Ricardo Díaz, 'El Maestrito' de la lucha profesional istmeña

Actualizado
  • 22/08/2022 00:00
Creado
  • 22/08/2022 00:00
Díaz llegó a la lucha profesional atraído por las espectaculares acrobacias que los gladiadores ejecutaban
Díaz, criado en la calle 'Pedro Barrios' de El Chorrillo, entró a la lucha a los 19 años.

La lucha libre profesional fue una de las actividades recreativas, más atrayentes en el espectro deportivo panameño en el siglo pasado, junto al boxeo, la hípica y el baloncesto.

Para algunos biógrafos, sus primeros vestigios se dieron en los años 30, cuando el empresario José 'Pepe' Motta montó las primeras funciones, aunque sus mejores épocas se dieron a partir de los años 60.

Fue en esos años que surgieron los nombres de quienes mantendrían esta actividad en vilo por más de tres décadas, entre ellos, el de Ricardo Díaz, llamado por algunos como 'El Maestrito'.

Díaz llegó a la lucha profesional atraído por las espectaculares acrobacias que los gladiadores ejecutaban, aunque nunca practicó la lucha olímpica.

Ricardo Díaz, 'El Maestrito' de la lucha profesional istmeña

No obstante, tuvo la suficiente motivación para aprender lo necesario; para entrar en ese mundo tan exigente, donde en ocasiones, la realidad supera a la ficción.

“Para mí, todo era realidad en la lucha. En mi tiempo, había que joderse, porque todo era realidad”, señaló Díaz Torrero, mientras limpiaba el pequeño local 'Los Atómicos', que administra desde mediados de los años 60.

Díaz, criado en la calle 'Pedro Barrios' de El Chorrillo, entró a la lucha a los 19 años, cuando ya estaban en la profesión, figuras como El Ídolo, Chamaco Castro, Cronox II, Ursus, Matarrayos, El Cid y Espartaco.

“Entrenaba en un local que estaba por el cementerio Amador, era un local que tenía el Café Sittón. Nosotros nos entrenábamos, nos ayudábamos unos a otros”, recordó el ex gladiador de 77 años.

Ricardo Díaz, 'El Maestrito' de la lucha profesional istmeña

Fue en esos tiempos en que conoció a Lloyd Lorenzo Hunt (Shazam), quien les enseñó muchos secretos de la lucha olímpica, tanto a rudos como a técnicos.

Hoy, junto al también ex luchador Osvaldo Espinosa (Sandokan), entrenan a un grupo de jóvenes, algunos atraídos por los triunfos idos de la lucha profesional, en el pequeño local del gimnasio 'Yuyín Luzcando de Bethania.

Pérez Martínez, el mejor

La lucha profesional panameña fue un éxito de taquilla entre 1960 y 1980, pero hubo poquísimos empresarios detrás de ello, uno fue Alfredo Pérez Martínez.

Hoy, junto al también exluchador Osvaldo Espinosa (Sandokan), entrenan a un grupo de jóvenes.

Pérez Martínez fue un comerciante de origen cubano, que le gustó la idea de montar espectáculos de lucha libre, por lo que se reunió con quienes serían los principales protagonistas.

Al decir del fallecido periodista Euclides Corro, el empresario cubano fue el que inició formalmente el espectáculo, contratando luchadores extranjeros y promoviendo a los locales.

“Nos conoció en una reunión, puso un local para que practicáramos y allí comenzó todo, bien organizado”, recordó Díaz.

“Sin embargo, mi primera lucha fue con un grupo que no estaba organizado en el Neco de la Guardia, y allí ni cobré. Después fue que llegó Pérez Martínez”, precisó.

Díaz dijo que las bolsas al principio estaban entre los 40 y 50 balboas, pero conforme las cosas fueron mejorando, asimismo fueron los pagos.

“Pérez organizó las funciones que identificaron al fanático con los luchadores nacionales, realizando combates entre nosotros que fueron éxitos de taquillas, tan buenas como con los extranjeros”, destacó.

Díaz, entre los mejores

Díaz considera que fue un buen luchador, pero deja el protagonismo a sus colegas Sandokan y El Ídolo, por el lado de los técnicos, y a Chamaco Castro, Cronox II y a Ventarrón, por el de los rudos.

“Me consideraba bueno, pero no era una primerísima figura, aunque gané el campeonato Panamericano de peso medio y de pareja con Sandokan, contra unos mexicanos”, añadió.

“Te puedo decir que fui un buen luchador porque me enfrenté a muy buenos rudos, porque si hubiera sido malo, el espectáculo hubiera sido pobre”, señaló el hombre que estuvo más de treinta años en la actividad (1965 a 1989).

Se presentó en el Nuevo Panamá, Neco de la Guardia, el colegio Javier, en los estadios capitalinos Juan Demóstenes Arosemena y Revolución, así como en la Arena de Colón y el gimnasio Escolar de David.

Fue muy selectivo al hablar de los mejores luchadores que llegaron a Panamá, a pesar de que, en el caso de los mexicanos, algunos intervinieron en películas y fueron portadas de revista.

“El mejor luchador extranjero que llegó a Panamá fue el mexicano Huracán Ramírez, quien se enfrenó al Olímpico, Ventarrón, Chamaco Castro y Cronox II”, dijo.

“Fue uno de los que nos enseñó bastante. Se brindó a hacerlo y entrenaba con nosotros, y parte de las técnicas que utilicé en mi época, las aprendí de él”, apuntó.

Las luchas de apuestas

Nunca le gustaron las luchas de apuestas, pero se pagaban mucho mejor que los otros combates, por lo que hizo algunas.

Para esos compromisos se entrenaba mucho más duro, aunque en esa época, la rivalidad con los mexicanos era grande, por lo que siempre existió la motivación para llegar en las mejores condiciones.

“Nunca me gustaron las luchas de apuesta porque me ponían muy nervioso. Exigían mucho, mucha práctica y mucho sacrificio”, comentó.

“En una oportunidad aposté la caballera con Atila y le gané. En otra, vencimos a unos enmascarados, a quienes le quitamos la caballera. Ellos se quitaron la máscara, le tumbaron la cabellera y después se la volvieron a poner”, destacó.

Nunca perdió una lucha de apuesta

La rivalidad entre rudos y técnicos era tan real y tan grande, por lo menos arriba del ring, que tenían que estar en camerinos separados, “porque nunca se perdía esa gana de irse contra el otro”.

“Fueron buenos tiempos, donde había que darlo todo. Cuando se acababa la lucha se acababa la rivalidad, como profesionales, aunque no nos dábamos ni besos ni abrazos”, dijo en medio de una sonrisa.

Esa rivalidad también los llevó en ocasiones a dar golpes o patadas prohibidas, buscando hacerle daño al contrario y vencerlo rápidamente.

Los luchadores extranjeros

Los luchadores extranjeros contratados llegaban al gimnasio para conocer a sus rivales y, en el caso de los enmascarados, nunca descubrieron su real identidad, ni siquiera en las prácticas.

“Nos miraban, se presentaban y después se iban”, expresó Díaz, quien comentó además que algunos fueron muy difíciles de tratar, principalmente los mexicanos.

“Me enfrenté a una cantidad grandes de extranjeros y a todos les luchaba a ras de lona, era mi estilo, porque yo no era un acróbata como Sandokan, y por eso me quedaba en tierra”, abundó.

“El primer rival foráneo fue el español 'Valenciano' en el Neco de la Guardia. Nos dimos salsa, pero al final logré vencerlo”, dijo.

Tuvo la oportunidad de enfrentar al mexicano Ray Mendoza, en un relevo de todos contra todos, después de compartir entrenamientos en ese mismo local de 'Los Atómicos'.

“Aprendimos juntos y después me tocó enfrentarlo, en un relevo de todos contra todos. Era muy fuerte y muy serio”, concluyó.

La lucha libre profesional panameña aún sigue viva, aunque muy poco se conozca de ella.

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