Mujeres hablando de hombres

Actualizado
  • 20/06/2019 02:00
Creado
  • 20/06/2019 02:00
Cinco damas se refugian en el cuarto de la hermana de la novia para escapar de la presión social y cultural de la celebración de una boda. Entre anécdotas y risas revelan su pasado

Con tres preguntas sencillas, la prueba de Bechdel nos ayuda a evaluar cómo una película, programa de televisión, novela u obra de teatro aborda temas de género.

Cuando vas al cine, ¿has notado si la película tiene por lo menos dos personajes femeninos con nombre? ¿Estos personajes femeninos hablan entre sí? y, si lo hacen, ¿abordan temas que no sean sobre hombres? Al asistir al segundo día del estreno de ‘Cinco mujeres con el mismo vestido', en el teatro La Plaza, me hacía esas mismas preguntas.

Bajo la dirección de Malky Zebede, esta versión de la comedia de Alan Ball es bastante entretenida. Con una producción bien cuidada y en uno de los mejores espacios de teatro para el público en la ciudad de Panamá, esta obra es una buena apuesta para cualquiera que quiera pasar una relajante noche de teatro en pareja o con amigos.

Al mismo tiempo, si asistes a más de una obra de teatro al año en Panamá, pronto te darás cuenta de que la fórmula de tener a un grupo de mujeres encerradas en un baño, cuarto, sala, o habitación con dos puertas de tu elección es omnipresente, poco cuestionada y altamente preocupante.

En esta obra, cinco mujeres, todas con nombres anglosajones, se refugian en el cuarto de la hermana de la novia para escapar de la presión social y cultural de la celebración de una boda entre un hombre y una mujer. Para marcar su cruz, todas visten el tradicionalmente espantoso traje de la dama de honor, coronadas con flores. Sin duda, la obra pasa dos de las preguntas de la prueba de Bechdel, pero falla la tercera.

Por mayor parte de dos horas, estas cinco mujeres hablan principalmente sobre hombres y sus relaciones sexuales y románticas con ellos, con la ñapa de una escena romántica entre un hombre y una de las cinco mujeres al cierre de la obra.

Estos personajes femeninos hablan de sus vidas en términos de sus esposos, amantes y novios del pasado.

Hasta el personaje lésbico de la obra se define mayormente por su relación con hombres. Lo preocupante no es solo que en concursos de nuevo teatro en Panamá esta fórmula parece ser la preferida por jóvenes dramaturgos. Hay que preguntarse si textos como estos cuando son encauzados principalmente a generar carcajadas, repiten las señales que recibimos en medios tradicionales de que las mujeres dependen de un hombre para lograr la felicidad o para definirse. A los hombres se les permite hacer lo que quieren, nos dice una de las cinco mujeres, Trisha, interpretada con gran carisma e interesantes matices por Mónica Lauri, mientras que las mujeres necesitan ser definidas por ellos.

De hecho, Trisha muestra su independencia en términos de cuántas decenas de hombres ha llevado a la cama. Si para algunos esto no es realmente libertad o empoderamiento, recibirían confirmación de sus creencias en la escena romántica entre Trisha y uno de los invitados de la boda. Toda la fortaleza que nos mostraba el personaje desaparece en la presencia de un hombre guapo de ojos de ensueño.

Los seis actores son generosos con la energía que les dan a sus personajes. Pero juntos, en muchas ocasiones, no parecen formar parte del elenco de la misma obra. Cada uno propone cosas ligeramente diferentes y no parecen explotar de manera coherente todos los elementos que regala el texto para hacer de esta la crítica a los modelos de género que tiene el potencial de ser.

Sin perder su elemento de comedia o comercial, esta obra también podría ser una propuesta artística. Los trajes y flores que visten estos personajes no son solamente estrambóticos, sino que también tienen el mismo peso simbólico que los uniformes de El cuento de la criada .

Desafortunadamente en esta propuesta los vestidos mayormente son utilizados de maneras diferentes por las actrices para lograr carcajadas del público. Similarmente, una escena donde se narra una experiencia de abuso sexual provocó en el público risas y hasta carcajadas, quizá porque todo el peso recaía en una sola actriz, y no se utilizaban las reacciones de los otros personajes para apoyar que el público entendiese que la violación no es para morirse de la risa.

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