Ballenas, los gigantes marinos que atraen el turismo en Panamá

Actualizado
  • 15/06/2022 00:00
Creado
  • 15/06/2022 00:00
En Panamá, el avistamiento de cetáceos se ha convertido en los últimos años en una de las actividades más fructíferas para el turismo marino, sobre todo porque conforme han pasado los años se han ido desarrollando diversos servicios que ofrecen la oportunidad de ver estos cetáceos nadar en nuestras costas e interactuar con el ecosistema
Las personas no deben acercarse a menos de 250 metros de las ballenas, y a menos de 100 metros de delfines.

No hay nada más espectacular que ver de cerca una ballena saliendo de las profundas aguas del mar. Vivencias como esta se pueden lograr en las costas del océano Pacífico panameño gracias a la temporada de avistamiento, precisamente de ballenas jorobadas o yubarta (Megaptera novaeangliae), que ocurre de julio a octubre de cada año.

En Panamá, la observación de cetáceos se ha convertido en los últimos años en una de las actividades más fructíferas para el turismo marino, sobre todo porque conforme han pasado los años se han ido desarrollando diversos servicios que ofrecen la oportunidad de ver a estos cetáceos nadar en nuestras costas e interactuar con el ecosistema que nuestra zona económica exclusiva proporciona, al servir como santuario ballenero.

Estos gigantes marinos inician su viaje a más de 10.000 kilómetros desde los hemisferios norte y sur hasta llegar al país, con el fin de aparearse, dar a luz a sus crías y alimentarlas, debido a que las aguas del litoral Pacífico del istmo son cálidas, lo que las convierte en el lugar perfecto para que las madres y sus crías estén libres de depredadores.

De acuerdo con expertos del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales (Stri, por sus siglas en inglés) el avistamiento de estos animales ha permitido por años investigar, conocer y entender su comportamiento, su reproducción, sus hábitos de caza y alimentación, rutas de migración, estructuras sociales, y rol en la cadena trófica y ecosistémica.

Prohibido el uso de ecosondas en las áreas de observación.

De hecho, se han reportado cerca de cuatro especies de ballenas que han visitado el país, entre las que destacan la ballena azul (Balaenoptera musculus), ballena de aleta (Balaenoptera physalus), la ballena de brydei o tropical (Balaenoptera brydei) y la jorobada o yubarta (Megaptera novaeangliae), siendo esta última la que más se observa en el país.

Aunque no se conoce la cantidad exacta de cetáceos que pasan por nuestras costas, se estima que más de 2.000 ballenas jorobadas provenientes del sur llegan al litoral Pacífico panameño, que comprende desde el golfo de Chiriquí, pasando por el sur de la provincia de Veraguas, la península de Azuero, el archipiélago de las Perlas hasta la isla Taboga, considerados sitios ideales para el avistamiento de estos gigantes marinos, que atraen el turismo al país.

Mientras tanto, las que vienen del Pacífico norte llegan entre diciembre y marzo, pero en número muy reducido, y solo se pueden observar en el golfo de Chiriquí.

José Julio Casas, director nacional de Costas y Mares del Ministerio de Ambiente (MiAmbiente), explicó en un comunicado que gracias a la llegada de estos mamíferos marinos a las costas panameñas, muchos turistas aprovechan estos meses para avistar estos animales; sin embargo, este ejercicio está regulado por el Protocolo de Avistamiento de 2017, que brinda todos los lineamientos y parámetros para realizar esta actividad de manera responsable.

Completamente prohibido interrumpir el curso de los cetáceos, dividirlos o dispersarlos cuando vayan en grupo.

“El turismo de avistamiento es una de las actividades turísticas de mayor crecimiento en el mundo, y en países como Panamá es una opción sostenible para las comunidades costeras que lo ofrecen”, afirmó Casas.

En 2008 los científicos Erich Hoyt y Miguel Iñíguez indicaron que la generación de ingresos por avistamiento en Panamá puede ser mayor a los $3 millones anuales, ahora se está realizando la actualización de estos datos con aportes del Ministerio de Ambiente.

Casas también detalló que desde la Dirección de Costas y Mares de la institución se desarrollan diferentes actividades de investigación para conocer más sobre estas especies y así poder tratarlas y protegerlas. De igual forma se establecen las normativas y políticas que aseguren su protección y la de los hábitats en donde se encuentran.

“Actualmente en Panamá la observación de cetáceos cuenta con una serie de reglas que es necesario seguir, a fin de proteger la fauna marina y al ser humano. Estos pasos están establecidos en el Protocolo de Avistamiento de 2017”, resaltó Casas.

Añadió que el Ministerio de Ambiente da seguimiento para que esta actividad se registre de forma correcta. Además, técnicos de la entidad brindan campañas de capacitación a las personas que ofrecen este servicio previo al inicio de la temporada, para que se desarrolle de manera sostenible con el menor impacto posible.

Igualmente reconoció que en el país, a lo largo de todo el año, se pueden ver comúnmente delfines residentes, como los manchados y nariz de botella en el Caribe y el Pacífico; además, la orca también puede ser avistada en ambas costas, pero estos avistamientos son menos comunes.

Según la Autoridad de Turismo (ATP), el avistamiento de ballenas es uno de los productos turísticos prioritarios a fin de impulsar la industria sin chimeneas, luego de la crisis de la pandemia.

“El turista juega un papel fundamental, si se tiene un conocimiento general sobre los protocolos, es importante que se disfrute del avistamiento sin dejar a un lado los parámetros que deben seguir las embarcaciones”, explicó Casas.

La observación de cetáceos ha tomado mayor relevancia como estrategia para potenciar el turismo ecológico, sobre todo ahora que la industria busca mitigar la crisis generada por la pandemia.

La observación de ballenas data de la década de 1950 y se ha incrementado con gran fuerza en los últimos años, aportando importantes ingresos a la economía de las diferentes naciones del mundo, según el estudio: “Estado del avistamiento de cetáceos en América Latina”, realizado por Hoyt e Iñíguez.

Las regulaciones de observación de ballenas en el país establecidas en 2005 y modificadas en 2017 y 2020, prohíben las actividades que ocasionan que las ballenas cambien su comportamiento.

Para denunciar cualquier incumplimiento a las normas, debe llamar a la línea de reporte gratuita 311.

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