Pablo Runyan Kelting y su vocación exigente hacia el arte a través de la pintura

Actualizado
  • 19/05/2021 00:00
Creado
  • 19/05/2021 00:00
El artista polifacético nació en 1925 en ciudad de Panamá. Para él, el dibujo y la pintura representaron solo una parte del camino. Numerosas colecciones privadas en Europa cuentan con lienzos de Pablo Runyan, así como museos de primera línea
El destacado pintor navegó entre el surrealismo y el hiperrealismo. Una voz interior le insistió en que tenía una cita con los pinceles y los lienzos.

Lo primero que debe destacarse del pintor panameño Pablo Runyan Kelting es su recorrido vital.

El polifacético pintor nació en 1925 en ciudad de Panamá. Para él, el dibujo y la pintura representaron solo una parte del camino, una parada de carretera. Después de estudiar en el Instituto Nacional partió de Panamá en la mitad de los años 40; lo esperaba una vida diferente.

Abrazó la causa de los artistas que deciden vivir como tales, no se refugió en atelier alguno. Una voz interior le insistió en que tenía una cita con los pinceles y los lienzos.

Su padre era un médico e investigador en enfermedades tropicales y su madre se había convertido en una de las grandes especialistas en el cultivo de los bonsáis.

Su paso por la Gran Manzana

Una vez en Nueva York, las escasas personas que han indagado en este artista inclasificable aseguran que se convirtió en uno de los protegidos de la escritora Anaïs Nin, autora de los diarios de su mismo nombre. Estos revolucionaron la literatura por su fuerte carga erótica.

'En el jardín sagrado de Artemisa', Pablo Runyan, 1997, óleo sobre lienzo. Los críticos europeos destacaron la conmoción que causó su obra 'En el jardín sagrado de Artemisa'.

En la citada ciudad el pintor panameño frecuenta los salones donde se reúnen intelectuales y artistas como Max Ernst, Peggy Guggenheim, Leonard Berstein y Ava Gardner. Con esta última mantuvo una larga amistad cuando la actriz adoptó España como país propio y vivió un largo y apasionado romance con el torero de moda Luis Miguel Dominguín.

Para ese entonces, primeros años de la década de 1950, Pablo Runyan se había establecido en una amplia vivienda en Madrid, en la Cuesta de San Vicente, cercana a la plaza de España, donde recibía a los artistas más vanguardistas y organizaba fiestas que duraban hasta el amanecer. Runyan disponía de medios económicos y ayudó a escritores y pintores que atravesaban por dificultades económicas.

En aquel entonces, Ángel Vázquez era un escritor que había recibido el premio Planeta 1956 por una excelente novela, La vida perra de Juanita Narboni, considerada por muchos una de las grandes obras de la literatura española del siglo XX. Pese al premio, Vázquez llegó a Madrid prácticamente en la pobreza. El pintor panameño le acogió, ofreció techo y alimento durante una larga temporada.

Los que le conocieron hablaban del panameño Runyan como un grandísimo conversador, siempre dispuesto a prolongar las tertulias y fiestas, atractivo, de gran personalidad y éxito entre las mujeres hermosas. Pero, sobre todo, generoso y hospitalario con los artistas que atravesaban por dificultades económicas.

Pablo Runyan no solo era pintor. Antes de su establecimiento en Madrid, se había enrolado en diferentes cargueros a bordo de los cuales había dado varias veces la vuelta al mundo.

Bajo la dirección de Carlos Saura protagonizó la película Llanto por un bandido.

Los colores, la pintura

Finalmente se adentró en el dibujo y la pintura con vocación totalizadora.

En el exigente universo de la pintura española de los años 50 y 60, donde surgían valores como Tàpies, Saura, junto a los ya universales Picasso, Miró y Dalí, llamó la atención la cuidadosa definición del dibujo que esbozaba el joven pintor panameño, al que se admiraba por una técnica profunda y elegante.

Runyan empezó a ser considerado como un pintor complejo, para “ojos educados”. Sus grietas, rugosidades y composiciones acercaban a un mundo novedoso en pintura, con influencias de Marc Chagall, Max Ernst y sobre todo Salvador Dalí.

Puede decirse sin temor a error que Pablo Runyan triunfó en España y sentó las bases de su carrera desde Madrid.

La crítica le encuadraba por entonces en un representante del surrealismo tropical aunque más adelante se adentró en el hiperrealismo, igualmente con gran éxito.

Puede decirse sin temor a error que Pablo Runyan triunfó en España.

En las décadas de 1970 y 11980 expuso en las principales galerías de Madrid, París, Zurich, México, Tánger y California.

Sus lienzos colgaron en las ediciones de 1984, 1985 y 1986 de ARCO, una de las grandes citas artísticas del arte en el mundo, junto a Art Basel (Basilea),  TEFAF (Maastricht) y Art Miami. No está de más recordar que los criterios para que un artista colgase un lienzo en ARCO eran muy exigentes.

Numerosas colecciones privadas en Europa cuentan con lienzos de Pablo Runyan, así como museos de primera línea, entre ellos el museo de Arte Abstracto de España.

Junto a Julio Zachrisson representó a Panamá en la gran exposición dispuesta por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) en París en 1999 con el título 'Al alba del siglo XXI, las artes plásticas en América Latina y el Caribe'. Los críticos europeos destacaron la conmoción que causó su obra 'En el jardín sagrado de Artemisa'. El Nobel mexicano Octavio Paz elogió su obra en diversas ocasiones.

Autor originalísimo que navegó entre el surrealismo y el hiperrealismo con voz propia, todavía está pendiente de una reivindicación apropiada en Panamá, el país donde nació y pasó los primeros 25 de su vida. Es, sin duda, uno de los grandes pintores panameños del siglo XX.

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