Lucerna, entre murallas y torres medievales

Actualizado
  • 30/12/2020 00:00
Creado
  • 30/12/2020 00:00
Esta compacta ciudad de Suiza conocida por su arquitectura medieval conservada, se ubica en medio de las montañas que rodean el lago de Lucerna. En cuatro horas se puede recorrer el Puente de la Capilla, la ciudad antigua y degustar el mejor chocolate del mundo

Visité la ciudad de Lucerna en Suiza por casualidad. Me encontraba en Zúrich o 'Zuri' (como también le llaman sus habitantes) en un seminario de salud exclusivo para medios de comunicación y ofrecido por la farmacéutica Roche. Luego de dos días de jornada científica y aprovechando que salimos temprano, varios miembros del grupo decidimos que Lucerna sería el otro destino a conocer, —al menos visitaríamos dos de las 139 ciudades que tiene Suiza, según datos oficiales de 2010—, ya que el viaje en tren a esta localidad solo toma una hora desde 'Zuri', la ciudad más segura del mundo.

Durante el viaje en tren puedes desde leer un libro hasta tomar una taza de café mientras observa el paisaje.

Fuimos en temporada de invierno. La temperatura entre 3° y 0° grados, no fue impedimento para conocer Lucerna, considerada una de las urbes más bonitas al norte de Suiza.

Antes de embarcar el tren es importante comprar el boleto de ida y vuelta, ( $53 con el impuesto), en una máquina expendedora de billetes o en uno de los quioscos de venta de entrada en la estación central de trenes, que en este caso fue la de Zurich.

El recorrido empezó a la una de la tarde. Algo que llama la atención es que dentro de este transporte habían letreros que decían 'reservados para grupos', así que podíamos sentarnos ahí sin pagar más, me sentí muy especial porque todo está pensado para que el visitante se sienta cómodo y quede con ganas de regresar.

El río Reuss divide la ciudad antigua de la moderna.

Durante el viaje, el paisaje, poco a poco, se volvió un espectáculo. Desde las ventanillas del tren se puede apreciar casas de arquitectura medieval conservada, fincas lecheras, el lago de los Cuatro Cantones o lago de Lucerna, el cual tiene una superficie total de 114 kilómetros cuadrados y una altura de 434 metros sobre el nivel del mar, rodeado de montañas copadas de nieve al estilo de la película Frozen. Sin duda, hasta en tren la aventura por Europa es inolvidable.

El Puente de la Capilla y otros monumentos

En Lucerna nos recibió un monumento decorado con un reloj y un letrero que dice 'Welcome-Wilkommen in Luzern', además, de sus calles atestadas de turistas y habitantes, el lago homónimo y las enormes montañas que la rodean.

El Monumento al León, fue labrada en 1821

No teníamos un plan de recorrido, solo queríamos disfrutar, así que empezamos por lo que teníamos al frente, el Puente de la Capilla, que en alemán se escribe Kapellbrücke, sobre el río Reuss. Se trata de un puente con una destacada historia medieval.

Decorado con pinturas a lo largo del interior (204 metros), el Puente de la Capilla es una de las atracciones turísticas más populares de Suiza. Se construyó por primera vez alrededor de 1367, como parte de las murallas fortificadas de Lucerna. En un extremo se encuentra una torre octogonal de piedra utilizada en ocasiones como mazmorra y bóveda de tesorería, y al otro lado, la Capilla de San Pedro, de ahí proviene su nombre.

El histórico Puente de la Capilla, construido en 1333.

“Un incendio en 1993 dañó el puente techado más antiguo de Europa y muchas de las más de 100 pinturas del siglo XVII que engalanan el pontón y que contaban la historia de la ciudad también fueron destruidas.

Años después, el puente hecho de madera y exclusivo para peatones, fue completamente restaurado por las autoridades gubernamentales. Las pinturas originales que se salvaron del incendio fueron reemplazadas por copias. De modo que las inéditas permanecen en resguardo para evitar su deterioro”, comentó uno de los integrantes del grupo que ya conocía Lucerna.

La belleza de una ciudad junto a su lago solo la vemos en postales y cuadros.

Justo al frente de este puente se divisa la alta torre gótica de la Catedral de Lucerna, (Hofkirche), la cual se remonta a 1639, y es uno de los símbolos del renacimiento alemán. Al otro lado se encuentra la colorida Ciudad Antigua o Altstadt, la cual está bien conservada y llena de atractivos monumentos, restaurantes y tiendas de souvenir que los visitantes no se cansarán de contemplar.

Tal es el caso del Monumento al León, para encontrarlo tomamos varios minutos ya que se encuentra hacia el interior de la ciudad. Se trata de una pared o especie de cueva donde reposa una gran escultura de un león tumbado herido acompañado de un estanque con agua oscura. La escultura, labrada en 1821, conmemora la muerte de unos soldados de la Guardia Suiza durante la Revolución Francesa, según cuenta la historia.

Otro aspecto singular de Lucerna es que según un artículo publicado por la agencia EFE, no se sabe con certeza cuándo fue fundada esta metrópoli. Se sabe que en la región que ocupa la urbe habían asentamientos humanos desde los tiempos del Imperio Romano, y la primera vez que fue citada en documentos oficiales fue en el año 840.

Los historiadores señalan el año 1178 como el del nacimiento de la ciudad actual, con una población reducida, característica que todavía mantiene pues cuenta con unas 81,057 personas, según el censo de 2014.

Detrás de nosotros, el Puente de la Capilla.
Y el chocolate...

La mejor forma de cerrar este paseo por la ciudad antigua de Lucerna, es saciar el paladar con un delicioso chocolate suizo, pues éste es sinónimo de calidad en todo el mundo.

Encontrar una tienda de chocolate en cada rincón de la plaza no es una coincidencia pues es parte de su cultura.

Aprovechamos nuestro recorrido y compramos bombones y barras de chocolate que se podían personalizar.

Definitivamente, Lucerna ofrece una multiplicidad de opciones que es imposible recorrerla toda en tan solo cuatro horas.

Ya eran las cinco de la tarde y el sol se escondía para dar paso a la noche. Y es que en Suiza en temporada de invierno oscurece temprano.

Entre el frío y las caminatas ya estábamos cansados así que emprendimos el viaje en tren de vuelta a 'Zuri', pues tocaba arreglar las maletas para volver a casa. Así terminó la aventura por esta singular ciudad.

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