Fútbol, estadios y alto rendimiento, únicos temas en agendas electoreras

Actualizado
  • 08/04/2024 00:00
Creado
  • 07/04/2024 22:26
Hay otras actividades con un poder adquisitivo increíble, como son el atletismo, béisbol, golf, baloncesto y el boxeo, entre otros

El fútbol nuestro de cada día, no es el único deporte que se practica en Panamá. Sin embargo, es a no dudarlo el más popular, debido al impulso que le han dado los medios de comunicación tradicionales, y las redes sociales en un presente inmediato.

Pero, no es el único que se realiza en nuestro país - insisto- ni mucho menos el que mayores satisfacciones nos ha dado en la arena internacional. En nuestro país se desarrollan alrededor de unos 35 deportes federados y otros tantos que, o se derivan de alguna de las actividades acostumbradas o son nuevas.

Aún así, los medios televisivos y de radio, mayormente, se decantan por el balompié, porque cuenta con un espectacular mercado y un poder mediático internacional, que hacen ganar dividendos hasta al más ‘chambón’ en materia publicitaria o de mercadotecnia.

Indudablemente que, a propósito del mercado internacional, hay otras actividades con un poder adquisitivo increíble, como son el atletismo, béisbol, golf, baloncesto y el boxeo, entre otros.

No obstante, eso solo ocurre en el exterior porque a nivel local, la mayoría están ‘en la podrida’ y se debe a diversos factores, entre ellos, la falta de visión y compromiso de las autoridades nacionales y de la mediocridad que, desde hace mucho, ronda en la dirigencia deportiva.

Ahora bien, no hay que restarle méritos a lo que hoy cosecha el fútbol. La historia de este deporte, introducido en Panamá hace una centuria, es rica en resoluciones y determinaciones, que permitieron llevar a la práctica una interesante actividad y sucesivamente a su desarrollo.

Y, casi que lo lograron, porque en materia de espectáculo es toda una rareza y se ha avanzado mucho, sobre todo en lo referente a la selección nacional mayor masculina, aunque el torneo local aún no cuaja en los aficionados.

A mi parecer, y esto es solo una opinión, mientras no se trabaje para crear verdaderos clubes, con sus respectivos campos, con robusta solvencia económica y con suficientes pantalones para, de una vez por todas, dejar de ‘chuparle la teta’ al Estado, no se subirá la loma.

Esta última reflexión me lleva al punto al que quiero referirme en este artículo, que tiene que ver con la ‘infame’ práctica –desde siempre- de los candidatos a la presidencia de la República, a enmarcar toda la problemática que tiene el deporte a nivel nacional en tres temas: las infraestructuras, el alto rendimiento y el fútbol.

La mejor prueba de ello es que, desde la presidencia de Ernesto Pérez Balladares hasta la de su copartidario Laurentino Cortizo (1994-2024), las grandes edificaciones en materia deportiva han sido estadios de béisbol, y la mayor parte del ‘botín’ de los fondos de inversiones de Pandeportes, ha sido para el deporte de alto rendimiento.

El fútbol es un cariño aparte. En 2013, el entonces presidente Ricardo Martinelli le entregó diez mil dólares a cada futbolista que participó en la Copa Oro (donde se ubicaron terceros), mientras que su sucesor, Juan Carlos Varela, les entregó un millón de dólares cuatro años después, luego de clasificar para el mundial de Rusia.

La novela la terminó de escribir el presidente Laurentino Cortizo, cuando les concedió el estadio Rommel Fernández y, de paso, desalojó al atletismo de la única instalación con las medidas oficiales internacionales y, cuya pista irónicamente lleva el nombre de ‘Lloyd LaBeach’, sin brindar ninguna alternativa.

Hoy, el atletismo nacional vaga, cuál infeliz errante, al igual que lo hacen en el interior del país, deportes como la lucha, las pesas, el boxeo olímpico, el judo y otras tanta, porque sencillamente, no tienen un lugar dónde entrenar.

Doble discurso

Cuando nos adentramos dentro de pocas semanas a unas elecciones generales para escoger a un nuevo presidente de la República, los ‘discursos zalameros’ para con el fútbol y el deporte de alto rendimiento no han cambiado.

A pesar de que Panamá no cuenta con diez atletas individuales de alto rendimiento juntos, para ganar medallas de oro en juegos Centroamericanos y del Caribe, por lo menos, algunos candidatos se empecinan, en prometer la construcción de centros de entrenamientos por doquier.

El comprometerse a dar respuesta de dotar de más coliseos a un solo deporte, sin tomar en cuenta la situación por la que atraviesas otros por la falta de estos, y de la construcción de centros de alto rendimiento, sin contar primero con una estructura deportiva planificada, es una total irresponsabilidad.

El béisbol de categorías menores, por ejemplo, ha brindado triunfos, éxitos y coronaciones, para no irnos tan lejos, en las tres últimas administraciones de Gobierno, pero no cuenta con una instalación decente para ser anfitrión de torneos internacionales.

Lo chistoso en todo esto es que, en los programas de trabajos de algunos presidenciables, el renglón del deporte es una prioridad, como lo son indudablemente, la seguridad, el empleo, la justicia, el medioambiente, la salud y la seguridad social.

Sin embargo, son solo promesas y, como aquel cuento de que “la educación será la estrella que nos alumbrará”, así pasará con muchos de estos importantes temas, incluyendo a la actividad deportiva.

¿Por qué? Porque entre el querer y el hacer, hay un trecho muy grande y, en lo referente al deporte, hay un doble discurso, como ha existido siempre en estos periodos de elecciones generales.

Un verdadero revolcón

El deporte debe contar, primero, con una nueva disposición legal, que ubique en su justa perspectiva a cada uno de sus actores y que obligue a la institución gubernamental respectiva, a jugar el rol por el que fue creado: “orientar, fomentar, dirigir y coordinar el desarrollo del deporte y la recreación”.

No es posible que, a esta altura del partido, medio siglo después de su creación, el Incude, Inde o Pandeportes (como quieran llamarle) haya pasado de ser la primera institución deportiva del país a ser el ‘cash money’ de todo aquel que sale al exterior con la excusa de representar a Panamá.

Es hora de que el programa de ‘estímulo deportivo’, por ejemplo, cuente con reglas claras de ‘frenos y contrapesos’, más allá de la clásica banal sonrisa a la hora de la foto.

También está claro que, mientras no se vea el papel que juegan ciertos sectores, como el comunitario y el escolar, en nuestro desarrollo deportivo, por ejemplo, seguiremos dependiendo del ‘escauteo’ internacional que hoy realizan algunos deportes, para tener representantes ‘decentes’ en las competiciones regionales.

En síntesis, el deporte necesita de un ‘revolcón’, acompañado de honestidad y compromiso, dejando en el camino a vendedores de canchas sintéticas, ciudades deportivas, gimnasios de uso múltiples y de supuestos estadios prefabricados. Es decir, basta de farsantes porque, como lo hemos afirmado en infinidad de ocasiones, el deporte panameño, no se lo merece.

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