• 31/01/2021 00:00

Hacia la luz

Y no me vengan apelando a la honestidad y la honradez, que ya nos ha demostrado la pandemia una y otra vez que, en Panamá, de que los hay, los hay

Hoy es 31 de enero, miren ustedes pa' eso. Que entre pandemias, encierros, rescates de animalitos varios por parte de la policía y la llegada de las vacunas que ahora sí, ahora no, se nos ha escurrido ya un mes del calendario.

Ya al parecer lo de ver venir las cosas no es precisamente una de las fortalezas de este gobierno, pero por lo que estamos viendo tampoco lo es de la primera casa de estudios de nuestro país. Ese hogar que Octavio Méndez Pereira quiso convertir en un museion y que ha terminado convertido en un museo, lleno de caspa y momias venerables. Momias que tienen resecos sus tendones y sus músculos, y claro está, su materia gris también está mustia y marchita.

Miren que llevamos diez meses en este tejemaneje de encierros y prisiones, miren que cualquiera que vea a dos metros más allá de sus narices ve que esto va por lo largo, pues miren que en la Universidad de Panamá, al parecer, no tuvieron tiempo para prepararse para el proceso de admisión de nuevos alumnos.

Y ha sido un pandemónium, logrando con su estolidez quedar en boca de todos y que las redes y los medios hayan hecho mofa, befa y escarnio de ellos. Parece que les gusta la mala vida, oigan, con lo fácil que es hacer las cosas bien y se empeñan en transitar por el camino espinoso de la amargura.

En octubre empezaron las inscripciones, todo virtual, por supuestísimo. Y ha sido un virtual desastre. Todo, desde el ingreso a la plataforma, hasta la atención a los aspirantes a ingresar. Por no ir, al parecer este año ni siquiera van las pruebas psicológicas.

Pero qué se les puede pedir si los que preparan las pruebas de ingreso por lo visto no saben ni sumar. Rodaba en las redes e incluso la asolearon en un noticiero, la captura de pantalla de uno de los problemas matemáticos para la prueba de ingreso, una suma de varias cantidades con respuesta a elegir. Y ninguna de ellas estaba correcta. Al parecer, si sabemos contar, no podemos contar con su inteligencia, pero tampoco con su capacidad de revisión y con tener cortafuegos para que estos desastres no pasen.

Esta semana que hoy termina los más de tres mil (3,000) inscritos en la Facultad de Medicina de la Universidad de Panamá habrán hecho sus pruebas de acceso para los doscientos cupos disponibles. Siento ser yo la que les dé las malas noticias, pero en esta prueba no ha habido ningún control real. Ningún mecanismo que asegure que los postulantes no estaban haciendo trampa como bellacos. Y no me vengan apelando a la honestidad y la honradez, que ya nos ha demostrado la pandemia una y otra vez que, en Panamá, de que los hay, los hay. De los honestos y de los otros, y tres mil personas son muchas para que todos sean honestos.

Que sí, que todos sabemos que las pandemias no avisan y esta nos agarró con los pantalones abajo, que no voy a criticar lo que se hizo en marzo, en abril, ni siquiera en mayo. Yo entiendo mejor que nadie los problemas técnicos, el escaso acceso a los recursos tecnológicos, la preparación de las plataformas, yo entiendo lo que ustedes quieran. Lo que nadie entiende es la incapacidad de los responsables de este desaguisado universitario para mirar con luces largas y suponer que algo así iba a pasar.

Aunque, visto lo visto, no sé de qué nos asombramos, si la improvisación está a la orden del día y solo se organizan para despilfarrar.

Lo Nuevo
comments powered by Disqus