Los precaristas y damnificados de Héctor Collado: la insistencia por la memoria histórica

Acaba de salir una nueva edición del libro Cuentos de precaristas, indigentes y damnificados, justo a tiempo para la conmemoración de la invasión de Estados Unidos a Panamá, del 20 de diciembre de 1989. A cargo de Crayón Rojo, el libro incluye textos inéditos del autor e ilustraciones de Martanoemí Noriega
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Cuentos de precaristas, indigentes y damnificados empuja al lector, desde su primer texto, al horror de esa noche en la que Estados Unidos invadió Panamá. Lo agarra, lo arrastra y lo ubica, sin contemplaciones, en el espacio diminuto de un baño comunal: el único sitio de cemento en una vieja casa de madera de El Chorrillo.

Es 20 de diciembre de 1989 y seis familias lloran de puro espanto. La casa entera se estremece; afuera hay metralla, fuego y bomba. “Todo estaba oscuro y a no ser por las voces hubiera sido imposible reconocernos”, cuenta Héctor Collado en “Patria”, el cuento que abre la reedición del libro que incluye 22 relatos publicados por primera vez en 2004 —como parte de la Colección “Testimonios Nacionales”, de la Universidad Tecnológica de Panamá —, y que ahora ha publicado el sello Crayón Rojo, como parte de un proyecto que sus integrantes describen como “un camino con líneas escogidas, líneas nuevas, líneas llamativas, todas las que valgan la pena”.

Y los cuentos de Collado (Panamá, 1960), son de esos que valen la pena. Si con “Patria” quedamos atrapados por el terror de aquella noche, en “La Guerra de Pedro y el Gringo” nos mata la incertidumbre. Si con “De cara al sol” emerge la rabia producida por la desmemoria oficial, “Hangar” sirve para recordar(nos) que en Panamá hubo cientos de familias que vivieron, hasta por dos años, en unos cubículos construidos en Albrook. Ellos fueron los damnificados de El Chorrillo, el barrio que se llevó la peor parte durante la invasión.

Sobre aquel campo escribió Collado: “Hace seis meses llegamos a estos cubículos de dos por dos. El barrio fue reducido a sangre y ceniza. Lo único que nos quedó por hacer fue atrevernos a sobrevivir”. El autor lo escribe en primera persona; él mismo fue uno de los damnificados. Y junto con varios de sus vecinos —los precaristas— formó el Comité de Refugiados de Guerra de Chorrillo, aunque, como cuenta ahora, nunca fueron reconocidos oficialmente como refugiados de guerra.

Los precaristas y damnificados de Héctor Collado: la insistencia por la memoria histórica

“Hoy es un día especial. Vamos a marchar”, se lee, a propósito del Comité en el cuento “Hangar”. “A pesar de que la televisión y la radio están diciendo que se temen nuevos saqueos y que la policía tiene orden de disparar”, prosigue. Con aquellas marchas lograron, quienes insistieron, la reubicación de donde los habían arrancado, en proyectos de vivienda construidos por el Estado.

Cuentos de precaristas, indigentes y damnificados tiene valor no solo porque rescata la “memoria grande”, esa sobre los hechos de la invasión (el punto final de una dictadura militar que empezó en 1968); sino también porque sus textos hacen referencia a un barrio, a un modo de vida, a espacios que dejaron de existir porque cayeron durante el bombardeo… O porque los tumbaron, por pura inconsciencia.

Dice Collado, en “La balada del barrio”: “La balada del barrio se hacía de pasos y de gritos; de alumbramientos y velorios, de cuaresma y carnaval, de necesidad y despilfarro. (...) La historia cesó de golpe. (...) La noche fue un caos de soldados y de tanquetas artilladas y de ráfagas de ametralladoras vaciando vientres y cráneos”.

La reedición de la obra no es un acto menor, considerando que la declaración del 20 de diciembre como día de duelo nacional se hizo efectiva 32 años después de los hechos, si bien, en ambos casos, se trata de ediciones con tirajes modestos o limitaciones de diseño o de impresión.

Los precaristas y damnificados de Héctor Collado: la insistencia por la memoria histórica

Pero, también hay que decirlo, la propia existencia del libro es casi un milagro, dado el tropezón que sufrió el autor con sus cuentos, años antes de su primera publicación. “Los sometí a un concurso literario y no gané porque entonces el tema no era potable”, recordó durante la presentación realizada el 14 de diciembre pasado, en el Teatro Gladys Vidal del Municipio de Panamá.

Aquí valdría señalar que en los años inmediatamente posteriores a la intervención armada, el debate en Panamá se centró en dos conceptos que buscaban describir/calificar el hecho: invasión o liberación. La adopción de uno u otro llegó a convertirse en un típico ejemplo de falso dilema; falacia que perdura hasta hoy.

Esta nueva edición tiene una sección llamada “Pavesas”, con cuentos y poemas inéditos. La portada y las ilustraciones interiores -en las que uno puede sumergirse y conmoverse hasta las entrañas- son de la artista Martanoemí Noriega, y sin duda alguna constituyen un acierto: Noriega supo reflejar el dolor y la soledad, la pérdida, el desamparo, la muerte.

En “Pavesas” aparece La balada del barrio y otros tres cuentos, pero son los poemas los que más estremecen:

Los precaristas y damnificados de Héctor Collado: la insistencia por la memoria histórica

He vuelto a mi dolor para nombrarte;

para que digas presente y sin temores.

Estoy aquí para regresar a los que han muerto,

aquellos hijos, y padres y hermanos;

aquellas madres y novias y te quieros.

No me iré hasta nombrar sus tumbas,

la fosa común de indiferencia

de los amotinados que levantaron los hierros

de la guerra y a quienes la tierra le entregó sus galardones.

He vuelto a las palabras para que vuelvan.

Les traigo aquí mi corazón para que vuelen.

Ellos se fueron con la pólvora

para volver en el polvo enfurecido del camino.

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Héctor Collado. Poeta, cuentista y promotor de lectura. Entre sus obras publicadas están Trashumancias (1982), En casa de la madre (1990), Poemas abstractos para una mujer concreta (1993), Entre mártires y poetas (1999), Poemas de sol y lluvia (2004), Fábulas cotidianas (2005), Caminos de tinta (2014) y Para darle cuerda al sol (2018).

Ha ganado los premios de Literatura Infantil y Juvenil Carlos Francisco Changmarín (2014 y 2018); el Premio de Poesía León A. Soto (1982, 1983 y 2015); y el Premio Ricardo Miró (1990 y 2004), entre otros.

Se considera un “chorrillero de exportación”

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