Turismo científico en el Valle de Antón

Actualizado
  • 04/05/2011 02:00
Creado
  • 04/05/2011 02:00
PANAMÁ. Las ranitas doradas se esconden dentro del follaje de la jaula de vidrio. Allí, entre las corrientes de agua y periódicas emisio...

PANAMÁ. Las ranitas doradas se esconden dentro del follaje de la jaula de vidrio. Allí, entre las corrientes de agua y periódicas emisiones de vapor de agua se alimentan de pequeños insectos, tal como si estuvieran en su hábitat natural.

En otro cubículo, una rana arbórea se muestra inmóvil, tratando de cazar a un grillo. De repente ante los asombrados ojos de los turistas se lanza y roza el insecto, pero falla en su intento.

¡ Fantástico! Hay más jaulas, y en cada una sucede un drama natural. Como el de la rana que parece acicalarse pero que se come su propia piel o la ranita que muestra un venenoso color azul.

Las ranitas doradas son uno de los símbolos turístico de El Valle. Aparecen en folletos promocionales y en cuanto artículo se escribe sobre esa región asentada dentro del cráter de un volcán apagado.

Fueron animales sagrados en la mitología de los indígenas. Se han encontrados representados en adornos de oro y hoy siguen siendo reproducidos en productos que se venden al turista. En el mercado hay imágenes muy bonitas de esas ranitas.

A solo dos horas de la ciudad de Panamá, las condiciones de humedad son ideales para esta clase de anfibios. Los cerros como Cariguana, El Gaital, La India Dormida crean las condiciones para que bosques nubosos crezcan.

Científicos panameños entre los que sobresale el biólogo Edgardo Griffith, de 33 años, han levantado una serie de investigaciones que tienen como escenario el Centro de Conservación de Anfibios un sitio ubicado dentro del Zoológico El Níspero, que recibe a más de 700 visitantes mensuales. Los estudios han elevado tanto su prestigio que tiene el apoyo del Zoológico de Houston y otras instituciones científicas como los zoológicos de New England y el de San Diego.

Para El Valle como destino turístico, tener un centro científico, con el apoyo de famosas instituciones es una atracción extra que es muy apreciada por los operadores turísticos a la hora de ofrecer el destino en los mercados.

Las ranas doradas y los anfibios están en peligro de extinción debido a la destrucción de sus hábitats, por los productos agrícolas en el agua y un peligroso hongo, el Batrachochytrium dendrobatidis, que ha puesto en peligro a estas especies en todo el mundo. En El Valle se pueden encontrar 60 diferentes clases de sapos, ranas, salamandras y cecilias, que son animales sin extremidades.

Aunque los esfuerzos de Griffith desde hace seis años han logrado recabar datos de los problemas que sufren estos animales. ‘Esto es importante, cuanto más detalles sepamos del comportamiento de las ranas doradas y otros anfibios, los científicos entenderán más las dificultades que padecen’.

Para los que crean que el problema no es serio, solo hay que recordar que la naturaleza se mueve gracias a una cadena de hechos con los que al final consigue un balance exitoso. Si alguno de esos eslabones falla, en este caso los anfibios, aparecen peligros que pueden perjudicar a todo el planeta. Hay pruebas que un tercio de las 5,743 especies de anfibios conocidos en todo el mundo están en peligro de extinción, y que desde 1980 unas 122 especies han desaparecido.

El Valle tiene atractivos turísticos como las aguas termales con una conformación química notable, piedras pintadas, numerosos hoteles y buenos restaurantes, un mercado artesanal que se activa sobre todo los domingos, pero quiere ser un destino de todo el año. El Centro de Conservación de Anfibios puede ayudar a crecer y a ser conocida cada vez más la oferta turística de El Valle.

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