Cada vez más en la nube

Actualizado
  • 25/10/2019 00:00
Creado
  • 25/10/2019 00:00
La principal nube fue siempre la Internet, que por definición es diversa y ubicua.

Todos los días y sin saberlo hay cada vez más de nosotros en la nube.

Pero no estoy hablando de las nubes del cielo, esas que hacen soñar a los poetas y buscar formas a los niños, hablo del concepto que poco a poco se ha venido tomando el mundo de la tecnología y que es cada vez más omnipresente en las conversaciones de hoy.

La nube era el nombre con el que los ingenieros designaban a una red que estuviese hecha de elementos diferentes, en vez de ponerse a dibujar un montón de aparatitos diversos, simplemente dibujaban una nube y ya.

La principal nube fue siempre la Internet, que por definición es diversa y ubicua. Cuando uno veía una nube en un diagrama de red, casi con seguridad la referencia era la Internet.

Con la explosión de los dispositivos móviles y el concepto de las 'App' o aplicaciones, la definición de nube se comenzó a usar con una orientación más comercial y la idea de tener una aplicación funcional en cualquier dispositivo, de forma que los datos estuviesen siempre sincronizados, comenzó a ser una referencia de la nube.

El correo electrónico fue el gran disparador, la gente quería tenerlo en todo momento consigo.

Luego llegó la lluvia de las 'App' y la referencia cada vez más continua del concepto.

Hoy podríamos decir que la nube se acerca más a la unión de recursos y servicios que se ponen a disposición de los usuarios para su consumo, sin importar el dispositivo que se use.

La aparición de este tipo de nube está comenzando a generar todo un cambio en la forma como las personas se acercan a la información, en el fondo, el flujo de información es la generación de modelos de negocios, así que de alguna manera la nube está cambiando la economía y sus actores.

Cuando puedo crear una nota que incluye alguna foto y mis colaboradores pueden verla en sus dispositivos de trabajo en tiempo real, estoy creando una inmediatez que genera ventajas con respecto a quienes no manejan el esquema. A medida que más personas entran a esta forma de ver el mundo, aparecen nuevos diferenciadores que generan áreas nuevas de trabajo y negocios.

El mundo de la creación es el que más se ha beneficiado de este tipo de esquemas, si soy un cineasta que hace un documental, puedo filmar en varios lugares con personas que me compartan su trabajo en alguna aplicación de disco virtual, luego un editor puede entrar desde su estación de trabajo, tomar el material y trabajarlo, mientras que el compositor musical puede ir viendo el resultado en algún esquema de streaming (transmisión digital), e ir componiendo la banda sonora. Todo esto puede ocurrir aunque la gente no esté en la misma ciudad.

Lo mismo aplica en el caso de las agendas compartidas, las tareas de un grupo de trabajo o los documentos para trabajar en equipo.

Los usuarios que se adscriben a esta forma de ver el mundo ya no trabajan en un espacio físico constante, lo hacen mientras se mueven en un avión, van por los caminos de un país o se toman un café, son los nuevos “nómadas” que, como los antiguos, van detrás de las oportunidades para cazarlas, sin importar hasta dónde los lleve la búsqueda.

No deja de ser curioso el hecho de que un cambio en un esquema de conectividad y el hecho de disponer de un nuevo set de herramientas, haya creado una nueva tribu urbana, con su propia cultura y manera de relacionarse con los demás.

La nube es también la gran aliada de los emprendedores, los cuales logran crear de una forma más sencilla sus prototipos, pues disponen de una cantidad de herramientas “sobre demanda”, que antes hubiesen tenido que crear desde cero. Es común ver en los cafés y lugares de coworking, a la nueva generación de creadores de startups, en la tarea de ver cómo usar alguna de las herramientas de las que se dispone en línea, para impulsar lo que están creando.

Las redes sociales son las herramientas más usadas de la nube, pues aunque usted no lo sepa, la mayoría si no es que todas, están montadas en esquema de este tipo. Es la razón por la cual Twitter y Facebook se pueden ver en el móvil, tableta o PC, con la misma información y de manera sincrónica.

La nube más famosa y menos visible es Google, sin notarlo, cuando creamos un usuario de correo o subimos unas fotos o creamos un blog, el nuevo oráculo nos abre una “nubecita” con todas nuestras cosas, permitiéndonos acceso a servicios que antes nos hubieran costado un dineral. Hace poco cortaron la versión gratuita de su servicio de aplicaciones para empresas, donde muchas pymes dieron el salto al mundo digital.

La imagen que me viene a la mente es la de un mundo “entre nubes” donde vive una versión mía digital, y donde muchos otros como yo compartimos temas, imágenes, videos y demás elementos de la vida de hoy.

Vivimos un momento de transición donde los ciudadanos digitales y los ciudadanos analógicos conviven, a veces de forma amable y a veces con algunos malentendidos, pues aunque ambos comparten el mundo físico, la visión que tienen de él y la forma de relacionarse con el mismo es muy diferente.

Los gobiernos están comenzando a trasladarse a la nube también, han visto la ventaja que tiene el hacer que la información se comparta. Muchos de ellos ya se habían embarcado en proyectos de e-government que buscaban en esencia lograr que el ciudadano pudiese relacionarse una forma más expedita con las entidades del estado, pero ahora buscan también la participación del mismo; que el ciudadano reaccione y ayude a co-crear las soluciones que él mismo necesita.

¿Cuál será el futuro de la nube? partiendo del hecho tal como lo hemos visto, la nube es un concepto que engloba muchas otras cosas y creo que la forma como esas cosas evolucionen, marcarán a la nube y su dirección.

Veo que las empresas ya no tienen miedo a “subirse”, hace tiempo los gerentes temían por su información, pero el uso de servicios de correo de terceros (tales como Gmail) los han curado de la “nube fobia”. Con información contable, financiera y de todo tipo disponible de forma sencilla para cualquier miembro de una organización, teóricamente los problemas de comunicación deberían desaparecer. La posibilidad de trabajar en conjunto en un documento de cualquier tipo, debería incentivar el trabajo colaborativo y reducir los errores por malos entendidos.

Si lo mismo pasa con los gobiernos o las escuelas, poco a poco los problemas que antes implicaban perder el tiempo en filas y gestiones, dejarán de existir.

¿En qué gastaremos el tiempo entonces? imagino que comenzaríamos a centrarnos en la creación de valor, en relacionarnos más con los demás y en ejercer la creatividad de forma más activa.

Lo que de seguro se convertirá en una constante, será nuestra presencia cada vez más fuerte en la nube, crearemos nuestros perfiles para ser ciudadanos e iremos agregando servicios e información a medida que vayamos relacionándonos con los demás. Las redes sociales ya no serán una opción, quien no esté en ellas quedará aislado, pues en ese mundo hecho de conexiones equivaldría a “no existir”.

Una tecnología se considera asimilada cuando quien la usa ya no piensa en la forma como funciona, todos los días cuando encendemos una luz, no somos conscientes de toda la cadena técnica y esfuerzo logístico que implicó generar la electricidad.

Así mismo las nuevas generaciones piensan cada vez menos en cómo funciona su conectividad, sus juegos, sus herramientas de trabajo, simplemente asumen que las cosas funcionan cuando se las enciende. Lo positivo de este fenómeno radica en que los usuarios comienzan a integrar estas herramientas como parte de su vida y crean maneras nuevas e inteligentes de usarlas, muchas de ellas incluso, distintas a lo que hubiese podido prever quién las diseñó.

Yo que hago parte de “esos que diseñan soluciones”, disfruto mucho cuando esto ocurre pues es en el fondo la mejor razón para crear algo, verlo crecer en la mente de los demás.

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