamericanos 'Juntos Japón', el cual ha marcado el espíritu de las relaciones de Japón con la región, según se señaló en un documento publicado por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Japón, en junio de 2019.

El organismo latinoamericano y caribeño este año lanzó una plataforma con información del programa, conocimientos sobre las relaciones de la región con Japón y un foro para dar a los exparticipantes continuidad a su experiencia de intercambio (www.juntosjapon.com).

El tema climático y de prevención de riesgo ha ido adquiriendo relevancia en estas relaciones. En los últimos años, JICA ha brindado su apoyo a los gobiernos, tanto en materias de prevención para evitar el impacto, como en materias de reconstrucción y asistencia en casos como la emergencias a Haití en 2010, como la construcción de edificios antisísmicos para familias de bajo ingreso en El Salvador, campañas de concienciación y entrenamiento frente a desastres naturales en Guatemala.

El programa de intercambio de jóvenes realizado en conjunto por Japón y Flacso, que ha llevado a más de 400 jóvenes latinoamericanos a Japón, también ha girado en sus últimas ediciones en torno a entregar información, potenciar lazos entre instituciones regionales y japonesas, y generar conocimientos relativos a esta temática.

El cambio climático ha recrudecido el impacto de los desastres naturales y ha dado más importancia a su prevención como clave para el desarrollo. Potenciar la generación de conocimientos realizados a través de organismos internacionales como Flacso en relaciones de cooperación con Japón, así como la realización de alianzas con los organismos japoneses dedicados a la prevención de desastres, y las experiencias de intercambio entre jóvenes son un importante esfuerzo orientado a consolidar una cultura de prevención de desastres que permita el desarrollo y bienestar de las sociedades. Hoy más que nunca es necesario que la región dirija su mirada a Japón.

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