Manu Ginóbili y su legado en la NBA

Pocos jugadores no estadounidenses pueden presumir de haber dejado huellas imperecederas en la liga baloncesto de EE.UU.

En 1997, el gerente general de los Spurs, R.C. Buford, era uno de los asistentes al campeonato mundial de baloncesto, para jugadores de menos de 22 años. Allí vio a un delgado y desgarbado jugador argentino que llamó su atención desde que lo vio sobre la duela.

‘Es como una máquina que juega al baloncesto con demasiado ímpetu; tal vez demasiado', recuerda el aún gerente de los Spurs.

Dos años después, tras una minuciosa observación, Buford vio futuro en un muchacho de nombre Emanuel Ginóbili.

Lo fichó en la segunda ronda del draft de 1999, en el lugar 57. No hacía mucho sentido tomar a un perfecto desconocido, ni siquiera en un pique 57 de segunda ronda; sin embargo, los Spurs veían cosas más allá en Ginóbili que cualquier otro equipo.

anillos de campeón de la NBA con San Antonio se lleva Manu Ginóbili, para orgullo personal.

ese año, el argentino ganó la medalla de oro de los Juegos Olímpicos en Atenas; es el único latinoamericano en ganar el mismo año ese oro y un anillo de la NBA.

Pero ‘Manu' no llegó a los Spurs directamente. Querían que progresara un poco antes de darle la oportunidad con el campeón de la NBA.

El argentino ya era una estrella en la Liga Italiana; un jugador joven y con destrezas por encima del nivel; en 1997, tras dos temporadas en el equipo Reggio Calabria, pasó al Kinder Bologna, donde se consagró como uno de los mejores jugadores en el Viejo Continente, ganó dos Copa de Italia, una Liga Italiana y la Euroliga.

Manu Ginóbili entró a la NBA con los Spurs en la temporada del 2002, después de jugar para Argentina en el campeonato mundial, colgándose la medalla de plata.

Dieciséis años después, el argentino deja de jugar al baloncesto, dejando un legado difícil de igualar por algún jugador latinoamericano.

Un oro olímpico, cuatro anillos de campeón de la NBA, una Euroliga, dos Copa de Italia, y una Liga Italiana es lo que Manu dejó para la leyenda; que le marcará como el jugador que nunca dejó de soñar, de jugar duro y de ser un campeón, dentro y fuera de las canchas.

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